Parte 11

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Gokudera frunció el gesto, alzando una ceja cuando Dino se le puso enfrente. Aunque intentó evadirlo, dado a que aún tenía el mal sabor de boca del futuro que vio, Dino volvió a bloquear su paso con una sonrisa que le causó más malestar a Gokudera.

— ¿¡Qué mierda quieres, potro!? ¡Te mandaré a volar! —gritó, harto de su presencia.

—Necesito que me ayudes con algo, Gokudera. —pidió él, abrazándolo por los hombros. Gokudera recordó entonces el abrazo dado en el futuro, lo cual causó un suave rubor en sus mejillas y más malestar en su estómago. De un aventón, Dino que por suerte tenía a Romario cerca, mantuvo su compostura y frunció la boca. —Reborn dijo que me ayudarías.

— ¡No voy a ayudarte con nada, imbécil! —replicó Gokudera, agitado.

—Que mala suerte, supongo que le diré a Reborn que Yamamoto me ayudó. —Dino se encogió de hombros y se volteó. —Seguro que Reborn está más de acuerdo en que se convierta en la mano derecha de-

— ¿Qué mierda necesitas? —rezongó Gokudera, tomándolo con fiereza del hombro. Dino sonrió.

—Es sencillo.

—Suéltalo de una puta vez.

—Ayúdame a que Kyoya acepte ir a una cena con los demás guardianes. —pidió, sonriente.

Una ceja de Gokudera se crispó, ¿era una broma? ¡Apenas hace una semana que estaba intentando no pensar en él!

— ¿Una cena? —aún así mantuvo su compostura.

—Fon ya debió habértelo comentado, el Noveno va a venir personalmente a Japón, entonces quiere conocer a los demás guardianes formalmente. —puntualizó, luego pareció recordar algo importante porque anotó: —pero tienes prohibidísimo decirle esto a Tsuna. Es una sorpresa.

Gokudera sonrió al saber que el Décimo por fin sería presentado al Noveno.

— ¿Y por qué mierda quieres que te ayude? ¡Tú siempre puedes con ese sádico bastardo! —reclamó Gokudera. Joder. No quería sentirse mal, pero sus sentimientos comenzaban a brotar de nuevo. —Eres... el que mejor lo entiende... quizás.

— ¿Gokudera?

— ¡Olvídalo! ¡Ese maldito infeliz puede ir a traga mierda por mí! —rechistó dándose la vuelta. — ¡No voy a hacerlo!

Dino corrió a alcanzarlo, sosteniéndolo por ambos hombros y agachándose para que ambas caras quedaran una frente a la otra. — ¿No entiendes lo importante que es esto? Estamos hablando que la famiglia principal de Vongola, vendrá a reconocer a Tsuna. No puedes fallarle.

Gokudera apretó los dientes, zafándose del agarre contrario con un manotazo.

—Usualmente no requeriría ayuda, —Dino suspiró, rascándose la nuca—pero Kyoya ha estado comportándose algo raro últimamente. Y como no para de mirarte, pensé que sería bueno que tu fueras con él a hablarle. Quizás quiere retarte a una pelea, te has vuelto más fuerte. Kyoya es convenci...

Dino se quedó callado al ver que las tonalidades de la cara de Gokudera escalaban a un rojo escarlata. El potro salvaje llevó una mano a su boca, entre sorprendido y curioso de ver a la tormenta así, era una faceta completamente nueva, y... ¿Cómo decirlo? Era sumamente tierna. Ver al mocoso escandaloso apenado, era lindo.

Pero, ¿por qué se había sonrojado? ¿Por qué le dijo que era fuerte?

—Vamos, Gokudera, todos lo sabemos. —Dino se rió, golpeando con fuerza el hombro del mas chico.

Un nuevo tono rojizo brilló en la cara contraria, resaltando mucho más sus orbes verdes y cabello plateado. ¿TODOS? ¿Era tan evidente?

— ¡Entonces te estuviste burlando todo este tiempo de mí, bastardo! —recriminó el albino, apuntándole con el dedo.

Me debes un favor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora