capítulo 08

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❝ jeon jungkook ❞

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La fibrosa carne de unos labios forasteros comenzaron a ascender desde su hombro hasta el expuesto y húmedo cuello desvaído que transpiraba desmedradas gotas garbas.

El clima había aumentado por encima de los 35 grados centígrados y su ropa inferior comenzó a apretarle.

Era el baile de primavera y por primera vez logró conseguir una cita, o más bien, su molestosa vecina lo arrastró a ese evento ñoño luego de haberle insistido hasta el hastío. No es que fuese asocial y mucho menos odiara al mundo, pero estaba tan seguro que aborrecía las fiestas estudiantiles.

Las manos de su vecina apretaron los bíceps por encima del traje y se movió en su regazo.

—Estás tan bueno... ―gimió contra su oído.

Jungkook en algún momento de su juventud no fue ostentoso y fuerte como el resto de sus compañeros. Apenas media 1.78 de estatura y era señalado por ello ―sus compañeros eran unas bestias―. Su madre solía decirle que la nobleza no se medía por metros sino por la grandeza del corazón.

Tonterías.

Pero después de hacer ejercicio durante incontables meses y haber adquirido masa muscular y forma, tenía a la porrista más sexy del instituto suplicando ser follada por él.

Joder, pero qué suerte.

Estaba ansioso. Quería tocar por todas partes, saborear su diminuta cintura y destrozarla hasta al amanecer.

Y lo hubiera hecho, si no fuese porque su teléfono comenzó a vibrar en el bolsillo derecho de su pantalón.

―No contestes ―murmuró Ye-ji, cuando Jungkook se removió para atender la llamada. El castaño ignoró la petición de la porrista, claramente.

―¿Hola?

Jungkook ―la voz de Jimin apareció en la otra línea.

―Jimin ―sonrió en breve―, ¿qué sucede?

Necesito un favor.

Jungkook chasqueó la lengua. Estaba por iniciar la follada más increíble de su adolescencia y el hombre al que embarazó le estaba interrumpiendo.

―Mhm... ―lo pensó quizás unos diez segundos―, por supuesto. Te escucho.

Jimin pareció suspirar de alivio en la línea contraria.

Gracias. En serio que necesito este favor. Comúnmente Hoseok los hacía pero él tuvo que viajar de imprevisto a Japón y no ha vuelto el muy... En fin, quería saber si podrías conseguir kiwi en el supermercado.

―¿Kiwi?

Eh, sí. Con queso, mucho queso y... ―divagó un poco y continuó―... helado. También quisiera una pizza familiar y jugo de rambutan.

¿Eso acaso existía? El embarazo del hombre mayor le trajo problemas desde el sexto mes de gestación. Jimin solía tener cambios de humor tan repentinos. Hace dos semana, Jungkook había decidido hacer sus tareas en casa del mayor (mala idea). El rubio tropezó con la pequeña mesita de la sala de estar, derramando así el líquido naranja del vaso en sus trabajos. Y Jungkook se levantó molesto y comenzó a gritarle al chico encinta.

Jungkook no contó con el estrepitoso llanto de Jimin. Se sintió mal al instante e intentó disculparse, pero el más bajito dejó de llorar, tomó el vaso de vidrio y lo aventó al cuerpo del otro. Si sus reflejos no hubiesen sido tan buenos, posiblemente aquel golpe lo hubiera marcado de por vida.

Bendito sea Jimin y su mala puntería.

O también recuerda aquella vez donde Jimin contrató a un chico prostituto para que lo follara. Pero esa es otra historia que Jungkook no quisiera recordar.

El mayor continuó pidiendo una larga lista de alimentos. Jungkook descifró que eran los antojos nocturnos. Su madre, de igual manera, los tuvo en algún momento de su embarazo.

Oh sí, también quiero tteokbokki, chocolate, naranjas, carne de cerdo cruda y leche de fresa. Lo quiero ya, ahora, en este instante. Apresúrate, ¿sí? por favor.

Jungkook carcajeó.

―De acuerdo. ¿Algo más, príncipe del drama?

―Que me dejes de llamar príncipe del drama.

―No creo que eso sea posible, príncipe del drama.

Ye-ji lo miró con sus cejas perfectamente delineadas alzadas. Escuchó toda la conversación y una punzada de celos le atravesó el pecho. ¿A quién llamaba "príncipe" su cita? Jungkook le gustaba. Era un chico extrovertido y muy guapo, tenía esos redondos ojos achocolatados que brillaban con las luces fluorescentes de la pista de baile y una sonrisa encantadora y sincera.

―¿Quién te llamó, Kook? ―preguntó con falso desinterés, cuando el muchacho cortó la llamada y guardó el aparato.

Jungkook la miró con sorpresa. Si se le ocurriera confesarle a Ye-ji que había embarazado a un hombre nueve años mayor que él probablemente le contaría a todos los del instituto.

―Era mi tío Jimin, el hermano menor de papá. Está embarazado y tiene algunos antojos y quiere que le compre comida en el supermercado.

Ye-ji no quedó convencida con todo el relato.

―No había escuchado hablar de él...

―Nadie lo conoce ―alzó una de sus comisuras mientras pensaba lo siguiente que diría, era el momento perfecto para vengarse―. Salió de prisión hace poco.

La joven de dos coletas se sorprendió.

―¿Qué hizo? ―cuestionó nerviosa.

—Él... mató a su esposo. Mi tío Hoseok falleció hace tres años.

―Lo lamento tanto, Jungkook, yo...

El susodicho le interrumpió. ―Ahora iré a su departamento ―suspiró con el atisbo de una mueca preocupada en su rostro―, espero que no me asesine.

Ye-ji agarró sus manos y lo miró directamente a los ojos.

—No te preocupes, yo te acompañaré. Si a ese loco se le ocurre hacernos daño, le echaré gas pimiento en los ojos.

Jungkook sonrió malvado y asintió.

Ambos dejaron la aburrida fiesta y fueron al supermercado. Jungkook consiguió todos los alimentos de la lista, excepto el rambutan, esa mierda sólo la vendían en México y Ecuador.

Una hora más tarde, llegaron al hogar del hombre embarazado. Ye-ji se mantuvo en todo momento sujetada del brazo de Jungkook, temblando.

Y quizás, la chica salió corriendo y chillando del lugar cuando Jimin abrió la puerta con una mascarilla en el rostro, dándole un aspecto monstruoso.

Esa noche fue épica para Jungkook.

pregnant 丼 kookmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora