Capítulo VI

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Necesitaba que alguien me diera algún consejo para sobrellevar lo que me venía encima. Estaba balanceado la idea de rendirme y dejar que pasará lo que tuviese que pasar y volver a la aldea. Debía aparentar histérico o cansado. Por lo menos eso pensé. Ya que todos los alumnos se me quedaban mirando con temor cuando salieron de la clase. La magia no era lo mío.

Me encontraba en la sala de estudios donde los alumnos habían salido hace media hora. Diego me había hecho un hueco entre una hora y otra cuando no había clases para yo poder dar mi teoría. En verdad, es el único que de momento me considera. Tampoco conozco a nadie más que a el.

—Debes saber que la magia no funciona de la noche a la mañana, es un dominio complicado que requiere de años de teoría y practica—explicó Diego desde el otro lado de la mesa.

Había bajado la cabeza y me había rendido sin más. Estaba hecho un lío con toda esa teoría que me querían dar por la fuerza. Sabía de sobra que había venido para proteger a mi familia, pero no pensaba que me llevaría años para dominar esto. Tampoco sabía si funcionaria.

—Siento que no sirvo para esto—dije casi suspirando.

—No puedes decir eso siendo tu tercer día de teoría. -dijo frunciendo el ceño.

—Es que deberías comprender que esto es nuevo para mi y no se nada—dije casi suplicando—. Deberíais de darme lecciones poco a poco, hasta que comprenda las leyes básicas de vuestra magia.

Puso su codo apoyado en la mesa como su mano en su mejilla. Se quedó pensando un tiempo mientras yo lo observaba con cautela. Se levantó de su silla y comenzó a andar hasta la puerta. Salió sin más. Después de varios minutos decidí contar los rallajos que habían en la mesa para no aburrirme mientras esperaba. Conté Veintiséis.
Se abrió la puerta en cuestión de minutos y entró Diego con paso seguro. Traía dos libros bastantes escuálidos en sus manos. Los depósito en la mesa y se me quedó observando para que acatará la orden y me pusiera a leer.
Cuando llevaba algunas páginas ya leídas, me di cuenta de varias cosas; La primera era que magia no puede fluir si la persona que la contiene es cerrada de mente a la magia. Sería contraproducente debido a que esta necesita salir para que se pueda volver a renovar. Si no se hacía, ella empezaría como a caducar dentro del organismo, produciendo al cuerpo del individuo un gran malestar. La segunda cosa que me percaté fue que para identificar a alguien con magia, debía de haber tenido sucesos en los cuales no pudiera explicar. Y que eran muy similares a cualquier movimiento mágico. Entonces a mi me habían pasado cosas similares, por lo que Trewion se fijo en mi.

Después solo observé dibujos y leí algunas leyes básicas. Cuando terminó la clase y estaba a punto de irme, Diego me llamó.

Al acercarme a el note que estaba preocupado. Me estremecí cuando note que su mirada era distante y preocupada que le daba un carácter más temerario. Me quedé embelesado. Hacia mucho tiempo que no veía a un felino de esa forma. Parecía como que el mismo no fuese un felino. El aspecto del felino promedio era de no demostrar sus temores a nadie. Debido a que desde bien pequeños los enseñan a no mostrarlos. Esto me lo contó un compañero de clase que era una pantera negra.

—¿Que querías? —le pregunte nervioso.

Se quedó un minuto mirando a la nada sumido en sus pensamientos que yo nunca podré descifrar.

—Voy a ayudarte a que fluya la magia en ti más rápido. Necesitare hacerte clases extras por las tardes si tu me lo permites.

—Claro—contesté extrañado. Pero me sentí aliviado de que su mirada fuese por eso.

—Bien, empezaremos mañana. Buen día Pedro. —dijo con una sonrisa en su boca y se giro alejándose por el pasillo que tenía en frente mía.

Una vez que había dejado las clases de la mañana tome el ascensor para ir a mi planta. Ya en ella, entré en mi habitación y me tire en la cama. La suavidad de las sabanas empezaron a entrar en mis sentidos y me adormecieron.
Sin quererlo, dormí dos horas seguidas en las cuales no tuve sueños, sino una inmensa oscuridad. Al despertar, me levante y estire alzando lo brazos hacia el techo lo más alto que pude y después de eso observé mi nueva habitación como era realmente. En tamaño era algo más grande que la que tenía en la aldea. Sus paredes eran lisas, no como las gotas de lluvia de las paredes de mi casa. No tenía ventanal debido a que estábamos bajo tierra y tenía un color gris blanquecino, la luz era artificial que iluminaba cualquier rincón de esta por lo que era fácil de encontrar cualquier objeto perdido. En el escritorio había bastantes cosas para ordenar como libros, camisetas y adornos. En el armario era una leonera de ropa tirada y amontonada en una pila que llegaba hasta el techo de este.
Me había adaptado bastante bien a esta nueva forma de vida. En el reloj mostraba que eran la 1:55pm y dentro de cinco minutos era la hora de comer. Había que bajar al bar, así que lo hice.

Trewion: El Poder De AshunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora