Circus

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Tom no era el padre más dedicado. Era el primero en admitirlo. Su compañía no se dirigía sola, y como padre soltero, no podía pasar todo el tiempo que quisiera con su hija.

Sin embargo, los fines de semana se dedicaba como nunca. Y ese fin de semana el circo estaba en la ciudad. Una compañía itinerante con un nombre llamativo "La Orden del Fénix".

Delphini sabía todo sobre ellos. O al menos todo lo que internet tenía para decir de ellos. Y había exigido que fueran.

Estaba lleno de carros con juegos de kermesse, y a lo lejos una gigantesca carpa de colores.

—Papi, papi. ¿Qué es eso? —preguntó Delphini desde su cabeza, señalando hacia un costado. Durante unos segundos no supo bien qué veía. Parecía una masa de muñecos de peluche en movimiento. Cuando se giró y vio los ojos verdes, el cabello alborotado y esos labios... un ángel decidió.

Tragó saliva. Se sentía sediento.

—No lo sé. Vamos a averiguarlo.

Delphini soltó un sonido de aprobación.

—¡Es un hombre peluche!! —dijo con enorme emoción.

Cuando se acercaron el joven, que Tom calculaba no tendría más de 20 años, fue directo a mirar a su hija con una enorme sonrisa.

—¡Hola! ¿Están disfrutando el circo?

—Sí, sí. ¿Qué eres?

—Soy un premio.

"Oh, de eso estaba seguro", pensó Tom echándole una mirada de arriba a abajo.

—Según lo que quieras ganar, te diré a dónde tienes que ir —siguió explicando el joven.

—¡Quiero una serpiente, como Nagi!

—¿Nagi? ¿Es un dibujo? Nunca había escuchado.

—No. Nagi es la serpiente de papá.

El joven entonces le dedicó su atención. Y Tom pudo ver cómo intentaba no hacerlo pero era más fuerte que él, y le echó una mirada a los pantalones antes de sonrojarse.

—Es una boa —Comentó Tom con diversión notando como enrojecía aún más.

—Oh, poca gente elige tener serpientes. Bueno, en el puesto de tiro al blanco pueden ganar algunas.

—Pan comido. Papi es un excelente tirador —su hija disfrutaba en destacar delante de otros las habilidades de su padre, y en ese momento Tom estaba agradecido.

—En ese caso, no les diré buena suerte.

—Oh, no, Delphi. ¿Crees que eso esté bien? ¿No quieres buena suerte de nuestro premio?

—Buena suerte, beso, beso —pidió Delphini respecto a "un beso de buenas suerte" como solía decirle él que le diera cuando tenía un trato complicado en el trabajo.

El joven lo miró incierto y ante su asentimiento se inclinó sobre Tom para darle un beso a Delphi y ella rió moviéndose.

—No, papá dispara.

Le iba a conseguir esa serpiente a como diera lugar.

—Oh, no se preocupe. Delphi, no creo que quiera darle un beso a tu viejo padre.

—Papá viejo, viejo.

—Ah, yo....

Tom le tendió la mano, en espera para tomar la del joven que se la concedió. Depositó un beso en el dorso. El joven recobró su mano con rapidez. Quizá se había pasado, pero era difícil resistir la tentación de picarlo.

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