Me siento bien de no haber caído en su trampa, es una pequeña victoria para mi. Pero no abrí la boca, me mantuve callada mientras siento la cama moverse. Está detrás de mi, puedo sentir su respiración en mi nuca y de lo pesada que se ha vuelto.
–– Así me gusta, sin intentar a hacer algo tonto ––con cierta brusquedad pasa su mano por mi cuello, bajando lentamente a mis pechos pero sostuve su mano antes de que me tocara.
–– No me toques ––volteo mi cara levemente, haciendo que nuestros rostros queden cerca–– prefiero que no lo hagas... ––susurro.
–– Puede que te he maltratado un poco, pero no te haría algo que solo yo... deseé ––su mirada va a mis labios, y quizás esto se salga de mis manos, pero aveces solo tienes que caminar por el fuego y tratar de no quemarte.
Pero, ¿quién no se quema al jugar con fuego?
–– ¿Y qué es lo que tu deseas? ––pregunto extrañada.
–– Si te lo digo no se cumplirá y créeme, quiero que se cumpla ––sonríe, sin despegar esa mirada llena de emociones misteriosas e indescifrables.
Asiento, volviendo a mirar al frente porque si soy sincera, es casi imposible mantenerle la mirada si no le estoy gritando.
–– Tengo... hambre ––no lo miro, de seguro está sonriendo.
–– Vamos a comer entonces, quizás tengamos el mismo antojo ––se pone de pie y después me tiende la mano.
No digo nada, solo tomo su mano sintiendo mi estómago apretarse, como si agarrar su mano le estuviera haciendo infiel a Henry. Pero si lo pienso no es así, no llegamos a ser novios, solo hicimos el amor y me dijo que me ama y yo también solo que no se lo dije aunque eso no cambia mucho las cosas.
Dante entra su celular al bolsillo, y luego solo salimos como una pareja. Y no me gusta agarrar su mano pero solo pienso en que es Henrry.
–– Quiero entenderte, quiero saber de ti pero tu no hablas ––cuando esas palabras salieron de mi boca él me miro por unos segundos y continuamos bajando la escaleras.
Él se sienta en la cabecera de la mesa y yo a su lado sintiendo su mirada en mi y me atrevo a sostenerle la mirada
–– ¿Porqué? ––pregunta, recostandose en la silla.
No lo pienso mucho, solo es decir lo que yo crea que quiere escuchar.
–– Dijiste que estaré aquí por mucho tiempo y si es así, yo no quiero sentirme sola aquí, ¿podemos comenzar de nuevo? ––me esfurzo para que mi voz salga con timidez, con ese tono de lástima que hace que se te llenen los ojos de lágrimas pero no lloré, eso sería muy humillante para mi.
Dos sirvientas vienen con la cena y no sé que es pero huele delicioso y familiar, cuando la mujer lo sirve en mi plato supe lo que era.
Gratin dauphinois que se ve y huele delicioso.
Susurro un gracias por lo bajo, sintiendo mi garganta seca y no dudo en tomar agua. Mi padre solía hacerlo, lo recuerdo.
–– ¿No te gusta? Es un...
–– Si sé lo que es ––respondo cortante y solo inhalo y exhalo y luego lo miro con la disculpa dibujada en mi rostro –– lo siento, no debí hablarte así es que...
–– Es que así eres tú ––me mira con puro reproche y no pude decir nada.
Yo sé lo que soy y no hace falta que alguien me lo diga, tengo mis ojos para ver quién soy.
Después de la incómoda cena donde nuestra mirasas se cruzaban fugazmente llegó la hora de que cada quien fuera a su habitación.
–– Dante... ––lo llamo, sintiendo la adrenalina por todo mi cuerpo. Él voltea y camino con pasos firmes hacia él–– quiero que sepas que no te hablé mal apropósito y que de verdad quiero comenzar de nuevo contigo si tu me lo permites.
–– ¿Porqué estás tan cooperativa? ¿Acaso tan pronto logré doblegarte? Porque todavía no he hecho nada ––su tomo de burla no se hace esperar.
–– Cuando me dijiste que lamentas lo de mi familia yo vi en tus ojos que decías la verdad, pero quiero escucharla de tu boca ––vamos, dime algo.
–– No fui yo, Cassandra ––no le creo, no puedo solo creerle porque me mira a los ojos y me dice que no fue él.
Sin más solo lo beso, tomándolo por sorpresa y casi al instante me responde. Sus manos me agarran con fuerza por la cintura y me pega más a él.
¿Cuánto tiempo puede jugar una persona con fuego y que tan herido saldrá? Porque si alguien se quema aquí, esa no seré yo.
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En El Olvido ©
ContoCassandra Jenkins sintió que su vida se derrumbaría luego de haber perdido a sus padres y a su hermana pequeña en un incendio. Sentía que ya nada tendría sentido sin ellos y no tenía ganas de vivir. Pero luego llegó él para evitar que se derrumbase...