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El miedo invade mis venas, el lóbrego callejón apenas se puede observar y a una larga distancia ese brillito del alumbrado público me doblega mirar en frente; por consiguiente camino rápidamente porque escucho unos pasos como tacones al chocar con un charco.

Siento el aire resonar con más fuerza, en efecto mueve tanto mi cabello y me está haciendo retroceder. De pronto me detengo y ya no escucho los pasos, quedo congelada al escuchar los susurros de alguien tan cerca de mí, tiemblo al observar unas tenebrosas sombras hacerme muecas. Empiezo a correr para llegar a ese punto de luz en lo lejano, mi corazón quiere salirse por la boca y mi cuerpo recorre un calambre desde la cabeza hasta la punta de mis pies.

Llegué al final del callejón; estoy cansada, los músculos de las piernas quieren colapsar. También sigo sientiendo los nervios recorrer mis células, percibo que mis manos están muy calientes y mi cabeza quiere explotar; me giro lentamente. Inspecciono detenidamente la calle, está muy vacía y oscura.

No soy capaz de comprender a cabalidad lo que está sucediendo, corro nuevamente hasta llegar a casa. Empiezo a dar vueltas como preocupada, miro de un lado a otro para ver qué me asustará de nuevo.
Siento escalofríos recorrer mi cuerpo y mi mente se paraliza por un momento. Miro fijamente al espejo y me acerco, hay sombras tras mí y de inmediato me regreso; es como solo estuviera en mi imaginación y esas sombras desaparecen.

Me quedo pensando sentada sobre mi cama, al mismo tiempo escucho una voz que me hace tembrar al pronunciar mi nombre.

-Kathleen.

Inhale y exhale muchas veces.

La voz provenía detrás de la puerta,
lentamente estoy procediendo a abrir.

-Ok, no hay nadie. -objeté después de inspeccionar.

Siento la mano de alguien en la espalda y la otra en el hombro; es como si alguien me estuviera acariciando. puedo ver su mano al mirar de reojo; Sin embargo, dudo regresar para ver su cara, también tengo conocimiento que no he visto a alguien con manos así: con muchos bellos, uñas largas y arrugadas. Luego, lo siento detenerse y empujarme con tal fuerza que llego a chocar contra el cristal de la ventana; así como choca un balón de fútbol con el arco.

-Abre la ventana. -Me ordena con una voz de temblor, su voz resona con tal gravedad que le obedezco.

-Ahora tírate, hazlo. -Me grita con más intensidad.
Empiezo a llorar porque tengo fobia, el aire intenta entrar en por mis poros. Miro la distancia que existe para llegar al padimento, estoy en el octavo piso de la casa; Pero tengo conocimiento que mi casa solo tiene cuatro pisos.

-Hazlo. -Me ordena una última vez incitando dejar caer mi cuerpo al precipicio.

La Magia de Haberme Encontrado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora