Capítulo 38

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A la mañana siguiente me despierto entre las sábanas de Dante, recordando todo lo que pasó anoche y la verdad es que me gustó y no sé si debería sentirme mal.

Al darme cuenta de que él se encuentra en el baño yo recojo mi ropa y me la pongo, yéndome de ahí antes de verlo y la verdad es que lo pienso y no me siento culpable por lo que pasó.

Mientras voy a la habitación veo hombres armados en algunas parte y siento mucho pánico, ¿qué está pasando? O mejor dicho, ¿qué va a pasar?

Yo solo sigo caminando pasando desapercibida pero justo me tengo que encontrar con ella.

— Una cojida y ya se pasea como golfa por su casa —dice, con su habitual tono de burla.

— De hecho, fueron varias y no creo que acostarte con tu secuestrador te haga una golfa, yo solo quería probar el postre y lo probé —respondo, encogiéndome de hombros porque no podría importarme menos su comentario o lo que ella pueda pensar porque es mi vida y ella no me va a decir como vivirla.

— No me sorprendería que lo golfa lo hayas sacado de tu madr...

Y por supuesto que no la dejo terminar porque sé lo que iba a decir, solo le estampo un puñetazo con todas mis fuerzas. Nadie, absolutamente nadie tiene derecho a mencionar de esa forma a mi madre ni a nadie.

Ella cae al piso y de inmediato, unos hombres vienen a su rescate porque si, estoy dispuesta a tirarla por las escaleras.

— ¡No te atrevas a volver a mencionar a mi madre de esa forma! —digo entre dientes, sintiendo como mi enojo crece y solo quiero seguir pegándole.

Ella se para por si sola, ignorando las manos de ayuda que los hombres le dan y ahora me doy cuenta de como me sostienen dos.

Ella se acerca, con esa mirada de asesina y una sonrisa ladeada. Antes de llegar a mi un cuerpo se interpone y al instante me doy cuenta de que es Dante.

— Hoy es un día muy especial como para pelear, Bitsy, y lo sabes —dice Dante, con una tranquilidad que preocupa.

¿Porqué es un día especial? ¿Qué está planeando?

— Y tu, camina —me dice cortante y me sorprende un poco, pero no esperaba que me invitara a caminar agarrado de las manos.

Yo camino, y ni Bitsy ni yo quitamos la mirada hasta que tuve que hacerlo cuando Dante agarra mi brazo con fuerza y me hace caminar más deprisa.

— No creas que por haber amanecido en mi cama te da algún derecho aquí —me entra a la habitación y cierra la puerta con fuerza.

— ¿Derecho? ¿Creés que me acosté contigo por querer tener algún maldito derecho aquí? — por Dios, que imbécil.

Lo miro sin expresión en mi rostro, queriendo sacarle los ojos. La verdad, no me gusta estar enojada porque cuando lo estoy no puedo pensar y suelo hacer cosas tontas.

— No me sorprendería que lo hicieras por algún beneficio y no sabes lo patética que te ves —pasa su pulgar por mi boca y las ganas de arrancárcelo con los dientes son muchas pero mejor no.

— No dijiste nada de eso anoche pero no te preocupes, te daré un 6/10 —digo con burla, verlo enfurecido es satisfactorio pero que sea contigo es otra cosa.

Me da una cachetada fuerte, y ya siento que mi mandíbula se va torciendo poco a poco de tantos golpes. Yo caigo al piso cerca de la cama y él se arrodilla frente a mi.

— Eres una estúpida, te creí más inteligente pero no eres más que una niña patética que perdió a su familia y que aún así, vive y se acuesta con el enemigo —aprieta mi cabello en un puño y con su otra mano acaricia mi mejilla con su dedo mientras sonríe, dándome escalofríos.

— ¿De que... estás hablando? —susurro, sintiendo mi corazón latir con prisa.

— Hablo del hombre que mató a tu familia, tu sabes quien es. Lo sabes, di su nombre —la emoción en su voz es como si estuviera esperando esto toda su vida.

Yo no respondo, no sé de quién está hablando.

— Heist Varela, pero tu no lo conoces así ¿verdad? Lo conoces como Henry Johnson...


En El Olvido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora