La relación entre Han Jisung y Lee Minho por mucho tiempo había sido una que envidiar. Siempre andaban demostrando lo mucho que se atesoraban el uno al otro con una calidez tan profunda, que asimilaba a lo radiantes que se ven las flores en la primavera.
Pero al igual que las hermosas flores de primavera, todo parecía comenzar a marchitarse para los dos, tan efímero y lastimoso que daba miedo.
Sus citas se hicieron menos frecuentes, ya no habían notitas de Jisung con algún mensaje lindo en el refrigerador y la pérdida más notoria: ya no estaba Jisung.
El menor salía todo el tiempo hasta altas horas de la noche y esto tenía a Minho algo ansioso, debido a que cuando llegaba ni siquiera se detenía por la habitación de ambos a dormir, simplemente tomaba una almohada para irse a la sala.
Minho quería buscar cómo resolver esto porque lo único que sabía, era que amaba a Jisung aún con la misma intensidad que al comienzo de la relación.
Sus amigos dividían opiniones entre si debería dejar que todo acabe o pelear por al menos entender qué sucedía con su novio, y él obviamente por su propia motivación se inclinaba a la segunda opción.
Lo primero que se le ocurrió hacer, era contactar a los amigos de Jisung para preguntar si sabían de algo que estuviera inquietando al menor últimamente.
Esa opción no fue muy buena, puesto que ninguno estaba dispuesto a decirle algo de ayuda más allá de que el menor parecía estar bien, pero él sabía que era parte del código de la amistad, sus amigos harían lo mismo por él.
Su segunda opción fue entonces la que creyó mas correcta y madura; hablar con él y acabar con el problema de raíz.
Lo esperó un viernes hasta la madrugada y le pidió que se sentara para que pudieran hablar, pero solo recibió una mirada dura de quien tanto amaba y no sabía si sentirse dolido o seguir insistiendo pero hizo ambas.
Jisung parecía tan cómodo ignorandolo que le estaba preocupando, ¿Tan malo había sido? Y la cuestión más importante, qué podría haber sido.
"Por favor solo dime algo, lo que sea." Minho rogó, su voz desesperada no parecía alterar ni un poco al decidido menor que solo evitaba su mirada y se encerraba en la habitación.
Ese día Minho no había perdido solo el chance de arreglar lo que sea que sucediera, sino que también se perdió de dormir cómodo en su cama. Aunque en el fondo le alegraba que su novio pudiera dormir cómodo después de tantos días.
Su tercera opción fue escribirle una carta de disculpas por las que creía podrían ser razones válidas para que su novio lo ignorara de aquella forma.
"Querido Jisung,
Estos días que has pasado sin hablarme y a duras penas viendo tu rostro han sido fatales. Nunca creí que algo así nos ocurriría a nosotros pero necesito saberlo, ¿Qué hice mal? ¿Por qué no me hablas? Quiero solucionarlo todo. Si se trata de alguna fecha importante que olvidé o si fue por aquella vez que te dije que me dejaras trabajar en paz. Lamento todas las cosas que he hecho mal Sung, no tienes ni idea de cuánto te amo y cómo desearía tenerte entre mis brazos de nuevo. Perdona cualquier cosa que te esté molestando, prometo ser bueno para ti."Después de terminarla suspiró un poco satisfecho y la dejó dentro de la maleta de su novio, sabía que si se la daba en la mano este era capaz de romperla en muchos trozos y hasta ahí llegaría su tercer intento de reconciliación.
Jisung por su parte la había encontrado y llegó muy frustrado al departamento, tanto que la pobre puerta sufrió las consecuencias de su enojo al ser casi arrancada.
"No eres tú." Gritó el menor sin siquiera saber si Minho se encontraba ahí, pero para su suerte lo hacía.
El mayor salió de la habitación algo confundido mientras veía a Jisung agitar su carta de disculpa con una mano.
"¿De qué hablas? Espera, me estás hablando. Sung, yo-" El menor le indicó con la mano que se callara y hubo un pequeño silencio tenso en el tiempo en que ambos se preguntaban qué hacer con esta situación.
"No eres tú Minho. Tú haces todo bien. ¿Que no te das cuenta?" El menor pasó las manos por su cabello en frustración y suavizó su mirada. "No entiendo cómo sigues aquí, soy un desastre y te he estado ignorando por bastante tiempo ya, y sigues aquí. Se supone que debías rendirte y encontrar a alguien mejor."
Así que de eso se trataba todo, el problema no estaba en las cosas que había hecho y ningún método iba a funcionar porque no había nada que perdonar.
Minho no sabía si gritarle o acercarse y envolverlo en un abrazo, por lo que suspiró profundo antes de contestar.
"Te amo Jisung. ¿Cómo podría irme? Eres más importante de lo que crees, y haces de mis días los mejores. ¿Por qué crees que no me mereces? Mírame." El mayor comenzó a acercarse al tembloroso Jisung, que parecía que rompería en llanto en cualquier momento.
Todas las paredes que Jisung intentó crear yacían derribadas, ninguna tenía base sólida que pudiera contra lo que acababa de decirle Minho.
"¿Por qué me quieres tanto? Es mucho más conveniente ir con alguien más fácil de amar Min." Las lágrimas ya caían por las mejillas de un desconsolado Jisung, que se había permitido caer en las inseguridades que su mente creaba con frecuencia.
Minho lo abrazó y lo mantuvo cerca, había extrañado con locura el aroma y la cercanía de su novio. Ni siquiera podía concentrarse en responderle porque había necesitado tanto tenerlo así de cerca, sintiendo que podía protegerlo de todo.
"No sé de las demás personas, pero te quiero a ti, solo a ti y no podría haber alguien que logre eso. No es tu cercanía o algo físico ni nada así bebé, eres tú. Y nadie más puede ser como tú."
«Eres tú.» resonaba en la cabeza del menor mientras se cuestionaba sus decisiones pasadas y las malas cosas que su inseguridad lo hicieron pensar.
Porque sí, su silencio se debía a la inseguridad tan profunda que le daba el ser querido, tenía miedo de que todo fuera una mentira o que eventualmente Minho se cansara. Y se vio a sí mismo ahora, intentando alejar a quien le había dado todo.
¿Cuándo ocurrió esto? No estaba seguro. Amar era algo que lo llenaba de alguna forma, pero tenía tanto miedo de pensar que el amor que recibía era un engaño como tantos que tuvo en su vida, que temblaba de solo pensarlo.
Y su mala decisión fue olvidar que Minho estaba ahí para él, que era su pareja y que estaba dispuesto a romper las parades que él solo construía.
Dispuesto a quebrar el silencio.
Lo abrazó con más fuerza mientras se llenaba aquel vacío de su pecho.
Cuánto amaba a Lee Minho.