Capítulo 2: Pecado inicial

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Nunca en su vida fue tan difícil dejar la cama y dar inicio a sus oraciones del día como lo estaba siendo ahora. Seungho sentía que su cuerpo dolía, tenía una punzada en la cabeza y le preocupaba que sus ojos pudieran estarse cerrando cuando estuviera en misa porque no durmió nada. Y al decir nada, en verdad era así. No pudo pegar los ojos durante toda la noche debido al extraño suceso que se dio en la habitación del joven Baek Nakyum. Aquí lo problemático no era que el chico lo hubiese besado porque en circunstancias normales él podría pedirle a dios que comprendiera las acciones del muchacho como parte de su rebeldía, el verdadero problema era que él correspondió. Se dejó arrastrar por la corriente admitiendo en él todas esas sensaciones que un contacto como ese le habían provocado.

Recordó la temperatura de su cuerpo, la humedad de su boca y la inexplicable forma en que movió su lengua como si se tratara de un experto en el arte de besar.

¡Ay por dios! ¿Que fue eso? Tenía que confesarse, pero... El padre Inhun era el único que podía hacerlo y él no tenía suficiente valor para contarle que había pecado así, no cuando el padre confiaba ciegamente en él.

Mientras el padre Inhun oficiaba la misa de las 5 am, Seungho comenzó a sentirse incapaz de levantarse para ir a comulgar. No podía hacerlo, no después de haber cometido semejante pecado. Su estomago empezó a ser una verdadera molestia y se estaba sintiendo mareado por todo lo que estaba experimentado.

—El cuerpo de Cristo— su tiempo se había terminado, estaba frente al sacerdote, su máxima autoridad y una fila de seminaristas detrás de él miraban con extrañeza que él se estuviera quedando paralizado y no tomará la comunión de las manos del padre.

Fue un momento muy estresante para él, retorció los dedos dentro de su túnica y tuvo que hacerlo.

—Amen— pronunció y regresó a su lugar. Una vez ahí, se arrodillo y con la frente apoyada sobre sus manos, no hacía más que pedir perdón a Dios.

"Lo siento tanto señor... lo siento tanto" Decía sin control y ojalá hubiera podido decirlo en voz alta porque así se hubiera sentido menos culpable de comulgar

Todo ese día fue una completa tortura en la que él mismo se imponía penitencias y rezaba frente a la cruz sobre su cama, deseando que en el cielo pudieran escucharlo y lo perdonarán.

El silencio en su habitación se vio interrumpido cuando el padre Inhun llamó a la puerta, Seungho se apresuro en abrirle.

—Necesito tu ayuda— el sacerdote parecía un poco inquieto—. He solicitado que dejen salir a Nakyum, pero ahora él se niega a abandonar su habitación, sigue sin probar bocado y no acepta ir a la misa de 7, sabes que esa misa es para los jóvenes.

—Lo sé padre— Seungho no podía mirarlo a los ojos, así que aprovechaba el nerviosismo de Inhun para mirar hacia otra parte—. ¿Cómo podría ayudarlo?

—Ve y habla con él. Pídele que coma y que asista a misa. Tienes que ayudarme— Seungho seguía preguntándose qué había de especial en él para que el padre Inhun le confiará una misión tan compleja como esa. Quería decirle que no, que no podía contra ese pequeño demonio. Pero no estaba en posición de hacerlo, de lo contrario parecería que se oponía a una misión que dios le estaba poniendo enfrente.

—De acuerdo, lo haré.

—Te lo encargó, quiero ver a Nakyum en misa.

—Si padre— Inhun abandonó la habitación de Seungho quien miro el reloj y vio que este marcaba las 6. Sería una misión complicada, mucho. Pero Dios sería su mayor apoyo con todo esto.

Rezó algunas oraciones cortas antes de salir, besó la cruz en el rosario que colgaba de su cuello y rumbo a la habitación de Nakyum se encomendaba al señor con toda la fe que siempre le había caracterizado.

Inconfesable (Pintor Nocturno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora