El entrenamiento acaba de empezar y la invitada ya ha desatado la maldición

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— Cierra los ojos y deja tu mente en blanco.

"Es mucho más fácil decirlo que hacerlo." Pensó Lucy con rabia. Meditar no era su fuerte.

Se encontraba sentada con las piernas cruzadas sobre la áspera arena del campo de entrenamiento, infinitamente agradecida de llevar pantalones de chándal y aún así podía notar las piedrecitas hincándose en sus muslos. No podía imaginarse que tan horrible sería si le hubiera dado por usa unos shorts.

Sus manos reposaban sobre las rodillas, con las palmas mirando al cielo. Las yemas de los índices y los pulgares se tocaban suavemente en busca de la armonía. Armonía que Lucy no encontraba.

"Esto es inútil." 

— Si crees de buen principio que es inútil, no funcionará.

"Viejo adivino" Refunfuñó en su cabeza.

Suspiró, cerró los ojos e intentó librarse de todos sus pensamientos. Los sonidos de las pisadas de August se volvieron más fuertes en su cabeza. Así como el canto de los pájaros y el choque de dos espadas, probablemente de dos soldados, que cómo ella, estaban entrenando.

— Concéntrate en tu respiración. Llena a conciencia tus pulmones de aire, aguántalo por unos segundos y suéltalo. Ahora repítelo una y otra vez. Inspira, pausa y expira... Inspira, pausa y expira... 

"No te duermas. No te duermas. No te duermas"

— Siente como el diafragma sube y baja. Como los latidos de tu corazón comienzan a oírse alto y claro —continuó.

Los músculos abarrotados de Lucy parecían relajarse por fin. El dolor y las agujetas se desvanecían lentamente. Aunque su atención cada vez era más difusa, la voz de August desaparecía en aquella oscuridad y poco a poco parecía alcanzar su mayor deseo. Dormir.

— ucy... ¡Lucy! —gritó August apoyando una mano sobre su hombro izquierdo. Lucy dio un respingo y miró al anciano.

— Lo siento mucho. No volverá a suceder —se disculpó acelerada.

— Está bien. Estás agotada. Dimaria acostumbra a pasarse mucho con sus entrenamientos. La dosificación siempre le ha parecido un concepto abstracto. —Ayudó a Lucy a levantarse. — Pediré que reduzca tú entrenamiento físico y que te cambien el horario. No creo en haya problemas para conseguir que primero tengas clase conmigo. Tómate el resto del día libre.

— ¿En serio? —August asintió. —Muchas gracias, de verdad.

— No tiene sentido continuar así. Los dos estamos perdiendo el tiempo. Descansa.

Lucy estiró sus brazos mientras bostezaba. Se alegró mucho de no tener que continuar con la meditación, para dormir sentada, mejor se iba a la cama.

Ciertamente, cómo August había mencionado, el entrenamiento de Dimaria era excesivo y estaba segura de que si seguía así lo único que conseguiría hacerse daño. Aunque no era algo que le preocupara a nuestra querida Heartfilia. Ella sabía que Zeref necesitaba que aumentara sus habilidades mágicas, y eso no sucederá si tiene que guardar reposo para recuperarse de una lesión. Obviamente él forzaría a aquella mujer a cambiar sus métodos sádicos. Muchas veces la gente necesita ver consecuencias para actuar, eso era un hecho. Aunque Lucy realmente esperaba que con la intervención de August fuera suficiente, no le hacía mucha grácia tener que llegar a ese extremo.

Afortunadamente, lo fue. Al día siguiente, Dimaria parecía más molesta de lo normal, lo cual Lucy supuso que acabaría perjudicando a su bienestar, pero se equivocó, el entrenamiento fue notablemente más ameno. Aún así, tenía agujetas y el agotamiento no le alegraba el día precisamente. Las criadas se apartaban rápidamente para dejarla pasar por el pasillo, normalmente, solo era ignorada. Debía tener un aura amenazante en ese momento, se preguntaba si era una capaz de competir con la de los doce.

Invitada (Zerlu) [Fairy Tail]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora