Lolita; IT.

12. One kiss

capítulo doce:
Un beso.

SU HERMANO SE ENCONTRABA TRABAJANDO, ese día volvería muy tarde, por lo que Dolores tenía el resto del día para disfrutarlo tranquila, por fin estaba sola y en paz.

Se levantó un poco más tarde de lo normal, compró algunas cosas para preparar su desayuno y miró televisión, ese día en particular estaba extrañamente feliz, posiblemente por la ausencia de su hermano.

Cuando terminó de desayunar (hotcakes con miel y un vaso de leche), lavó todo lo que había usado, ordenó un poco su habitación y se dió un baño, se puso ropa más discreta de la que solía usar — una blusa negra con unas pequeñas flores y unos jeans no muy ajustados, exactamente — Y se dirigió a su cuarto, puso uno de sus discos de vinilo y comenzó a peinarse mientras de fondo sonaba " You're The One That I want ".

Se hizo dos trenzas y las unió para realizar una corona, se puso sus zapatos, tomó las llaves de su casa y salió para dirigirse al bar mitzvah de Stanley, que la había invitado el día anterior.

Mientras caminaba hacia la iglesia, pensaba en lo que le había pasado últimamente, la separación del grupo, la pelea de Richie y Bill, las actitudes de su hermano, el llamado a su tía...

Instantáneamente, cuando pensaba en el llamado que le había hecho a su tía, se ponía muy nerviosa, no podía respirar y sentía que todo podía salir mal y que si metía la pata, todo se iría al carajo, se sentía bastante sola.

Necesitaba a los perdedores.

— ¡Hey, Dolores!.

Ella se dio vuelta rápidamente y con un poco de miedo antes de entrar a la iglesia, pero cuando vió de quien se trataba, se tranquilizó y pudo respirar tranquila.

— Diablos, me asustaste, Richie.

— ¿Quién creiste que era? — Cuestionó el de lentes, acercándose a ella.

Mi hermano, pensó Lolita, sin embargo, no se animó a contestar eso.

— Nadie, no importa — Negó con la cabeza —. ¿Entramos? — Señaló la puerta de la iglesia.

Richie asintió acomodando sus gafas, y ambos entraron en silencio para ver a su amigo.

•  •  •

— AHORA VOY A PASAR A LEER LA TORÁ — Dijo Stanley.

Dolly lo observó con atención, se había peinado sus característicos rizos, parecía otra persona.

Stan tomo el micrófono y dio media vuelta mirando a los invitados. Su padre sonrió con orgullo y Dolores imitó ese gesto.

— Antes que nada quiero decir algunas palabras — Dijo el judío —. Reflexionando lo que acabo de leer, creo que se habla sobre la indiferencia. Bueno, cuando eres niño, piensas que el mundo da vueltas a tu alrededor, que siempre serás protegido, y se preocuparan por ti, que siempre tendrás los mismos amigos que tuviste desde que tienes doce años. Luego, un día, algo malo pasa, y te das cuenta de que eso no es cierto — Su padre se puso totalmente serio y Dolly fruncio el ceño, ¿a dónde quería llegar? —. Te despiertas y de repente no te importa nada más que tu vida, ya no importa nada más de lo que pase fuera de la puerta de tu casa. Te separas de todo lo que pudo haberte importado: Vecinos, familia, tus amigos. Pero cuando estas sólo de niño, los demás lo ven como debilidad, y se aprovechan, y no te das cuenta de que se te están acercando hasta que es demasiado tarde, y te atacan antes de que te des cuenta de lo que está pasando — Bajó los escalones con seguridad.

Mike estaba sólo en la granja de su abuelo.

Beverly estaba en su habitación.

Bill estaba sólo, sentado en la cocina.

Ben estába en la biblioteca, leyendo sobre Derry.

— Si alguno de ustedes abriera sus ojos — Prosiguió el judío, bajo la atenta mirada de todos —. Si a alguno de ustedes les importará, verían lo que está pasando. Supongo que la indiferencia es parte de crecer. Convertirse en adulto no es sobre tener posibilidades de votar, o de beber o de conducir, convertirse en adulto, de acuerdo a la biblia de Derry, es aprender a que no te importe una mierda nada — El judío tiró el micrófono y se retiró del lugar, Lola abrió la boca con sorpresa.

Richie se levantó de su asiento y comenzó a aplaudir, mientras su amiga hacía lo mismo, su madre lo jaló de la ropa y lo sentó otra vez; Dolores, en cambio, se alejó de su lugar y se fue por donde Stanley había salido.

Cuando lo encontró, pudo ver a su amigo sentado sobre un pequeño escalón, la chica se acercó de forma un tanto tímida y se sentó a su lado.

— Fue muy lindo y realista lo que dijiste — Comentó ella, observando los autos pasar. Stan la observó.

— ¿En serio lo crees?.

— Claro, todos son unos idiotas que no ven más allá de ellos, en ese discurso acabas de describir a medio pueblo — Contestó ella con gracia en la última frase.

El contrario soltó una risa.

— Gracias — Dijo Stanley.

— ¿Por qué? — Cuestionó ella, confundida.

Él le sonrió.

— Por haber venido, me alegra verte.

La chica le devolvió la sonrisa.

— No me lo perdería por nada.

Stan sonrió aún más y se levantó de su lugar, Dolly hizo lo mismo, quedando frente a su amigo.

— Dolly, ¿puedo... Puedo hacerte una pregunta?.

— Dime — Sonrió ella, balanceandose sobre sus propios pies.

— ¿Te gusta Billy?.

Dolores se quedó quieta y lo observó con nervios.

— ¿Q-qué?.

Él sonrió con tristeza y miró hacia abajo.

— Sí te gusta, ¿verdad? — Volvió a preguntar.

Ella no sabía que decir, ¿en verdad le gustaba Bill Denbrough?.

— Bueno... y-yo, yo no sé... — Comenzó a decir.

— No importa, no contestes — Negó él —. De todas formas, era imposible.

— ¿Qué cosa era imposible?.

Entonces, tomando valor, Stan se acercó lentamente a ella y dejó un corto beso sobre sus labios.

La chica lo observó con sorpresa, mientras él se sonrojaba por lo que acababa de hacer.

— Stan, yo...

— Se que no te gusto — Interrumpió el chico —. Pero sólo quería, quería que supieras que yo estoy para ti y... Y que te quiero, Dolly.

Ella simplemente lo miró, sin saber que decir o hacer. Stan sonrió.

— Debo irme... Nos vemos luego, Dolores.

Él se dio vuelta y se alejó, mientras la chica lo saludaba con su mano de lejos, no podía creer nada de lo que había pasado.

Stanley Uris la había besado.

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