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Yo en realidad estoy ocupado.

No puedo darme el lujo de perder el tiempo atendiendo al tipo frente a mí, aunque la idea sea una de la más tentadoras que haya tenido en mucho. Honestamente, es atractivo; cabello castaño cayendo de manera desordenada sobre un rostro radiante y sin imperfección alguna. Sería realmente mi tipo, si tuviese uno en primer lugar.

No es bueno idea mostrar lo impresionado que estoy, sin embargo.

Entonces, ruedo los ojos pasando mi peso de una pierna a otra mientras espero que explique su alocada manera de tocar a mi puerta. Creo que dejo escapar varios bufidos en los pocos segundos que llevo mirándolo, únicamente para ponerlo mucho más nervioso.

—Mira, chico —digo asegurándome de sonar mayor que él, cosa que puede y resulte ser real—. No estoy interesado en comprar lo que sea que estés vendiendo. Puedes irte ahora, ¿bien?

Levanta sus ojos hacia mí, una mezcla extraña de emociones se instalan en su rostro. La vergüenza es la más clara, sus mejillas se encienden y despierta mi curiosidad, todos mis sentidos están demasiado atentos ahora. Su presencia no es casualidad, en serio tiene algo importante que decir.

—Quiero que dejes en paz a SooMin.

Las hipótesis en mi cabeza se desmoronan, parpadeo confundido. Su voz es más grave de lo que su aspecto sugería e incluso así no suena amenazante como sí lo son sus palabras. Trato de darle sentido; sin embargo, la diversión resulta mucho, mucho más fácil que tratar de comprender lo que está diciendo.

—¿Qué?

Me fulmina con la mirada, pero en realidad no puedo dejar de sonreír. No si su expresión va a ser así de infantil. Paso una mano por mis cabellos cuando los segundos pasan y en lugar de explicarse, sus manos se empuñan volviendo la situación un poco, muy poco, más seria.

—¡Deja en paz a SooMin! —repite, algo feo asomándose en sus ojos mientras da algunos pasos hacia mí. No es pequeño; pese a su dulce rostro, su estatura es similar a la mía—. Es mi novia, ¿crees que puedes tomar la novia de los demás? ¿No tienes vergüenza alguna? ¿Quieres que te golpee?

Lo que está diciendo me ofende, aun más la seguridad con la que habla. Clavo mis ojos en los suyos, no sé qué expresión tenga en mi cara, pero es suficiente para que un rastro de inseguridad aparezca en él. Lo que sus palabras implican le hacen merecedor de un bonito color morado en el pómulo. Suspiro, sino tuviese ese rostro perfecto, esos labios y ese lunar tan sexi en la punta de su na...

Mierda, hay que centrarse.

Habla de Soomin, ¿verdad? Ese nombre es el único aliciente que necesito para enterrar los miles de pensamientos pecaminosos y enfocarme de una vez. Barro con mis ojos el cuerpo del tipo, de manera objetiva esta vez. Luce joven, en serio joven. Y tiene el rostro de un niño que no ha tenido que trabajar en toda su vida, y no es que me fije en cosas como las clases sociales. No obstante, es obvio notar el estatus únicamente mirando el reloj que lleva en su muñeca.

—Soomin está elevando el nivel. —No ha sido un pensamiento, lo dije en voz alta y solo lo sé hasta que lo veo fruncir el ceño—. Inteligente.

No entiende, sus hombros encorvados a la defensiva me provocan algo similar a la pena debido a lo mal que va a sentirse una vez le aclare las cosas. Puede y sea un poco de lástima. Un poco, porque la otra parte de mí, la parte imbécil, de verdad quiere verlo muriéndose de vergüenza.

—No estoy jugando —sigue amenazando, sus bonitos labios tiemblan antes de añadir—: Puedo golpearte si sigues con ese proceder.

—¿Proceder? —repito sin ocultar la diversión que me provoca—. ¿Qué es esto? ¿Una amenaza?

La Persona Correcta. [Kookv] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora