Santiago.
Estaba dolido, cabreado y todos los sentimientos que se podrían tener.
Estábamos todos en el apartamento tomando, cuando Luke llego con la llave de su moto. Había ido a buscarla donde mi nueva vecina: Lara.
Su imagen solo me provocaba más fastidio a mi existencia.
Todos reían y disfrutaban, mientras se tomaban unos shots de tequila. Yo a cambia, no tenía nada que disfrutar hoy. Lo de Lili me puso de tan mal humor...
¿Pero quién había sido el de la gracia?
¿Sería la misma chica de la que alguna vez estuve enamorado?
Lili se encontraba en la ciudad, pero había hecho lo posible por no hablar con ella o conseguírmela. Nunca pensé que el amor doliera de esta manera.
La historia con Lili tenía muchos altibajos. Se clavo como cuchillos en mi cuerpo los recuerdos de un amor pasado.
Ya había huido el fin de semana por solo escuchar su nombre, pero hoy. Hoy queria que el mundo desapareciera de nuevo.
Luke se acercó a mí.
–Estas muy callado Santiago, sabes ya Jhon me conto...- Dijo, sabía que trataría de arreglar algo que yo ya encontraba dañado desde hace tiempo. - Sobre Lili. - termino de decir.
–No quiero hablar de eso Luke, ni porque trates de hacerlo varias veces. Nunca estaré de humor para hablar de ella. - dije.
Me pare del banco de madera donde me había aislado mientras todos estaban sentados en la sala.
–Bajare un momento. - dije finalmente.
Sin escuchar nada.
En el pasillo me paro Luke y Jhon. Sabía que haría una locura o eso creían ellos si estaba solo por ahí.
–Dime que no harás ninguna locura. - dijo Jhon.
Yo me quede mirando su semblante de preocupación. Sabía que de verdad lo decía de corazón.
–No haré nada. - dije, esta vez estaba siendo sincero.
–Estaremos por aquí asomados igual. - dijo Luke.
Yo no era un niño, tenía 25 años. Podía hacer lo que quisiera con mi puta vida.
Baje al estacionamiento. Me senté en un pequeño parque que tenía nuestras residencias donde las personas a veces se sentaban para hablar.
Este sitio era grande y cómodo, por si no querías estar en tu pequeño espacio podías tranquilamente bajar a este parque y estar sentado admirando la noche.
Pude ver que comenzaron a caer gotas, se acercaba la lluvia. Me sentía aún más vulnerable.
Al final del día, a pesar de ser el chico que todas las mujeres querían. Yo solo era un idiota que lloraba a veces cuando sus problemas lo atormentaban.
A pesar de ser un capullo, siempre saldría este chico frágil que se ahogaba por el recuerdo de un amor que lo destruyo, ahogándose por una familia que siempre lo trato mal, ahogándose por el abandono de su hermana.
Todo estaba confuso en mi mente. ¿Por mis padres le habían pagado a Lili para que se alejara?
Mis padres eran una basura en toda la explicación de la palabra. No podía tener ningún respeto por ellos.
Igual la curiosidad no se me quitaba, necesitaba saber más al respecto.
Era momento de llamar a mi madre.
–Hola cariño. - dijo mi madre, como si no pasara nada. Como si no la fuera insultado nunca.
–No seas hipócrita Olimpia. - la llame por su nombre. De un tiempo para acá solo me apetecía llamarlos por su nombre, no buscaba nada llamándolos "padres" si ellos no se merecían ese nombre o ese vínculo amoroso.
–Santiago, no voy a permitir más insultos con respecto a tu parte. - dijo seriamente.
–No te estoy insultando. Pasemos de esto. Solo quiero saber una cosa. - dije.
–Ni siquiera preguntaras por tu padre?. - me pregunto.
–No hace falta, ya mi tío me dijo que todos están bien. Dime la razón por la cual le pagaron a Lili para que se alejara... Pensabas que nunca me enteraría?- pregunte.
–Santiago, esa prostituta se estaba aprovechando de tu dinero y de ti hijo. - dijo.
–Madre, ya yo sabía todo lo que se necesitaba saber de Lili.- le dije.
–Ya sabias que trabajaba bailando de noche?- pregunto sorprendida.
Mi corazón dio un vuelco, recordando la noche que me enteré que no solo bailaba, también se vendía con los hombres.
Apreté mucho el teléfono.
–Lo sabía madre, claro que lo sabía.- en seguida corte, no quería seguir escuchando.
Después resolvería el problema.
La noche que decidí perdonar a Lili, desapareció. Solo se fue y ya. Pero ya sabía porque se había ido. Porque mis padres le pagaron. Interesada por el dinero.
Estaba molesto, mis padres se metieron una vez más en mi vida. No era solo eso, Lili se había largado por mi puto dinero. Interesada de mierda.
Estaba hecho un demonio, quería destrozar algo.
No me podía controlar.
Vi la moto de Lara.
–No lo harás Santiago, no pagaras tus molestias con...- me dije.
Pero... por qué no?
Saque una navaja que siempre llevaba conmigo. Y comencé a rayar... sin temor alguno de las consecuencias de mis acciones.
–QUE ESTAS HACIENDO IDIOTA?. - escuche los gritos de Lara y con eso, un empujón.
–QUE TE PASA?- siguió gritando.
Se lanzo de nuevo arriba de mi como en la cena, pero esta vez rodamos por el asfalto duro.
No sentía si Lara me estaba arañando o golpeándome.
Pude escuchar los pasos de personas. Eras nuestros amigos.
Nos vieron en nuestra pelea. Sabía que también nuestros vecinos tal vez nos andaban viendo desde lejos.
–TE ODIO MALDITO. - grito Lara.
Jhon se acercó para trata de separarnos.
–Lara contrólate por favor. - grito Ana acercándose para despegar a Lara de mí.
Pero Lara tenía mucha más fuerza que cualquiera. Luke se acercó y la cargo.
–Qué demonios les pasa? Parecen unos niños inmaduros. Ya son adulto chicos. - dijo Jhon.
Tiago y Eric miraban un poco sorprendidos por todo lo que estaba sucediendo.
–EL PUTO CAPULLO LO CONSEGUÍ RAYANDO MI MOTO. - grito Lara.
Todos me miraron esperando mi repuesta para defenderme, pero no había caso alguno mentir.
–Si, lo hice. Y lo volvería a hacer varias veces. - dije sin rastro de emoción en mi voz.
Lara se comenzó a mover para zafarse de los brazos de Luke.
–Luke llévate a Lara. - dijo Anastasia.
–Santiago, tu ven conmigo. - dijo Jhon.
La había cagado. Una vez más.
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Aléjate o déjate llevar
Fiksi RemajaLara y Santiago, muy diferentes pero al mismo tiempo tan iguales, con las mismas ganas de comerse al mundo. Lara es una chica fuera de lo común, desde su aspecto hasta su personalidad ruda y fuerte, chocara con Santiago al demostrar de verdad que un...