Capítulo 1

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La noche se presentaba apacible en Mountain City. Si bien el calor de pleno Enero era en verdad agobiante, unas ráfagas de viento algo intensas hacían que al menos respirar no se hiciera tan dificultoso a la hora de conciliar el sueño. En eso estaba Piper Chapman cuando varios y hasta violentos golpes contra su ventana la hicieron sobresaltar.

—Otra vez no —pensó.

Exhausta, sin calzarse y apenas cubriendo su cuerpo con una corta bata de baño, bajó las escaleras prestando especial atención a que nadie más en aquél caserón hubiese despertado por los persistentes ruidos que las pequeñas piedras generaban al chocar contra los vidrios.
Y como lo suponía, al abrir la puerta estaba ella, moviéndose de un lado a otro, (tambaleándose en realidad) evidentemente nerviosa, desprolija, con el cabello revuelto, el maquillaje corrido y demasiado olor a tabaco y alcohol.

Rota.

Así se encontraba Alex Vause esa noche.

No era la primera vez que se le aparecía de sorpresa. Sí era la primera vez que la veía así de destruida.

—No sé qué haces aquí, y menos así vestida, Alex —señaló la rubia enojada— ¡Alguien podría verte y fotografiarte, ya sabes que no es bueno para tu imagen, maldición! —se quejó.

Exactamente un año le llevó a Piper cambiar el look de la morena que con muchísimos reparos y millones de quejas muy de a poco fue dejando de lado los jeans, las zapatillas y las chaquetas de cuero para comenzar a vestir faldas, camisas y sacos de diseñador, zapatos elegantes y costosos y un make up mucho mas liviano, delicado y decoroso que el furioso carmín con el que solía pintar sus carnosos labios. Y ahí estaba, otra vez de camiseta sin mangas, jeans rotos y zapatillas. Preciosa a la vista de Piper, muy sexy, pero descuidada e irresponsable, cosa que la molestaba sobremanera.

—¡Me importa un carajo la imagen! —gritó vehemente

—¿Estuviste bebiendo?

—¡¿Qué importa eso?! ¡Tú y yo vamos a hablar, y ahora!

—¡Baja la voz! Ya te he dicho que no quiero hablar más contigo —recordó la dueña de casa— lo único que quiero es que por favor te vayas de aquí y sin hacer escándalo

—Sé que ya lo hablamos muchas veces, Piper, pero no te cases por favor —suplicó sollozando— Vayamonos de aquí, las dos juntas, lejos, donde quieras.

—¡Basta Alex, no, ya deja de insistir! -lloriqueó cansada.

—¡Dejo todo por ti!  ¡mi carrera, mi futuro, mi familia, no me importa nada, Pipes! —tomó su mano de manera violenta y  tironeó de ella— ¡vámonos juntas o quedémonos, no lo sé, lo que tú quieras, pero no te cases!

—¡sueltame, me lastimas!

—perdón, yo no...

Apenas le soltó la mano, llevó las suyas a su cara y restregó con fuerza sus ojos como queriendo despertar de un mal sueño. Además del mareo que el alcohol que tenía en la sangre le provocaba, sintió que en cualquier momento se derrumbaría ahí mismo de tristeza con el corazón destrozado.

—Estas muy ebria, voy a llamar un taxi para que te lleve.

Piper giró para volver a ingresar a su casa, contrariada, conflictuada con la escena que le tocaba vivir. Esa historia entre ellas estaba maldita, condenada al fracaso, al dolor pero por sobre todas las cosas a vivir en las sombras por eso es que se volvía imposible.

Amaba a esa mujer, desde las entrañas y como nunca creyó que fuera posible amar, pero no podía corresponderla, tenía limitaciones, miedos que no podía superar y ni siquiera poner en palabras, además  de muchos, muchísimos prejuicios al respecto aún transitando pleno siglo XXI. Ese conjunto de sensaciones, esa mezcla de emociones negativas la llevaron a sentirse segura para terminar lo que apenas había comenzado entre ellas unos meses atrás. Supo que cortar de raíz la relación era lo correcto para las dos: no era fácil para ella tener que aceptar a sus 25 años que había vivido una vida equivocada, ni se le hacía posible el hecho de tener que enfrentar esa nueva realidad con su familia, amigos, pares... sólo de pensarlo moría de la vergüenza y se mortificaba al extremo imaginando las reacciones de los demás.

La CandidataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora