Dos personas.
Dos mundos opuestos.
Una relación falsa.
Una noche de fiesta ha bastado para dar un giro impredecible en la vida de Nicole Carson y Maximiliano Dimitriou, una estudiante universitaria y un magnate hotelero.
Uno nunca se ha enamorado y...
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Narrando Nicole Carson.
Estoy de regreso en Miami, tratando de trabajar cuando solo puedo pensar en la mini aventura que tuvimos al otro lado del mundo. Necesito volver a visitar, pero esta vez con más días de por medio para tener la oportunidad de conocer la ciudad, en vez de pasar el ochenta por ciento encerrada en la suite con Maximiliano haciendo todo tipo de barbaridades, menos comer a las horas adecuadas.
—¿Todo bien? —Eli se asoma desde la puerta.
—¿Hm? —parpadeo regresando a la realidad.
—¿Que si todo bien?
—Oh, sí.
—Puedo notarlo con esa cara —se ríe.
—¿Qué cara?
—La que cualquiera tiene cuando está recordando la noche anterior —me guiña el ojo.
Bueno, técnicamente, hoy se convierte la tercera noche desde que regresamos de Guangzhou. Lo que me tiene con pendiente es que, desde entonces, Maximiliano se ve tenso y estresado. Entro en un dilema, porque no sé de qué manera ayudarlo.
El equipo de seguridad privada se supone que debe traer dentro de unos días si en realidad el abuelo de Max es responsable de los robos en la empresa. Me tiene nerviosa, pues un pedazo de mí está rogando que no tenga nada que ver y sea un malentendido.
Sé que el hombre no me soporta ni un cachito, al pensar que soy otra interesada que quiere robarse la fortuna de su nieto. Sin embargo, dejando eso por aparte, no quiero ver una relación entre nieto y abuelo destorcerse por la avaricia. Eso romperá el corazón de Max, aunque insista que no sea cierto.
Max quiere a su abuelo, a pesar de la manera tosca de ser con su nieto. Fue su principal mentor para inducirlo al mundo de los hoteles y turismo, de ahí proviene un cariño que no cualquiera tiene, pero se aprecia y disfruta de lo poco que hay por acaparar.
—Estaba pensando en el caso —dejo a un lado el dilema de mi mente.
Ella aprovecha para entrar y tomar asiente en una de las dos sillas que tengo enfrente.
—¿A poco si? Platícame entonces —abre la notas de su tableta para escribir lo que le parezca importante de lo que vaya a decir.
Entonces me pongo a intercambiar información importante del caso en el que estamos trabajando.
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—¿Prefieres pasta boloñesa o alfredo? —busco entre el montón de gabinetes las cosas requeridas para preparar pasta de cenar.
—Pasta alfredo. Es mi favorita —Max contesta a mis espaldas.
—Alfredo será —alcanzo la caja de pasta gracias a los tacones—. ¿Con camarones o pollo?
