Come to me

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Estoy a una semana de terminar mi penúltimo curso de Psicología y, sin comerlo ni beberlo, en un descansito entre tema y tema me puse a escribir esta escena en el móvil. Va sin betear, sin pensar demasiado y desnudo, pero aun así espero que te guste Ü. ¡Comentame tu opinión!

Corresponde a Primer encuentro y yo como soy un poco tramposa he hablado del primer partido oficial que nos ha dado Furudate en Haikyuu!! tras la vuelta de Hinata de Brasil.

Nota adicional: hace un tiempo me pidieron que escribiera sobre todo este nuevo arco que está contándonos Furudate, pues aquí va Noe_Sweetway, espero que te guste.

¡A leer, cucurucho!

Kageyama coge aire, los músculos engarrotados y plomizos, la sangre bombeando adrenalina a través de las venas, el estómago arrugado de la emoción

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Kageyama coge aire, los músculos engarrotados y plomizos, la sangre bombeando adrenalina a través de las venas, el estómago arrugado de la emoción. Se moja los labios con la lengua y se pasa el dorso de la mano por la frente, empapada en sudor, mientras el oxígeno entra en sus sistema. Un bálsamo refrescante tras una hora y media de contención.

El último golpetazo del balón todavía le caracolea alrededor del tímpano. Se expande hasta la médula.

Nunca se va a acostumbrar a ese momento confuso en el que las gradas estalla en un mar de aplauso. Las palabras estallan contra el ambiente cargado de tensión y lo suaviza, demasiado enredadas para formar una oración compuesta. Huele la cancha, porque en medio del partido es incapaz de usar otro sentido que no sea la vista, y se relaja. Un compañero le coge por la nuca y lo acerca. Y luego todo el equipo se arremolina. A veces porque han ganado la guerra y otras porque han rozado la victoria.

En cualquiera de las dos opciones, a su corazón le cuesta volver a funcionar con normalidad durante días. Esperando el siguiente encuentro.

Sin embargo, aquella ocasión es distinta. Lo sabía anoche, cuando hizo y deshizo su maleta tres veces. Lo notó mientras repasaba cada jugada dentro del abrigo del autobús, esa madrugada. Lo sintió con catorce años, cuando crío le prometía a punta de lágrimas que iba a derrotarlo. Pasase lo que pasase.

—Ha sido increíble. —Hoshuimi supura energías por los poros, balanceando su cuerpo dando pequeños salto con los talones. Incapaz de parar—. Quiero volver a jugar.

—Antes de que nos organices la tarde, terremoto —Higurami le palmea la espalda, las mangas de su camisa enrolladas alrededor de los hombros—, vamos a pegarnos una ducha y a comer.

La grupa asiente al son de un "sí, Cap" y comienzan a caminar, tirando unos de otros, comentando algún movimiento, saludando a alguien que los ha venido a ver por primera vez o llevan apoyándolos toda la vida y, mientras, a Kageyama se le entierran los pies al suelo, enraizados.

—¿Vienes? —le pregunta Sokolov, cuando se percata de que no lo sigue. Su voz llega alta y contundente como toda su anatomía y aunque Kageyama se está dando la vuelta y ese gesto podría ser una respuesta le hace un ademán con la mano para que continúe sin él—. No te entretengas.

War of HeartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora