Sin encontrar otra tarea más aburrida por hacer, más que buscar respuestas a un aburridísimo cuestionario de la historia sobre Estados Unidos, Camila se levantó exhausta directo a la cocina, en busca de unas pastillas, Camila era simplemente una chica promedio, pelo castaño largo, piel blanca, ojos color chocolate y sin lugar a duda una personalidad adorable, ella había pasado toda su vida en la ciudad de Miami las pocas veces que había salido de su ciudad era a visitar a su tía Christina en la ciudad de Seattle, puesto que a su familia no le gustaba salir mucho, a ella jamás le intereso buscar más lejos de lo que podía ser visible para ella, era una persona que vivía al día y con eso era feliz, exhausta después de casi 3 horas de arduo trabajo, se tumbó a la cama a dormir.
-Cariño levántate ya es hora de ir a la escuela- Gritaba mi madre desde la cocina con ese tono eufórico característico de ella.
Los gritos de mi madre solían ser sin lugar a dudas el mejor despertador, pero eso era cuando tenía 6 años, ahora que tengo 18 años simplemente los puedo describir como muy poco agradables.
Me doy una ducha de 20 minutos en lo que pienso sobre la noticia de ayer sobre como la bolsa de valores iba en descenso, salgo y empiezo a escoger la ropa que llevaré para otro increíblemente odioso lunes de mi vida, sin más que pensar tomo una playera blanca de tirantes, un suéter azul suelto, unos jeans y mis zapatillas converse, dejo mi cabello suelto, y bajo a toda prisa a la cocina.
-Mamá hoy tengo que ir a las 5 a casa de Dinah a terminar una tarea- pronuncio tan lento las palabras que mi madre voltea con cara de enojo.
-Cuantas veces te he dicho que no duermas tarde- me reclamó, ella suele ponerse un poco histérica respecto al tema de las horas del sueño.
-Y yo cuantas veces debo repetirte que no me duermo tarde, así me gusta hablar por la mañana- le reclamo mientras tomo un poco de jugo de naranja y decido mejor desayunar en la escuela.
-No me dejes hablando sola- gritó mi madre como de costumbre.
Termino de lavarme los dientes y corro por mi libro de historia que se me olvido meter a la mochila la noche anterior, tomo mi mochila pero no sin antes ver a mi madre y desearle un buen día junto con un gran beso en la mejilla.
Ir a la escuela es siempre una tarea fácil debido a que no debo esperar al autobús, puesto que como regalo de 17 mis padres optaron por darme el pequeño placer de tener mi propio auto claro con algunas restricciones, enciendo el motor y me voy alejando poco a poco de casa, pongo mi estación preferida mientras hago un intento fallido de sacar mi tarjeta escolar de la guantera.
-Ahí estas Mila- de repente sentí sus brazos alrededor de mí, no podía ser otra más que Dinah.
-¿Trajiste lo que te pedí en la mañana?- Mi tono era de una necesidad inmensa.
-Claro pero te lo voy a dar con una condición- dijo mientras lo sacaba de su mochila.
-¡Si! Lo que usted diga general- Intente imitar un saludo militar.
Y por fin lo tenía en mis manos un rico y delicioso panque hecho por su madre, otro bueno motivo por el cual fue preferible no desayunar hoy en casa.
Antes de que pudiera decir algo más, el ensordecedor ruido del timbre que anunciaba la primera clase del día, me interrumpió y Dinah salió corriendo a su clase de biología, no sin antes gritarme unas últimas palabras.
-Tenemos novedades en la escuela- cosa que no entendí pero me limite a seguir mi camino a la clase de matemáticas.
Pero creo que no duró mucho mi falta de conocimiento pues ahí estaba la "novedad", tome asiento, me quede observándolo discretamente hasta que llegó la maestra para presentárnoslo.
-Bueno chicos espero que les haya ido bien en su fin de semana- dijo con una sonrisa inevitablemente falsa.
A lo que sin querer hice una mueca de desagrado.
-Como ya sabrán algunos de ustedes tenemos a un nuevo estudiante, así que tomaremos diez minutos de la clase para presentación- tomó asiento e indicó con su mano libre al nuevo chico que se levantara.
-Hola a todos, yo soy Nathan, tengo 17 años, me acabo de mudar desde Australia por el trabajo de mi padre y me gusta el fútbol americano- dijo mientras albortotaba su cabello rubio.
Era un tipo guapo a decir verdad, alto, ojos azules, con algunos músculos, cabe recalcar su cabello rubio de comercial y su sonrisa también, era como un modelo en una escuela pública.
Paso alrededor de quince minutos hablándonos de su vida, pero a partir de los ocho yo empecé a hacer garabatos sin sentido en mi libreta.
-Okay, sin más que decir vallan todos a la página 80 de su libro de matemáticas avanzadas- con un gran trozo de manzana en su boca pronunciaba la maestra.
Si mi lista de por qué odio los lunes ocupara un primer motivo, creo que esa mujer, su horrible labial rosa, y su estúpido libro de matemáticas ocuparían el primero.
Pasaron las demás horas y por fin estaba en el receso sentada en una banca junto a Dinah, que no dejaba de hablar de lo "sexy" que estaba el nuevo chico.
-¡Hey! Se llama Nathan, señorita indecente- le dije sin poder evitar esconder una risa burlona a la cual ella respondió positivamente.
-Pues por lo visto estas bien informada, por lo tanto, ¿creo que quizás podrías intentar algo con él y que él sea el primero?- Me preguntó en un tono más bajo que su tono normal.
-Creo que estoy bien así, ya sabes, no relaciones, no cursilerías, solamente una chica simple- Atiné a decir al comentario dicho anteriormente.
-No sé cómo has podido pasar 18 años de tu vida sin un novio, un beso, y algo más- El tono de frustración de Dinah era casi evidente.
-Pues ya lo vez... aunque en séptimo grado bese a John, pero volviendo al tema de la mañana, ¿cual es mi precio a pagar por tu delicioso panqué?- le pregunte mientras daba un gran mordisco al panque.
-Veras el sábado en la noche iré a una cita con un chico pero no quiero ir sola así que quiero que vallas conmigo- su tono de emoción remplazaba su tono de frustración.
-Todo esta genial a excepción de dos cosas, para empezar no soy buena siendo un mal tercio y segunda pero no por eso menos importante, recuerda que tengo una cena del trabajo de mi padre- Le dije sin hacer ningún gesto.
-Cariño estás hablando con una chica con un IQ intelectual de arriba de 180 ¡PUM! Pues ira otro chico, y de tu papá no te preocupes ya hable con el hoy por la mañana y acepto- Dijo mientras bebía un poco de su Coca-Cola.
-Bueno- Creo que fue lo único que pude decir en ese momento.
-Paso por ti a las 7, llévate una mochila con tus cosas, ya sabes lo necesario para una chica, y por amor a los panqués de mi madre, ponte algo diferente- Me guiño el ojo, mientras tiraba su comida en el bote.
De vuelta a mi casa, después de las últimas horas de clase, en las que por cierto me puse a pensar sobre lo de la idea del sábado, que sin querer termino agradándome, me tire en la cama con mi celular preparando un mensaje para mi mejor amiga.
Para: Dinah
Ya quiero que sea sábado ;). xx