Después del desastroso episodio de los duendecillos de Cornualles, el profesor Lockhart no había vuelto a llevar a clase seres vivos. Por el contrario, se dedicaba a leer a los alumnos pasajes de sus libros, y en ocasiones representaba alguno de los momentos más emocionantes de su biografía. Habitualmente sacaba a Harry para que lo ayudara en aquellas reconstrucciones; hasta el momento, Harry había tenido que representar los papeles de un ingenuo pueblerino transilvano al que Lockhart había curado de una maldición que le hacía tartamudear, un yeti con resfriado y un vampiro que, cuando Lockhart acabó con él, no pudo volver a comer otra cosa que lechuga.
En la siguiente clase de Defensa Contra las Artes Oscuras sacó de nuevo a Harry, esta vez para representar a un hombre lobo. Si no hubiera tenido una razón muy importante para no enfadar a Lockhart, se habría negado.
—Aúlla fuerte, Harry (eso es...), y en aquel momento, creedme, yo salté (así) tirándolo contra el suelo (así) con una mano, y logré inmovilizarle. Con la otra, le puse la varita en la garganta y, reuniendo las fuerzas que me quedaban, llevé a cabo el dificilísimo hechizo Homorphus; él emitió un gemido lastimero (venga, Harry..., más fuerte..., bien) y la piel desapareció..., los colmillos encogieron y... Se convirtió en hombre. Sencillo y efectivo. Otro pueblo que me recordará siempre como el héroe que les libró de la terrorífica amenaza mensual de los hombres lobo.
Nixie que miraba atenta se sintió aliviada al escuchar el timbre, pues, aunque no decía nada, estaba segura que Lockhart solo fingía.
—Deberes: componer un poema sobre mi victoria contra el hombre lobo Wagga Wagga. ¡El autor del mejor poema será premiado con un ejemplar firmado de El encantador!
Los alumnos empezaron a salir. Harry volvió al fondo de la clase, donde lo esperaban Ron, Nixie y Hermione.
—¿Listos? —preguntó Harry.
—Ya les dije que no seré parte de esto, estaré en la biblioteca haciendo los deberes —dijo y sin dejar a ninguno contestar salió con los demás.
Camino hasta la biblioteca, y paso gran parte de la tarde terminando el poema para Defensa, pues lo único que le venía a la memoria era palabras que no tenían nada que ver con heroísmo.
—Hola, rubia —dijo alguien sentándose frente a ella.
—¿Qué quieres lagartija? —dijo sin levantar la vista.
—Nada, solo se me ocurrió venir a saludar a mi hermana favorita —dijo Edmund.
—Soy tu única hermana —contestó levantando la vista, cuando lo hizo vio el libro que su hermano sujetaba —. ¿Por qué traes eso?
—Oh... esto —dijo fingiendo no saber —, solo lo tome de una estantería de por allá —señalo vagamente la sección a su izquierda.
—¿Y porque te intereso la animagia? —cuestionó dejando de lado la pluma.
—Bueno, se me ocurrió que talvez necesitas algo para distraerte y que mejor que romper la ley en compañía de tu hermano —contestó con una sonrisa traviesa —. No me mires así, ya te enfrentaste a un trol —se acercó más a la chica —, y despertaste a tu bestia antes de tiempo.
—Es diferente.
—¿En qué sentido? —cuestionó con una ceja en alto. La rubia abrió la boca para contestar, pero no pudo, no tenían ningún argumento valido.
—Está bien —acepto derrotada —, pero no podemos hacerlo solos...
—Ya me ocupé de eso, la tía Kerstin está enterada —dijo antes de que pudiera terminar la oración.
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Nixie y la cámara secreta
FanfictionCon nuevos cambios en su magia que le dificultan el control parcial de su cuerpo, Nixie debe volver a Hogwarts sin imaginarse que terminaría como sospechosa en una serie de ataques a muggles. El mundo de Harry Potter pertenece a J.K Rowling. Crédito...