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Anochecía, pero el carnaval estaba lleno. Apenas habia llegado cuando escuchó que la seguridad le decía a la gente que volviera más temprano otro día.
Se suponía que debía venir con su mejor amiga, pero su amiga le dijo que la tenia que abandonar para ir a una cita con su nuevo novio.
Si de nuevo, ya ni siquiera salian como lo hacian antes. Estaba feliz por su amiga pero no podía negar su decepción, siempre había sido una tradición reunirse todos los años. Lo habían estado haciendo desde que tenían 12 años. No obstante, ella fue sola. Podría haberse quedado en casa y estar amargada o podría disfrutar de la noche a su manera. Pero ella optó por ir.
Las líneas parecían kilómetros de largo, así que decidió que la forma más inteligente de hacerlo es elegir cosas tenía que hacer absolutamente y cosas estaría bien sin hacer.
Vio un carrito de churros al lado de la rueda de la fortuna y miró con anhelo los deliciosos palitos de canela. Eran imprescindibles, queria comprar pero tal vez lo haria después de que la línea de espera para comprar hubiera disminuido. Había al menos 30 personas esperándo ahora.
Pateando una piedra en el suelo con su zapato, caminó sin rumbo entre la multitud de personas. Casi parecía que ella era la única allí sola. Al escanear su entorno, algo atrapó el rabillo del ojo. Ella sonrió al verlo. Un fotomatón
Nadie le presta atención. Corrió directamente hacia él, asegurándose de alcanzarlo antes que nadie. Ella ganó la carrera inexistente y no perdió tiempo en participar.
Emocionada por tomar algunas fotos tontas, se sienta y extiende las manos para presionar algunos botones, pero una tira de fotos que quedó en la ranura de la imagen llamó su atención.
Alguien debe haber olvidado recogerlos antes de irse, pensó. Ella los sacó y los estudió. La sonrisa en su rostro lentamente murió en sus labios.
Solo había un chico en las fotos y se veía tan solo y triste como ella se sentía desde que entró al carnaval. No se olvidó de elegir las fotos, se dio cuenta, simplemente no necesitaba pruebas de cómo se sentía cuando las tomó.
Ella se sentó allí, mirando sus ojos tristes por unos minutos, preguntándose si se había ido a casa después de tomarlos.
"Él podría querer un amigo" reflexionó ella. "También yo podría querer un amigo ahora" pensó como respuesta a sí misma.
Tal vez ella podría mirar a su alrededor y ver si él chico todavía estaba cerca.
Nadie puede rechazar la perspectiva de la amistad si viene con un churro. ¿Correcto? Se dijo a sí misma que esta era la mejor idea que había tenido toda la noche y con un nuevo propósito, comienza a salir de la pequeña cabina de fotos.
Cuando se da vuelta y se dirige a la dirección de los paseos, se golpea la cabeza contra el pecho de alguien.
"Lo siento mucho" sus palabras salieron a toda prisa, la vergüenza trajo calor a su rostro y las puntas de sus oídos. "No estaba prestando atención".
“Está bastante bien, yo tampoco. Los dos tenemos la culpa aquí" Su voz era suave y se podía escuchar una sonrisa en su voz. Había planeado huir antes de avergonzarse más, pero la curiosidad la hizo hacer contacto visual con él.
Ella lo miró fijamente.
El extraño sonrió un poco más a medida que pasaban más segundos.
"¿Te conozco?" finalmente preguntó.
Ella se rió nerviosamente, dándose cuenta de que iba a pensar que era psicópata si lo seguía mirando.
En cambio, puso la tira de fotos que había estado agarrando en su mano, más cerca de su cara para que él pudiera ver.
"Lo siento, te reconocí por esto".
Su sonrisa vaciló ligeramente por lo que llevaba y se pateó mentalmente.
“Ah, esperaba poder venir y deshacerme de ellos antes de que alguien más los encontrara. ¿Por qué los tomaste?" parecía genuinamente curioso.
Se miró los pies, sintiéndose repentinamente nerviosa y cohibida. "No podría encontrarte y comprarte un churro si no pudiera reconocerte por esta foto" Ella murmuró.
Eso le hizo reír y ella lo miró sorprendida por su reacción.
"¿Me veo tan lamentable?" preguntó, mirándola con humor en sus ojos.
Ella se relajó un poco y sonrió. "Un poco, lo sé por experiencia"
Se mordió el labio y miró hacia el suelo, luego levantó la vista para mirarla a los ojos una vez más. "Entonces, ¿me dejas comprarte un churro?"
Ella negó con la cabeza "Es algo mío, no puedes robar mis ideas".
Ambos habían comenzado a caminar uno al lado del otro, más profundamente en el carnaval, sin aceptar nunca nada. Él la miró mientras ella hablaba, sonriendo aún más ahora que ella no lo estaba mirando.
“Puedo comprarte uno la próxima vez. Déjame ser un caballero por esta noche ” dijo.
"¿La próxima vez?" ella lo miró ahora con una ceja levantada. Trató de sonreír tan inocentemente como pudo y encogiéndose de hombros descuidadamente. Pasó un momento antes de que ella respondiera.
"Claro, pero antes voy a necesitar tu nombre si va a haber una próxima vez". Volvió hacia donde ella y le tendió la mano.
"Minseok". Ella sostuvo su mano con la de el y la sacudió.
"T/N" Sonrío
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