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—Casi todos los invitados han llegado —la srta Flossie anunció excitada, mientras Ruth daba los últimos retoques en el peinado de Yoongi—. Está es la hora de hacer su entrada triunfal, querido.

Yoongi se levantó, obediente, pero sentía las rodillas temblorosas.

—Yo hubiera preferido recibir a los invitados junto a tío Ha Joon y lord Jeon. Así podría ir conociéndolos de a uno por vez y ahora no estaría tan nervioso.

—¡Y también no causaría ni la mitad del impacto que va a causar!

Yoongi se examinó por última vez en el espejo, aceptó el abanico que Ruth le entregó.

—Estoy listo —dijo sin mucha convicción.

Cuando pasaban por la balaustrada, Yoongi se detuvo para observar el inmenso hall de entrada, transformado en un magnífico jardín, con tiestos de helechos gigantes y enormes cestos de rosas blancas.

Respiró profundo y se dispuso a subir la escalera hacia el piso superior, donde estaba el salón de baile.

Lacayos vestidos con formales uniformes de terciopelo verde, adornados con galones dorados, ocupaban posiciones estratégicas, al lado de los pedestales de mármol que sostenían otros cestos de rosas.

Yoongi sonrió a los criados que conocía y saludó a los demás con un discreto ademán de cabeza. O'Malley se encontraba en lo alto de la escalera y, al alcanzarlo, Yoongi preguntó:

—¿Su diente no ha vuelto a incomodarle? No deje de avisarme si eso sucediera, pues no es ningún trabajo para mí preparar otro cataplasma.

Él sonrió con profunda devoción.

—No sentí nada más después que el señor preparó el último, milord.

O'Malley esperó hasta que Yoongi se alejase para murmurar al lacayo de al lado:

—Él es un gran señor, ¿no crees?

—El más grandioso que he visto —afirmó el otro—. Exactamente como usted previno el primer día.

—Él va a volver mucho mejor la vida para todos nosotros, hasta para el señor cuando pase a dormir en su cama, le dará un heredero, y eso lo hará feliz.

Northrup se encontraba en la entrada del salón, la espalda recta, dispuesto a anunciar a quien llegara. Yoongi se aproximó, sintiendo las piernas más temblorosas que nunca.

—Déme un instante para recuperar el aliento —pidió—. Entonces, me podrá anunciar. Estoy muy nervioso. —Confesó.

Un esbozo de sonrisa iluminó las rígidas facciones del mayordomo, al examinar al hombre espectacular que estaba enfrente suyo.

—Mientras recupera el aliento, milord, permítame decirle que adoré oírlo tocar a Beethoven, ayer a la tarde. Aquella sonata es una de mis favoritas.

Yoongi quedó tan satisfecho y sorprendido por la inesperada cordialidad del austero Northrup, que casi se olvidó de la multitud amenazante que se apiñaba en el salón.

—Gracias —dijo con una sonrisa—. ¿Y cuál es su predilecta?

Aunque pareció extrañado por la demostración de interés, él respondió.

—Tocaré para usted mañana —prometió Yoongi.

—¡Es muy gentil, milord! —Northrup replicó, un tanto tenso; pero cuando se dio la vuelta para anunciarlo, su voz desbordaba de orgullo—: Lord Min Yoongi, conde de Langston... y srta. Florence Wilson.

Una vez & Para siempre ▪︎KOOKGI▪︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora