Era una niña cuando lo conocí, claro que él también lo era , casualmente estudiariamos en el mismo lugar, pero lo más hermoso era que asistíamos a la misma iglesia. Todo de él me enloquecía, su singularidad, su sonrisa, sus ojos envueltos en esas hermosas pestañas, sus labios que tenían un agradable sabor a miel, su cabello con el cual me agradaba u jugar, su perversidad que no era más que un poco de locura descompuesta su estatura que combinaba perfectamente con todo, pero lo que más me encantaba era poder caminar tomados de la mano que aunque el silencio gobernara sabía que estaba ahí y cuando llegaba el momento ese momento en que nuestras miradas se encontraban, admirar ese brillo tan encantador y sentir que yo lo era todo y saber que él lo era todo para mi... Llegar al momento de poder chocar sus labios con los míos y dejar que todo alrededor desapareciera, sentir sus suaves manos rozando mi cintura y en mis manos sentir sus encantadoras mejillas.
El tiempo fue pasando y el amor mutuo seguía creciendo era hermoso asistir a la iglesia y poder estar frente al altar de Dios demostrando nuestro afecto hacia Él , vernos y sonreír, saber que éramos dos y sólo dos.❤️