Capítulo 5: elección

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Una de las cosas más difíciles que he tenido que hacer, después de la noche tan maravillosa que pasé con Samuel, fue separarnos para volver a nuestras casas. La sensación de pesadez que tengo, me provoca todo el rato querer salir huyendo e irme a casa de Samuel por todo el día, no tengo ganas de ver a mi padre y menos de dejar que me siga arruinando la vida.

-¿Qué son estas horas de llegar? –Me exalto al escuchar la voz de mi padre viniendo desde la sala, apenas me disponía a subir las escaleras.

-Me quedé a dormir en casa de Lu, como muchas veces lo he hecho, ¿algún problema? –Respondo sin poder ocultar la molestia que me causa su repentina "preocupación".

-Solo me doy cuenta que te faltan límites –Dice y camina hasta quedar muy cerca de mí.

-¿No crees que es un poco tarde para eso? Si no me los has puesto antes, es tu problema, ahora no es el momento –intento subir las escaleras y me detiene tomándome del brazo– suéltame –le exijo. Sus ojos destellan furia.

-No ha estado bien lo que has hecho con Yeray, ¿acaso no entiendes que le necesitamos para salir de la mala situación económica por la que estamos atravesando? –Confiesa con exigencia en su voz.

-No me importa, prefiero vivir en la miseria que tener algo con ese imbécil –sus ojos se encienden en llamas y afianza su agarre sobre mi brazo– que me sueltes –ordeno– no me obligues a hacer algo que no quiero –con resignación me libera, pero aún así no disminuye su enfado.

-Ve a descansar, pero una vez despiertes, quiero que vayas inmediatamente a mi despacho –le sostengo la mirada para que se dé cuenta que ya no le tengo miedo y no me puede manejar más como si fuese una marioneta– quiero que pienses bien, si vuelves con Polo o le das una oportunidad a Yeray –lo miro desconcertada y con ganas de borrarle la sonrisa estúpida que tiene.

-¿Estás de coña? –Se da media vuelta, ignorando mi pregunta y lo único que siento es el portazo que da al entrar al estudio– prefiero verte en la cárcel y empezar a trabajar el negocio desde cero, que estar con alguno de esos idiotas; no pienso dejar a Samuel –expreso en voz baja, pero con determinación.

Por primera vez en mi vida me estaban pasando cosas buenas, estaba siendo realmente feliz y no cambiaría eso por nada. Ahora tengo una mamá que se preocupaba por mí, me escucha y me apoya, pudo retomar su amistad con su única y mejor amiga, Lucrecia y estaba enamorada del mejor y más noble chico del mundo.

Sin querer darle más importancia de la necesaria a las palabras del calculador de mi padre, retomo el camino hacia mi habitación y después de lavarme la cara para retirar los restos de maquillaje de ls noche anterior y cepillarme los dientes, coloco mi móvil a cargar y en cuestión de minutos me quedé profundamente dormida con una gran sonrisa plasmada en mi cara, recordando lo maravilloso que ha sido volver a hacer el amor con Samuel.

Unos toques en la puerta de mi habitación me despiertan. Me froto los ojos y me siento sobre el colchón.

-Adelante –respondo pesadamente y volteo al espejo para acomodarme el cabello en una cebolla un poco desordenada, pero al mismo tiempo muy linda.

-He venido a traerte el almuerzo y a que me cuentes, ¿cómo te ha ido con Samuel? –Mi rostro se ilumina al ver a mi madre entrar y acercarse a mí. Se inclina y besa mi frente haciéndome sonreír– aunque, vale, que con esa carita que tienes, estoy más que segura que te ha ido excelente.

-Sí, mamá, ha sido maravilloso, Samuel es un sueño hecho realidad –no puedo evitar suspirar al recordar la increíble noche que tuvimos juntos, nuestro primero de muchos San Valentín.

-Me hace feliz saber eso, hija, me encanta el que hayas recuperado el color en las mejillas y tus ojitos brillan más que nunca –mamá me da un abrazo– come y nos vemos a la noche.

Contigo, hasta el finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora