No sé lo que siento

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  Willy llevaba dos semanas observando a ese chico de pelo castaño, y no es de extrañar, pues el chico era un tanto peculiar: a pesar de tener veintitantos años, se comportaba en cierta forma como un niño, pues se disfrazada de búho, siempre tenía una actitud positiva y se pasaba el día en el kiosko. Y no solo eso. Siempre llevaba dos alas marrones tan detalladas que parecían reales, y nunca se peinaba, llevaba los pelos como los tenía cuando se levantaba.

  Lo que Willy sentía por ese chico no sabía explicarlo, porque era una mezcla de sentimientos: curiosidad, intriga, pena e incluso felicidad. Tenía su edad, y no le importaría hacerse amigo suyo, pero él no era el único que pensaba que le faltaba un tornillo, pues la gente pasaba a su lado mirándole como le miraba él, o incluso de manera despectiva. Pero a él no parecía importarle.

  Siempre estaba solo, pero no necesitaba compañía para divertirse. Podía trepar los árboles y ponerse a observar el parque, o columpiarse hasta cansarse, como un niño pequeño.

  Sabía su nombre, había oído cómo su único amigo Alexby suplicaba a los abusones que dejasen en paz a Fargan, pero no es que le hiciesen mucho caso. Se le acercaban amenazantemente, y eso ya servía para que saliese corriendo, abandonando a Fargan, dejándole a solas con los abusones, que le pegaban hasta dejarle en el suelo llorando.

  Willy, en el fondo, sentía pena por ese pobre chico. Era un soñador, pero a su edad ya no es una excusa para no meterse con él, tenía que madurar.

  El albino observaba a diario a Fargan dando pequeños mordiscos a su regaliz mientras cerraba los ojos con felicidad. Lo dicho, como un niño. Normalmente, Willy pensaría que ese chico tenía un problema serio y ni se molestaría en observarlo, pero le resultaba gracioso, cariñoso. A pesar de que se metiesen con él, era amable con la gente. Lo que más divertía al  albino era ver que, cuando herían a Fargan, éste se tapaba las heridas y los cortes con tiritas de animales que muy a su pesar acabó reconociendo que le quedaban bien.

  "¿Cómo es que este chico no se da cuenta de que la gente se mete con él por cómo es?" se preguntaba Willy a diario, nunca dejando de observar cada movimiento que hacía el de pelo castaño. Lo que más le intrigaba de él era esa máscara de búho que llevaba, y ese par de alas que parecían tan reales. De vez en cuando, se imaginaba que realmente lo fuesen y pudiese volar por encima de su cabeza, como un búho.

  Después de observarle tanto tiempo, tenía demasiadas preguntas y ninguna respuesta, por lo que decidió armarse de valor e ir a hablar con él.

  Fargan estaba, como de costumbre, sentado en el suelo al lado del kiosko, masticando un regaliz al tiempo que partía una hoja en trozos diminutos solo por entretenimiento.

  Willy se acercó vacilante, luego se arrepentiría de que le viesen con él, pero ese chico de la máscara de búho era demasiado misterioso para él. Necesitaba conocerle.

  "Ah... Hola" saludó el albino, sonriente.

  Fargan dejó de romper la hoja para mirar a Willy.

  "Hola, soy Fargan" respondió alegremente.

  "Encantado, yo soy..." Willy empezó a hablar, pero Fargan le interrumpió.

  "No me lo digas... Tú eres el que lleva acosándome dos semanas" dijo mientras seguía rompiendo la hoja, dejando de mirar al albino.

  Willy enrojeció de vergüenza.

  "Ey, yo no te he estado acosando. Solo te he estado... Estudiando" se excusó.

  Se produjo un breve silencio.

  "Si tú lo dices... Pero no negarás que te intereso, es evidente que sí. Sino, no habrías estado vigilando todos y cada uno de mis movimientos éstas últimas dos semanas"

  "Solo es que me resultas curioso... No te comportas de acuerdo a tu edad" dijo Willy agachándose y entrecerrando los ojos, fijándose en que Fargan tenía la mirada perdida.

  El albino enseguida se dió cuenta de que había herido sus sentimientos, y se sentó al lado del búho.

  "Lo siento si he herido tus sentimientos, no era mi intención"

  "Sí, sí lo era. Has visto cómo me acosan, incluso cómo me pongo tiritas. Después de haber estado observándome, para tí es algo obvio que me comporto como un niño pequeño, pero creo que es aún más evidente que yo me he dado cuenta de ello" dijo con tono grosero, sin mirarle siquiera.

  "De veras que no" se apresuró a decir el albino. "Pero si eres consciente de ello, puedes cambiar"

  "¿Tú cuándo consideraste que habías madurado?" preguntó el castaño, haciendo creer a Willy que sabía la respuesta.

  "Pues... Supongo que cuando tuve mi primer Novi... Digo, mi primera novia"

  "Lo primero, no lo ocultes, sé que eres gay. Tú nunca has tenido novia. Y yo tampoco, ni novio ni novia. A tí estar en una relación te hizo madurar, pero yo aún no he estado en ninguna"

  "Bueno... Quizás si cambiases ciertas cosas, le gustarías a alguien" dijo Willy, ignorando que Fargan había descubierto que le gustaban los hombres sin siquiera conocerlo.

  "Tú también deberías cambiar ciertas cosas" gruñó, lanzándole una mirada de odio.

  "¿Ah sí, como cuáles?" dijo con tono amenazante el albino.

  "Pues la primera es dejar de acosar a la gente, y tengo para seguir un rato" gruñó, enfrentándose a él.

  "Y tú deberías peinarte de vez en cuando, tienes el pelo como lo tenías ésta mañana al levantarte. ¿Has oído hablar de los peines?" dijo Willy con tono furioso.

  "Tú llevas siempre la misma ropa, ¿has oído hablar de la higiene?" se defendió el castaño.

  "Tú te poner tiritas de animales como un niño pequeño"

  "Y tú te metes con la gente por cómo es"

  "Tú te disfrazas de búho y te pones alas falsas"

  En ese momento, los insultos cesaron y Fargan, en un ataque de ansiedad, se arrancó la camiseta que llevaba puesta, quedando su pecho desnudo. Se puso de espaldas a Willy y empezó a tirarse de las alas. Eran de verdad.

  Willy observó al chico, observó cómo sus alas salían de su espalda. No se disfrazaba, y definitivamente, él no era un chico normal.

  Cuando Fargan se dió la vuelta hacia él para hablarle, Willy enrojeció al verle sin camiseta, cosa que ni él mismo entendía.

  Al darse cuenta de la reacción del albino, se volvió a poner la camiseta, aunque sin prisa.

  "Perdóname" se disculpó Willy "pensé que te disfrazabas de búho"

  "Ya, eso piensan todos" suspiró Fargan.

  "¿Y por qué no les dices que esas alas son de verdad?"

  "Porque pensarían que soy un monstruo" sollozó el búho.

  Willy instintivamente se acercó aún más a él y le rodeó con los brazos. Para su sorpresa, Fargan no se apartó, se sentía bien entre los brazos del albino.

  "¿Y por qué a mí me lo has demostrado?" preguntó arqueando una ceja.

  "Porque tú no eres como los demás, te has atrevido a hablarme" respondió. "Estoy lleno de imperfecciones" dijo, abrazándose las piernas con los brazos.

  Willy le giró la cabeza para que le mirase a los ojos.

  "Pues... Sabes..." empezó a decir mientras le temblaba la voz.

  Fargan le estaba mirando directamente a los ojos verdes.

  "Eres tan imperfecto, que a mis ojos eres perfecto" le susurró y, acto seguido, empezó a acariciarle las alas, mientras Fargan se quedaba pensando en lo que acababa de decirle sin dejar de mirarle. Esas palabras las recordaría toda su vida.

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⏰ Última actualización: Jun 20, 2020 ⏰

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