Segundo día en Sevilla. Me desperté con el estridente sonido del despertador, que sonaba en mi móvil debajo de la almohada. Eran las 6:30, tan solo tenía 2 horas para prepararme, averiguar cómo se cogían los metros y llegar a clase. Estaba clarísimo que iba a llegar tarde. Me levanté de la cama como pude y fui a rebuscar en las maletas algo decente que ponerme. Todas mis cosas estaban tiradas por el cuarto en cajas y maletas. El día anterior cuando llegué de darme aquel casual paseo, ayudé a mis padres a subir toda nuestra vida en cajas. Los muebles grandes los tuvieron que subir una grúa ya que subir eso por las escaleras iba a ser un infierno y en el ascensor no cabía. No nos llevamos más de hora y media subiendo cosas, no traíamos muchos muebles porque mis padres tenían pensado renovarlos y comprar nuevos, ya sabéis por todo eso de una vida nueva. Aún no habiendo tardado mucho después nos tuvimos que demorar colocando las cosas de primera necesidad más o menos de manera que la pudiésemos usar de mientras nuestro piso estaba así.
Busqué en el Google Maps las paradas de autobús más cercanas. Habían dos que más o menos me cogían igual de cerca, así que me decidí por una que estaba detrás de una iglesia. A ver si Diosito me ayudaba en este día. La verdad el grandullón y yo siempre habíamos tenido una relación bastante cercana, mi familia materna era súper religiosa y por eso siempre había estado ahí metida. Sin embargo mi padre era ateo y su familia igual. Y yo aunque no tenía claro si creía en el o no, siempre estaba hablando con el cuando me encontraba sola, desesperada o sin salida. Supongo que sería por eso que se dice que la esperanza y la fe es lo último que se pierde.
Me rugía las tripas al ver los escaparates y tiendas de comida mientras iba a la parada. La cocina no estaba aún muy montada, y no teníamos comida, así que mi desayuno se resumía en un café. Vi de lejos que el autobús se paraba delante de la parada de autobús que yo debía coger. Después de dos segundos de shock para reaccionar empecé a correr porque no quería perder el autobús el primer día de clases.
Conseguí llegar al autobús a tiempo. El único asiento libre era al lado de una chica rubia. Me senté a su lado e intente disimular que no sabía cómo actuar. Era una chica guapísima. Iba vestida de una forma bastante pija, y noté que en sus pies había dejado caer una mochila, probablemente iba a algún instituto como yo. Noté que me miraba de reojo y no se me ocurrió nada mejor que hablarle.
—Soy Martina, ¿Y tú? —Le sonreí esperando que me devolviese la simpátia.
—Me llamo Valeria. Eres nueva en la ciudad ¿Verdad?
—¿Tanto se nota?
—Bueno, en la forma en la que te has puesto nerviosa al pagarle al conductor, y dirigirme la palabra... Digamos que aquí vamos todos un poco más a nuestra bola.
—Perdona si te he incomodado al hablarte, es mi segundo día en una ciudad, vengo de un pueblo en el que vivía a dos calles del instituto y esto de los autobuses aún me queda un poco... Grande.
—Si, te entiendo. —Dijo riendo. — ¿A que instituto vas?
—Pues el I.E.S Muñoz García va a tener el placer de disfrutar de mi presencia.
—¡Que dices! ¡Pero si yo estoy en el mismo! —Dijo entusiasmada y sorprendida por la casualidad. —Que guay.
Desde ese momento me dijo que ella me podía enseñar un poco el instituto y que no me preocupase por nada, que era muy buen instituto. Valeria me estuvo contando sobre su grupo de amigos. Estaba Marc, su novio de singular pelo pelirrojo, cursaría este año segundo de humanidades. Por otro lado me habló de Hugo, el típico popular del instituto, y Patricia una chavala muy simpática según me estaba contando, estos dos cursarían artes. Y por último me habló de una tal Claudia, que a pesar de estar en ciencias con Valeria, y en su propio grupo de amigos, ya no se llevaban muy bien. Claudia es la actual exnovia de Hugo, y aunque ya no salían con ellos, seguía intentando recuperarle. Valeria me contó que era un poco bicha. Acerca del instituto no me quiso contar mucho porque quería que yo misma tuviese mis expectativas y diese mi primera impresión sobre el centro.
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Nacer fue un fail
Teen Fiction¿Podré averiguar quién soy y lo que quiero hacer? Me llamo Martina, y os voy a contar cómo mi vida había sido un desastre desde que nací. Mis padres decidieron mudarse a Sevilla para superar un pequeño bache en su relación. Yo estaba a un año de ac...