Kiki x Harbinger.

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Este one-shot está dedicado a Eris_Takahashi, quien fue el que me puso el reto. Espero les guste.
***************

Me dirigía hacia la parada de autobús. Eran las 6:25 a.m. El Sol estaba casi completamente afuera y hacia viento. Antes de poder llegar a la esquina en dónde llegaba el camión que me transportaba a la escuela, me encontré a Genbu y a Fudo, mis dos mejores amigos.
- ¿Estás listo para contestar las preguntas que nos hagan?- preguntó Genbu.
- Sinceramente no. Ya estoy harto- contesté.
¿A qué se refería Genbu esa vez? Pues por alguna razón, nuestros compañeros de clase creían que por ser de los pocos alumnos que seguíamos en la misma escuela desde hacía demasiado tiempo, sabíamos todo lo que sucedía en la escuela, por lo que se la pasaban fastidiandonos intentando sacarnos información de la que no estábamos si quiera enterados.
- Bueno, lo único que espero es que no haya ninguna novedad- dijo Fudo.
Volteamos a ver hacia la izquierda cuando escuchamos un claxon. Era el camión que nos recogía. Los tres nos subimos a este y caminamos hasta el final del autobús. Nos gustaba sentarnos hasta el fondo. El camino hacia la escuela duraba al rededor de 20 minutos, así que a ese paso aún podíamos llegar temprano al salón y evitar que nos invadieran de preguntas. Al llegar, lo primero que hicimos fue ir hacia nuestros casilleros, y después nos aseguramos de que nadie de nuestro grupo nos habían visto.
- Corran -dijo Fudo- ahí están.
Volteamos a ver hacia dónde Fudo había señalado. Como había dicho, había un grupo de personas platicando. Exactamente las mismas que siempre pedían que les contáramos lo que sucedía.
- Rápido. Rápido. Rápido. -dijo Genbu.
- Demasiado tarde. Ya nos vieron. Corran lo más rápido que puedan ¡Ya!- grité mientras empezaba a correr hacia el salón. Detrás de mi venían mis amigos, y tras de ellos estaba el grupito fastidioso. En esos momentos de persecución, nosotros tres parecíamos Jerry siendo perseguido por Tom. Logramos entrar al aula, pero desafortunadamente, los otros también pasaron.
- ¿Es cierto que hay una persona nueva en nuestro salón?- preguntó alguien al fondo.
- Yo escuché decir a los profesores que hoy llegaba- dijo otro más.
- ¿Ustedes saben algo sobre el tema?,  ¿Creen que sea cierto?- habló alguien frente a nosotros.
Los tres decidimos ignorarlos. Después de todo no sabíamos nada al respecto. Nos sentamos en nuestras butacas y aún así no dejaban de preguntar: «¿De dónde viene?» «¿Por qué lo cambiaron de colegio?» Inclusive mencionaban cosas sin sentido, como «¿Saben si es apuesto?» Por favor, ¡¿Quién pregunta ese tipo de cosas?! Estuve a punto de gritarles que se callaran y se fueran, cuando entró el profesor de historia.
- Buenos días jóvenes -exclamó- El día de hoy se ha integrado a nuestro grupo un nuevo alumno...
- ¡Ves! ¡Te dije que era cierto!- se escuchó un grito al fondo proveniente de una chica, únicamente provocando que el profesor se enojara y que Genbu y yo tuviéramos que aguantar las ganas de reír.
- Cómo decía, hoy ha llegado un nuevo alumno. Lo único que espero por parte de ustedes es que lo integren a este grupo y que lo traten con respeto. Ahora sí, pasa, por favor.
Todos volteamos a ver hacia la puerta. Esta se abrió, y fue en dónde entró el. Un chico del que sin saberlo en ese momento, me enamoraría completamente.
- Presentate con tus compañeros- dijo el profesor.
- Ah, claro -dijo el chico- Mi nombre es Harbinger. Tengo 17 años y soy de Grecia. Mi materia favorita es matemáticas.
Harbinger. Un nombre poco común que nunca en mi vida había escuchado. A pesar de la notoria incomodidad de Harbinger, la mayoría enseguida empezó a hablar con el. 
- Kiki. Fudo. Genbu. Acompañenme afuera- dijo el profesor.
- ¿Ahora qué?- espetó Genbu.
- Habla más bajo o nos van a regañar- susurró Fudo.
Salimos del salón, en dónde el maestro nos esperaba.
- Me gustaría que fueran ustedes quienes apoyen a Harbinger a adaptarse a este nuevo entorno. Sólo mientras se familiariza a nuestra escuela.
- Está bien profesor- contesté.
Volvimos a entrar al salón. Para sorpresa mía, Harbinger se sentó hasta el fondo. La clase dio inicio, y fue cuando tuve que dejar de mirarlo para sentarme bien en mi lugar y prestar atención a la clase de historia. Cuando por fin pudimos salir a comer (después de dos horas seguidas con la misma materia), decidí dirigirle palabra a Harbinger.
- Hola. Mi nombre es Kiki. Ellos son Fudo y Genbu- dije señalándolos.
- Ah. Estaba por buscarlos. El profesor me dijo que ustedes serían quienes me ayudaran a "adaptarme".
- Por supuesto- dijo Fudo.
- ¿Quieres empezar de una vez?- preguntó Genbu.
- Si ustedes pueden, entonces con gusto- contestó Harbinger.
- Perfecto. ¿Qué te parece después de clases?- pregunté.
- Está bien -dijo para después voltearse y agarrar un libro- Gracias.
Antes de que pudiéramos contestar, Harbinger salió por la puerta y no volvimos a verlo hasta regresar del almuerzo. Ni siquiera había entrado a la cafetería por algo de comer. Pasaron varias horas hasta que sonó la campana indicando que las clases habían terminado y que podíamos salir. Claro, a excepción de los que practicaban deportes o personas como nosotros a los que les encomendaban favores extremadamente grandes. Fudo y Genbu salieron a platicar con el profesor para pedirle que si podía llamar a nuestros padres avisando que nos quedaríamos, mientras yo empezaba a trabajar con Harbinger.
- Bien. ¿Con qué materia quieres empezar?- pregunté.
- Estaría bien empezar con español- contestó.
- Entonces siéntate. Te doy mi cuaderno y mientras escribes yo te voy explicando.
Harbinger hizo lo que le dije, y antes de que empezara a explicarle, el preguntó:
- ¿Por qué lo hacen?
- ¿Qué?
- ¿Por qué tu y tus amigos se quedan hasta tarde sólo para ayudarme?
- Porque el profesor nos lo pidió.
- Si fuera por ustedes, ¿No estarían aquí?- dijo mientras empezaba a escribir.
- No lo sé.
Antes de que Harbinger dijera algo más, entraron mis dos amigos.
- ¿Qué les dijo?- pregunté.
- Ya había hablado con ellos- contestó Fudo.
- Caminamos hasta allá en vano- dijo Genbu.
- Supongo que son mejores amigos ¿No?- dijo Harbinger sin dejar de copiar los apuntes, interrumpiendo nuestra plática.
- Supones bien- contestó Genbu.
Los tres decidimos juntar otras butacas junto a la de Harbinger para poder platicar y explicarle los temas más cómodamente.
- ¿Aquí también se dividen por "bandas"?- preguntó.
- ¿Bandas de que?- dijo Fudo.
- Me refiero a los grupos de personas que comparten gustos entre sí. Están los "populares", los que no hacen nada, y etcétera.
- Claro. No conozco lugar alguno en dónde no existan ese tipo de "divisiones"- contestó Genbu.
- ¿Y ustedes a cual pertenecen?
- A ninguno- contesté.
- Ya veo. Son los que no encajan y forman su propio grupo.
- No nos identificamos de esa manera- dijo Fudo.
- Apuesto a que tu -dijo señalando a Fudo- eres el más responsable entre ellos, y además te gusta demasiado estudiar, aunque también sabes como divertirte. Tu -dijo señalando a Genbu- eres el más aventurero de todos. A veces te metes en problemas por tu forma de proteger a tus amigos, y eres el que más se preocupa por el estado en el que se encuentran en cuestión de salud o demás. Y tú -dijo señalandome- eres el mediador. Siempre que surge alguna pelea te dispones a detenerla, y con más razón si sucede entre ustedes. ¿Acerté?
Todos nos sonrojamos antes de poder responder, a lo que Harbinger sonrió victorioso.
- Parece que sí- dijo.
- Creo que los que deberíamos estar suponiendo cosas deberíamos ser nosotros- dijo Genbu.
- Mejores amigos. Fieles los unos a los otros- dijo Harbinger ignorando completamente el comentario de Genbu.
- ¿Hay algún problema con eso?- dijo Fudo.
- Por supuesto que no. Es sólo que últimamente ya no se ven ese tipo de relaciones.
- ¿Por qué lo dices?- pregunté.
- Bueno, yo creí que tenía "amigos" y resultó ser todo lo contrario.
- ¿Qué sucedió?- preguntó Fudo.
- Esto- contestó alzando sus cejas.
Harbinger levantó el largo cabello que cubría la parte izquierda de su rostro. Antes había supuesto que lo tenía así porque le gustaba como se veía, pero no. En vez de que hubiera un ojo con iris color lila al igual que su cabello, solo se encontraba una enorme cicatriz que abarcaba desde su ceja hasta casi terminar su barbilla.
- Me lo hicieron mis "amigos"- dijo marcando comillas.
- Por Dios- dijo Genbu cubriendo su boca con una mano.
- Lo sé, es enorme. Pero bueno, ignorando lo que acaban de ver, agradezco que se hayan quedado aquí conmigo, pero no es necesario. Sólo basta con que me presten sus cuadernos. A pesar de haber entrado a medio ciclo entiendo los conceptos, así que no se preocupen por explicarme. Toma Kiki. Ya terminé- dijo extendiéndome el cuaderno.
- ¡¿Pero qué?! ¡Escribes demasiado rápido!
- Si, tal vez.
Y así, sin siquiera despedirse, Harbinger se fue dejándonos a mis amigos y a mi totalmente desconcertados.
- Vaya. Que educación la suya- espetó Fudo.
- No creo que sea mala persona -dije recogiendo mis cosas- Probablemente sólo le incomode estar con nosotros.
- Si, quizá. Pero no por eso tiene que ser mal educado- dijo Genbu.
- Bueno, ya. Sólo vámonos de aquí. Quiero irme a casa.
Fudo, Genbu y yo salimos de la escuela y tomamos otro camión para poder llegar a casa más rápido. Bajamos después de 20 minutos, y fue donde nos despedimos. Cada quien fue por su lado, no sin antes chocar palmas. Caminé una cuadra y entré a mi casa.
- Hola papá- dije moviendo mi mano.
- Hola Kiki. ¿Qué tal te fue con el chico nuevo? Tu profesor me habló por teléfono.
- Todo estuvo bien. Sólo estuvimos platicando.
- Bueno, vete a cambiar. Tu papá va a salir temprano de trabajar y nos va a acompañar a comer.
- ¡Genial!- grité corriendo hacia mi cuarto.
¿Qué tengo dos papás? Si, eso es cierto. Los dos se conocieron cuando tenían 15 años. Al principio sólo eran amigos, pero poco a poco fueron descubriendo nuevos sentimientos y fue cuando se volvieron pareja. Mucho tiempo después se casaron (algo que les resultó muy difícil) y cuando ambos tenían 28 años decidieron adoptarme. A muchas personas les resulta extraño convivir con parejas homosexuales, aunque estas viven como cualquier otra familia. En fin, después de dejar mis cosas y haberme cambiado de ropa, bajé a la cocina para ayudar a mi papá a poner la comida en la mesa. Justo cuando nos íbamos a sentar, la puerta se abrió y entró mi otro papá.
- ¡Hola papá!
- ¡Hola Kiki!
Mi papá pasó y nos saludó a ambos. Después se acercó a...mi otro papá y lo besó. Por alguna razón, eso me resultaba gracioso, así que no pude evitar reír.
- Mu, ¿Sabes porque tu hijo siempre se ríe cuando nos besamos?- dijo mi padre que acababa de llegar.
- No. No sé porque nuestro hijo se ríe- contestó mi otro papá enfatizando «nuestro».
- Bueno, ¿Qué tal si mejor comemos?- sugerí.
- Me parece bien- dijo uno.
- A mi igual- dijo el otro.
Después de haber disfrutado la comida, mis padres y yo estuvimos platicando sobre la escuela y demás trivialidades. Los días siguientes a ese fueron exactamente iguales durante un mes: mis amigos y yo tomábamos el camión, llegábamos a la escuela, repondíamos preguntas, tomábamos clases, y al final del día, la pasábamos con Harbinger. A pesar de que le hablábamos y de que ya habíamos entablado una especie de amistad, el prefería estar solo durante el día. Durante mucho tiempo me dediqué a observar que era lo que hacía, hasta el punto de que casi se volvió mi hobbie. Incluso Fudo y Genbu me pidieron que parara de hacerlo en diversas ocasiones, aunque claro, no les hice caso. Gracias a mis continuas observaciones, descubrí que a Harbinger le fascinaba los libros de terror y suspenso, pues siempre cargaba con alguno. Además, le gustaba almorzar fresas, ya que casi siempre llevaba un bol lleno de ellas. Pasaron alrededor de dos meses para que me atreviera a preguntarle si quería acompañarnos a almorzar, y para sorpresa mía, aceptó. Poco a poco dejamos de ser un trío, y nos convertimos en un grupo de 4 jóvenes que compartían increibles momentos juntos. A pesar de que al principio a Fudo y a Genbu no les agradaba demasiado la idea de relacionarse con Harbinger, terminaron aceptándolo (tuve que obligarlos a hacerlo). Fudo pasaba horas hablando con Harbinger sobre libros (sorprendentemente no sólo leía de terror y suspenso) y Genbu se reunía todos los sábados en un parque con el para jugar fútbol, básquet o voleibol. ¿Y yo? Bueno, también platicaba con el, pero nada más. La única diferencia era que yo empezaba a sentirme extraño cada vez que pasaba tiempo con Harbinger. ¿Por qué? No lo supe hasta aquel día en que decidimos ir a pasear los cuatro juntos. Cerca de la calle en dónde estaba la escuela, se ponía una pequeña feria a finales de mayo. Semanas antes había sido cumpleaños de Harbinger, así que decidimos reunirnos en aquel lugar para festejarlo. Alrededor de las 4 de la tarde, todos estábamos parados junto a un poste de luz esperando a que llegara Genbu.
- ¿Por qué no sólo entramos y ya? Cuando Genbu llegué que nos marque por teléfono y le decimos en dónde estamos- espetó Fudo.
- Sólo hay que esperar un poco más. Si Genbu no llega en 10 minutos, entonces entramos- dije intentando calmar la desesperación de mi amigo.
- Qué sean 5 minutos- dijo Harbinger cruzando sus brazos.
- No creo que...- dije antes de ser interrumpido por unos gritos que provenían de algunos metros atrás de nosotros.
- Perdón -dijo Genbu inhalando y exhalando aceleradamente- Tuve que sacar a pasear al perro y me retrasé.
- Ya no importa. Hay que entrar- dijo Fudo.
Seguimos a Harbinger hacia la "entrada de la feria", en dónde pagamos para que nos dieran boletos para jugar. Muchos se sorprendieron al ver a cuatro jóvenes de entre 17 y 18 años caminando en medio de niños que no pasaban de los 13 o 14, pero no nos importó. Al contrario de otras ferias callejeras, esta no tenía juegos tan maltratados ni descuidados, a parte de que no vendían cervezas ni bebidas alcohólicas.
- ¿Qué les parece si "pescamos"?- dijo Genbu.
- No. Tu eres un tramposo siempre que jugamos a "pescar"- espetó Fudo.
- No es cierto. Una cosa es ser experto jugando, y otra es hacer trampa- contestó Genbu.
- Ajá. Y yo tengo un unicornio azul de cabello plateado en mi garage.
Ambos empezaron a discutir mientras avanzabamos para decidir que jugaríamos. Después de un tiempo, ambos pararon y quedamos en completo silencio.
- Apuesto a que esos dos van a terminar siendo pareja- dijo Harbinger susurrando a mi oído.
- ¿Entonces qué hacemos?- preguntó Genbu antes de que pudiera contestar a Harbinger.
- ¿Qué les parece si competimos para ver quien revienta más globos en un minuto?- propuso Harbinger.
- Buena idea- dijeron Fudo y Genbu al unísono, a lo que ambos voltearon a verse.
- Primero me dices tramposo y luego hablas al mismo tiempo que yo- dijo Genbu.
- Bueno, ya. Vinimos a divertirnos, no a escucharlos discutir -dijo Harbinger- ¿Tú que opinas Kiki?
- Me parece bien, aunque no creo ganar. Tengo la peor puntería que puedas haber visto.
- No lo creo- contestó el.
Nos dirigimos al puesto y le pedimos al encargado que nos diera los dardos para poder jugar. Y dicho y hecho. Sólo logré reventar 1 globo de los 20 que había pegados.
- No creí que lo dijeras en serio Kiki- habló Harbinger.
- No. Mi puntería siempre ha estado fatal.
- Oigan, Fudo y yo vamos a "pescar". Necesito demostrarle que no soy un tramposo- dijo Genbu rodeando el cuello de Fudo con su brazo.
- Si, si, andale. Ya te dije que yo soy el rey de Roma y mi papá es familiar de Gutenberg.
Ambos se alejaron hacia el puesto de "pesca" mientras discutían de nuevo.
- Yo también estoy seguro de que van a terminar juntos- dije a Harbinger sonriendo.
- ¿Siempre han sido así?- preguntó.
- La mayoría de las veces así es.
Seguimos platicando mientras esperábamos a que la fila en la que estábamos formados avanzara, pues queríamos comprar unas papas. Cuando fue nuestro turno, Harbinger empezó a pedir las cosas mientras yo observaba el entorno. Al momento de voltear a ver a la derecha, un puesto me llamó la atención: tenía varios peluches colgados, y se suponía que ganabas uno si lograbas ensartar 8 aros en un palo. Simplemente no pude dejar de ver como muchos niños intentaban ganar alguno de los muchos peluches que ahí había.
- ¿Qué miras Kiki?- me preguntó Harbinger.
- El puesto de allá- contesté señalando el lugar.
- ¿Quieres un peluche?
- Si -contesté sonrojandome sin razón.
- Vamos por uno- dijo Harbinger jalandome del brazo.
- ¡¿Qué?! ¡No! ¡Además mi puntería está del asco! ¡No voy a ensartar ningún aro!
- Entonces yo lo ganó por ti.
Ante esto, no pude hacer nada más que dejarme llevar y sonrojarme más de lo que ya estaba.
- Tome -dijo Harbinger entregando un boleto a una persona- ¿Cuántos aros debo ensartar?
- Los 8 si quiere un peluche- contestó un señor.
- Muy bien. Demelos por favor.
- No tienes que hacerlo Harbinger. Es sólo un peluche.
- Un peluche que tanto ansía mi amigo.
- En serio, no lo hagas.
- Yo quiero darte ese peluche, así que voy a jugar.
Harbinger tomó los aros y empezó a lanzarlos. Mis ojos no dejaban de moverse del palo en el piso hacia la mano de Harbinger. 2 aros...5 aros...7 aros...8 aros. Harbinger había ganado.
- Felicidades joven. Escoja su peluche.
- Te hablan Kiki. Escoje tu peluche- dijo mientras planeaba mi hombro.
Mis ojos deambularon entre la infinidad de peluches que tenían colgados, hasta detenerse en uno que me pareció tierno. Me pareció estar actuando como niño pequeño en ese momento, pero era preferible hacer algo a quedarme pasmado.
- Ese- dije señalando a un peluche de león.
- Tome.
Extendí mi mano y lo agarré. Por alguna razón me encariñé de el enseguida, sobretodo porque Harbinger me lo había dado...No, no sabía porque me había encariñado de el. Empezamos a caminar en busca de una mesa desocupada en dónde poder comer lo que habíamos comprado. Cuando encontramos una, Harbinger dejó las cosas y se sentó. Yo rodeé la mesa, y cuando me iba a sentar, tropecé.
- ¡Cuidado!- gritó Harbinger mientras se levantaba.
Creí que caería de frente en el suelo, pero en vez de eso sentí una mano que me jalaba. Había sido Harbinger. Ambos perdimos el equilibrio, y en un intento de no caerme, me acerqué más a el. Cerré los ojos temiendo que ahora ambos cayéramos, y cuando decidí abrirlos, vi algo que no esperaba: Harbinger me veía directamente a los ojos, y estaba sonrojado. ¿Por qué? ¡Casi nos basábamos! Y en vez de separarnos, nos quedamos inmóviles. Nuestro sonrojo fue en aumento, al igual que lo nerviosos que nos sentíamos. Mi corazón no dejaba de latir aceleradamente, y mis mejillas ardían de lo rojas que estaban.
- ¡Ya estamos aquí!- gritó Genbu.
En ese momento ambos nos soltamos y desviamos la mirada a lados contrarios. ¿Cuánto de eso habrían visto mis amigos? Esperaba que nada.
- ¡Le gané a Genbu!- dijo Fudo enormemente orgulloso de si mismo.
- Agh, ya te dije que sólo me distraje.
- Si, como no. Lo que sucedió fue que decidiste no hacer trampa y por eso perdiste.
- Bueno, ya, está bien. Perdí, ¡Pero sólo porque me distraje!
Por suerte Fudo y Genbu no dieron señales de que habían visto como casi me besaba con Harbinger. Seguimos en la feria un buen rato, hasta que decidimos irnos a casa. Nos despedimos y cada quien se fue por su cuenta. Al llegar a mía, mis papás me preguntaron que había hecho, visto, comido y poco les faltó para preguntar cuantos pasos había dado y cuantas veces había inhalado. Les conté absolutamente todo con detalle a excepción del incidente con Harbinger. Pasó alrededor de un mes, durante el cual no podía dejar de pensar en Harbinger. Sólo era Harbinger, Harbinger, Harbinger y más Harbinger. Llegué al punto en que sólo quería dormir o platicar con mis papás para evitar pensar en Harbinger, aunque ninguna de las dos cosas resultó efectiva. Pensar en fruta era igual a Harbinger comiendo fresas. Pensar en risas era imaginarme a Harbinger a carcajadas. Todo era Harbinger. Absolutamente todo. ¿Y cómo podía resolver lo que vivía en ese momento? Hablando sobre lo que sentía. Cuando decidí que era tiempo de contárselo a mis padres, ya desesperado por mi situación, les pedí que se sentaran junto a mi en el comedor.
- ¿Qué pasa Kiki?- preguntó uno de mis padres.
- Es que me gusta alguien- contesté tartamudeando.
Ambos voltearon a verse, y después dirigieron su vista de nuevo a mi.
- ¿Y quién es?- preguntó mi otro papá.
- Es Harbinger. El chico que ingresó este año.
Uno de mis padres asintió comprensivo a la vez que pensaba en algo, y el otro puso una mueca.
- ¿Qué sucede?- pregunté frunciendo un poco el ceño.
- ¿Estás seguro Kiki?- me preguntó.
- Demasiado.
- ¿Y si es un error?
- No creo que se trate de eso, Mu- dijo mi otro padre.
- ¿Por qué sería un error?- hablé preocupado.
- Es que tu cresciste con nosotros Kiki. Somos una pareja homosexual. A lo que tu papá se refiere es que pienses si lo que dices sentir es cierto. Al haber crecido en un entorno así, es probable que estés confundiendo tus sentimientos y creas que amas a un hombre cuando no es así, y probablemente sólo sea admiración o algo por el estilo.
- No. Yo estoy seguro de que lo que siento por Harbinger es verdadero- contesté.
- Entonces ten por seguro que ambos te vamos a apoyar en lo que sea, ¿No es cierto Mu?- dijo uno de ellos.
- Estoy contigo, Aldebarán.
- Lo único que pido es que no descuides tus estudios Kiki.
- Y si necesitas algo, lo que sea, cuentas con nosotros- dijo el otro.
- Gracias -les dije ambos mientras me levantaba de mi silla para abrazarlos- Los quiero demasiado.
- Y nosotros a ti, Kiki- contestaron ambos.
Ese mismo día, después de haber confesado mis sentimientos sobre Harbinger a mis padres, pude reflexionar la situación con más calma. Desde aquella vez que casi nos besamos, ninguno de los dos había sacado la conversación, pero estaba seguro de que yo sería quien empezara una nueva relación. Hablé con Harbinger por teléfono, preguntándole si podíamos vernos en el parque frente a la escuela a las 7 de la noche. «Te veo ahí» fue lo que contestó. Faltaban alrededor de 40 minutos para que dieran las siete, así que decidí volver a bajar con mis papás para avisarles lo que estaba a punto de hacer.
- Ten cuidado- dijo uno.
- No llegues tan tarde- dijo otro.
Asentí y después de despedirme salí de mi casa con dirección al parque. Al estar frente a la escuela, era preferible tomar el camión y después caminar lo que restaba para llegar, así que fue eso lo que hice. Cuando llegué, revisé mi celular. Sólo faltaban cinco minutos para las siete. ¿Qué le diría? ¿Cómo lo haría? Y si reaccionaba mal, ¿Cuál sería el plan B? Antes de poder planear si quiera algo, Harbinger llegó.
- Hola Kiki -dijo saludándome- ¿Sobre qué quieres hablar conmigo?
- Primero necesito que te sientes- dije señalando el lugar vacío junto a mi. Harbinger entendió el mensaje, y fue exactamente lo que hizo.
- Es algo importante. Así que te pido de favor que primero me dejes hablar a mi, y después tu puedes opinar lo que sea. Te aseguro que pase lo que pase, yo voy a aceptar tu decisión, y también prometo que esto no va a cambiar la relación de amistad que tenemos hasta el momento si no sale como espero. ¿De acuerdo?
- Kiki, siéndote sincero, no entiendo nada de lo que estás diciendo.
- Bueno, entonces espera a que empiece a hablar.
- Yo también tengo algo que decirte, pero estoy de acuerdo a que tu seas el primero que hable. Adelante. Te escucho.
Suspiré. Tranquilo Kiki - pensé- Todo saldrá bien.
- He estado reflexionando mucho esta situación -dije mientras jugaba con mis manos- Todo esto empezó desde aquel incidente en la feria. Creo que me gustas Harbinger, y mucho. No he podido dejar de pensar en ti. En cada momento apareces en mis pensamientos. Esto puede resultarte extraño o demás, pero te puedo asegurar que lo que siento por ti es verdadero. Me gustaría entablar otro tipo de relación junto a ti, en dónde se vean involucrados más sentimientos aún. ¿Qué es lo que decides Harbinger? No es necesario que respondas en este instante. Puedo esperar.
Volteé a ver a mi derecha, encontrándome con un rostro lleno de asombro.
- Es que yo también quería decirte lo mismo Kiki- dijo Harbinger susurrando.
- Entonces, ¿Aceptas ser mi novio?
Harbinger abrió mucho los ojos durante algunos instantes, y después asintió. No me di cuenta de lo rápido que estaba diciendo las cosas.
- Si. Está bien. Quiero ser tu novio.
En ese momento no pude evitar encimarme a el y abrazarlo. Harbinger correspondió.
- Oye Kiki.
- ¿Qué sucede?
- ¿El ser tu pareja no me da autorización de besarte en este momento?
- Graciosito que eres- dije mientras golpeaba su hombro derecho en forma de broma.
Ambos reímos un buen rato. Harbinger me posicionó entre sus piernas extendidas sobre la banca, a la vez que me rodeaba con sus brazos.
- Pero enserio Kiki, ¿Puedo...ya sabes...besarte?
- ¿Ya ahora?
- Si, ahora.
- Suspiré- Muy bien.
Nos volvimos a sentar como al principio, y nos tomamos de las manos. Poco a poco fuimos acercando nuestros rostros a la vez que nuestros ojos miraban los contrarios. Cuando estuvimos más cerca el uno del otro, decidimos bloquear nuestro campo de visión cerrando nuestros párpados, y fue cuando nuestros labios se unieron. Yo quería gritar de emoción. ¡Ahora si había besado a Harbinger! Tuve que contenerme, y en vez de levantarme y celebrar, seguí con el beso. Nos separamos después de un rato, ambos felices y sonrojados.
- ¿Tienes algo que hacer?- pregunté.
- No. ¿Por qué?
- ¿Seguro?
- Si, pero dime que vas a hacer.
- Quiero que conozcas a mi familia.
- ¡¿Qué?! Kiki, ¿Estás seguro de esto? ¿Qué van a decir tus padres cuando se enteren de que en menos de una hora iniciamos una relación?
- Tranquilo. Ellos ya lo saben. Les dije todo.
Harbinger suspiró. Meditó durante algunos minutos mientras se rascaba la nuca.
- ¿Y crees que acepten nuestra relación? Vivimos en una sociedad de mente demasiado cerrada Kiki.
- Estoy seguro de que sí.
- ¿Y cómo lo sabes?
- Sólo espera a que lleguemos a mi casa.
Extendí mi mano derecha hacia Harbinger. Esperé a que la tomara, y cuando lo hizo, empezamos a caminar hacia la parada del autobús. Mientras esperábamos, noté que Harbinger estaba demasiado nervioso por el hecho de que iba a conocer a mi familia.
- No va a pasar nada Harbinger- dije intentando calmarlo.
- Lo sé.
- Voy a llamarlos para que estés más seguro.
Saqué mi teléfono y marqué. Cuando mi papá respondió, activé el altavoz.
- ¿Bueno?- preguntó mi papá.
- Hola papá.
- ¿Está todo bien?
- Si. Todo salió mejor de lo que esperaba- respondí mientras miraba a Harbinger, quien se limitaba a escuchar.
- ¿Ya vienes de regreso?
- Si, pero quería preguntarte si te gustaría conocer a Harbinger.
- Por supuesto que si ¿Cuándo viene?
- Está conmigo.
- ¡¿Qué?! Hay por Dios Kiki. Tu papá te dijo que no tardaras mucho en llegar, ¡Pero pasa una hora y ya hasta son pareja! ¿Pues que hiciste o qué?- dijo provocando que yo riera. Harbinger se acercó a mi oído y susurró «Te lo dije» Lo golpeé despacio con mi codo y el volvió a alejarse.
- Bueno, pero ¿Si puede venir conmigo?
- Está bien, aquí los esperamos...oye, ¿Van a querer algo de comer?- volteé a ver a Harbinger quien negó con la cabeza.
- Si, por favor.
- Bien. Nos vemos.
- Si, adiós.
Colgué y volteé a ver a la calle, en dónde a pocos metros se veía el camión.
- Te dije que no quería de comer- dijo Harbinger guiandome hacia las escaleras del autobús.
- Lo sé, pero nadie se resiste a la comida de mi papá- respondí alagandolo.
- Bien, bien.
Nos sentamos en los primeros asientos y nos tomamos de la mano. Durante el trayecto Harbinger se limitó a fruncir el ceño.
- ¿Qué sucede?- pregunté.
- Sólo estoy pensando.
- ¿En qué?
- En algo que dijo tu papá.
- Ah.
Para mi suerte, ya tenía idea alguna de la pequeña familia que le esperaba en mi casa. Sonreí victorioso. Al ser de noche, tardamos mucho menos en llegar a casa. Guié a Harbinger, y finalmente paramos en la puerta. Saqué mis llaves, las metí en el cerrojo y abrí.
- ¡Ya llegué!- grité.
Entré a mi casa y detrás mío venía Harbinger. El primero en acercarse fue mi papá Aldebarán.
- ¡Hola! Tu eres Harbinger, ¿cierto?- preguntó.
- ¡Ah, sí, sí! Soy yo- respondió Harbinger sin dejar de ver a mi padre. Ambos reímos ante su nerviosa actitud.
- Descuida. Soy alto pero no muerdo- dijo mi papá entre risas.
- Lo siento, es que nunca había visto a alguien tan alto como usted.
- No te preocupes. Mejor vamos al comedor.
Mi papá empezó a caminar mientras Harbinger y yo lo seguíamos. Cuando llegamos hasta el, invité a mi compañero a que se sentara.
- ¿Y mi papá?- pregunté, a lo que Harbinger me miró extraño.
- Está allá arriba. Voy por el.
Mi papá empezó a subir las escaleras, dejándonos a mi y a Harbinger solos.
- Entonces tu...tu...¿tu tienes dos...?- preguntó titubeante.
- ¿Papás? Si.
- Ahora entiendo porque decías que iban a aceptar nuestra relación...
- Exacto...- dije antes de ser interrumpido por mi otro padre.
- ¡Hola! Perdón por no bajar desde el principio. Estaba haciendo algunas cosas.
- No te preocupes papá. El es Harbinger- dije señalando a mi derecha.
- Ya veo. Mucho gusto ¿Les gustaría comer algo?- preguntó.
- Yo si- contesté enseguida.
- Igual yo- contestó mi papá.
- ¿Y tu Harbinger?- preguntó mi papá Mu.
- Quiero ver si lo que dijo Kiki sobre su comida es cierto. ¿Quiere que le ayude?
Mis dos padres levantaron sus cejas, a la vez que asentian.
- ¿Y qué dijo Kiki sobre mi comida?- preguntó mientras le hacía gestos a Harbinger para que lo siguiera.
- Dijo que nadie se resiste a ella.
Mi papá se carcajeo y empezó a caminar hacia la cocina mientras negaba con la cabeza.
- Veo que es educado- dijo mi otro papá.
- Si lo es- dije sentandome junto a el en la mesa.
Esperamos algunos minutos hasta que los dos faltantes llegaran con la comida. Cuando lo hicieron, se sentaron mientras ponían los refractarios llenos de...algo.
Todos empezamos a servirnos (era espagueti y también había pollo) El más emocionado era mi papá Mu. Harbinger tomó el primer bocado de comida, y se quedó un momento en silencio.
- Esto -dijo señalando al plato- esta delicioso.
- Te lo dije Harbinger, pero no me quisiste creer- dije levantando mi mano.
- ¿Y cuáles son sus nombres?- preguntó limpiandose con una servilleta.
- Mi nombre es Mu- dijo uno de mis padres.
- El mío es Aldebarán- dijo el otro.
- Ya veo...- contestó Harbinger.
- ¿A qué se dedican tus papás?- preguntó uno de ellos.
- Los dos son administradores de hoteles. Hace poco se fueron de viaje a España- contestó.
- Supongo que viajan mucho- dijo el otro.
- Si. Muy seguido.
- ¿Entonces pasas la mayor parte del tiempo solo?- preguntó mi papá Mu.
- Casi no. Mis abuelos y mi tía viven algunas calles atrás de donde está mi casa, así que me voy para allá.
- Bueno, por lo menos tienes en dónde estar- dijo mi otro papá.
- ¿Y ya saben que Kiki y tu son pareja?- preguntó el otro.
- No. Les diga o no a mis papás, les da igual. A los que urgentemente debo contarles son a mis abuelos y a mi tía.
- ¿Eso no te va a provocar problemas?- dije preocupado.
- No. Ellos no son de la clase de personas que rechazan lo "diferente". Ni siquiera mis abuelos que vivieron en una época en dónde la homosexualidad era rechazada totalmente.
- Si necesitas algo Harbinger, aquí estamos- dijo mi papá Aldebarán.
- Gracias- contestó.
Hablamos algunas horas más sobre trivialidades y reímos junto a Harbinger hasta que decidió irse.
- Te acompaño afuera- dije.
Salí junto a el mientras se despedía de mis padres.
- Gracias por invitarme a tu casa Kiki. Tienes una familia increíble.
Nos abrazamos en forma de despedida, y después Harbinger empezó a caminar.
- ¡Sólo falta contarles a Fudo y a Genbu!- grité sonriendo.
- ¡Después se lo contamos!
Entré de nuevo a casa, y me dirigí dónde mis padres.
- ¿Y qué tal?- pregunté.
- Parece un buen chico- dijo uno de ellos.
- Es buena persona papá. Ya lo viste con tus propios ojos.
- Tienes nuestra confianza Kiki.
Asentí agradecido y después los abracé. Quien diría que ese momento marcaría el comienzo de una larga y duradera relación amorosa.

- Kiki...Kiki...¡Kiki!- dijo Harbinger sacándome de mis pensamientos.
- Ah, ¿Qué sucede?- pregunté.
- ¿En qué piensas?
- ¿Yo? En nada...
- Bueno, ¿Me puedes pasar las palomitas, por favor?
- Claro.
Extendí mi brazo derecho hacia el para entregarle un contenedor de cartón lleno de palomitas con salsa Valentina.
- No comas demasiado Harbinger...
Antes de poder terminar de hablar, Harbinger se metió a la boca un puñado de palomitas.
- Agh. Actuas como un niño.
- No es cierto. Además, es la única forma de entretenerme. La película está aburrida.
- Bueno pero no necesitas atascarte la boca.
- No te enojes amor. Sólo estoy comiendo.
- No. Te estás llenando la boca de comida...¿Qué llenando? ¡Atascando!
- Bien, ya no lo hago. Pero no te enfades.
- No me estoy enojando.
- ¿Me das un beso?
- Harbinger...
- Sólo uno- rogó interrumpiendome.
- Agh, bien.
Uní mis labios rápidamente con los de el, y después concentré mi atención a la pantalla del cine. A los pocos minutos, Harbinger golpeó mi hombro.
- ¿Qué sucede?- pregunté.
- Mira- dijo señalando a Fudo y Genbu, que estaban tres asientos después de los nuestros. Ambos se veían fijamente, y en un corto instante, se besaron.
- Otra profecía del gran Harbinger se cumple.
- ¿Ahora te declaras profeta?- dije sonriendo y negando con la cabeza.
- Por supuesto que si.
- ¿Ah si? Haber dime, ¿Qué va a suceder mañana?
- Así no es como funciona. Hace dos años yo dije que esos dos terminarían juntos, y velos -dijo subiendo sus hombros- ya se besaron.
- Eso era demasiado obvio.
- ¿Y qué me dices de cuando te dije que tus vans se iban a mojar?
- Esas no son profecías.
- Tal vez no, pero acierto en muchas cosas.
- No es cierto.
- Claro que si. Cuando te dije que bajaras de la banca del parque porque te ibas a caer, te caiste. Cuando te dije que el yogurt griego de frutos verdes no te iba a gustar, acerté. Hace una semana, cuando te dije que iba a llover y que te llevaras un paraguas, llovió. Hace unos días, cuando te...
- Bien, si, ya entendí, ya entendí- dije interrumpiendo su explicación.
Como pude me recargué en su hombro, y el me besó mi frente. Sinceramente estaba enormemente agradecido con el profesor que aquella vez había pedido que ayudara a Harbinger. De no haber sido por eso, no estaría disfrutando en este momento de unas palomitas y una horrenda película a su lado; no tendría infinidad de fotos con el en mi galería; y mucho menos habría tenido la oportunidad de ser novio de una maravillosa persona como lo es Harbinger.

Kiki x Harbinger (One-shot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora