3

183 31 8
                                    

Para Doyoung el amar a una persona era, sentirse cómodo a su lado, sentirse apreciado y querido, ser confidentes y poder confiarle cualquier cosa, siempre querer verle y ser feliz tan sólo con que el otro lo sea.

Aquella era su forma de describir el amor, y se sentía patético por no lograr sentirse de esa forma con Sooyoung, y más por darse cuenta de eso hasta ese momento.

—¿Dónde celebraremos nuestro aniversario?— cuestionó Sooyoung viendo el menú de la cafetería.

—Donde tú quieras, amor.— incluso decir "amor", ahora Doyoung lo sentía tan forzado.

—Podemos ir a un restaurante elegante, sabes que me gustan esos lugares.— dijo emocionada. —No me imagino la cara de envidia que tendrán mis amigas cuando les diga a donde me llevarás.

—Sí, yo tampoco.

Últimamente, el salir con Sooyung, a Doyoung se le hacia cansado, odiaba que siempre pensara en como los demás los veían, o que debía de regalarle algo sólo por ser su novia. Cuando él quería pasar tiempo junto a ella sin nada ni nadie de por medio, ella se negaba argumentando que tenía cosas que hacer o que era demasiado aburrido estar sola junto a Doyoung.

—¿Me estás prestando atención?— dijo medio enojada Sooyoung.

—Lo estaba haciendo, quieres ir a un restaurante súper caro, ¿no?

 —¿Sólo captaste eso?

—Es lo único que al final te va a interesar.— respondió ya con fastidio Doyoung.

—¡Ah, ya sé!, te estás preparando para de nuevo intentar decirme que tengo algo con Sungjae, ¿no es así?

—¿Por qué crees eso?

—Es lo que único que haces, sólo quieres tratarme mal, así que ya deja de actuar como un completo imbécil.— exclamó con furia y una vez más, se fue dejando perdido y enojado a Doyoung.

Una vez que la chica salió de la cafetería en la que estaban, el pelinegro suspiró con fuerza, intentando relajarse.

Sabía que no servía de nada pasarse la vida enojado por Sooyoung, no valía la pena.

De un instante a otro, una idea acudió a su mente como una salvación. A si que se paró con ímpetu de su asiento, y fue al mostrador.

—Quiero un pedazo de pastel de fresa y una malteada de vainilla para llevar, por favor.— ordenó con prisa.

—Enseguida.

Una vez que le dieron su orden y pagó por ella, salió con rapidez y caminó con largos pasos para llegar en menor tiempo a su destino.

Luego de unos minutos de intensa caminata para Doyoung, pudo distinguir entre la multitud de edificios apilados en la banqueta uno que con una sola vez de haber visitado, se había convertido en su segundo favorito —después de su casa—.

Al abrir la puerta y que sonora la campana que indicaba un nuevo cliente, una ya reconocida cabellera naranja se asomó por uno de los tantos estantes que había en el lugar.

—Oh, ¡Doyoung hola!— saludó con mucha energía.

Y de esa forma, Doyoung se sintió en las nubes, tan sólo con aquella suave voz y aquel angelical rostro que deseaba apreciar por el resto de su vida, desvanecieron de su cuerpo todos los molestares que lo abrumaban.

—Hola Jungwoo.— le devolvió el saludo con una gran sonrisa.

—¿Qué te trae por aquí?, ¿vienes por comida para Copito?

—No, no, sólo quería darme una vuelta por aquí.— respondió acercándose al pelinaranja que se había quedado parado en medio del lugar.

—Ya veo, dime, ¿le ha gustado su regalo?

Doyoung se confundió con esa pregunta, hasta que su cerebro pareció volver a funcionar y entendió a qué se refería Jungwoo.

—Ah, en cuanto a eso...todavía no se lo he dado, estoy esperando a una fecha especial.

—Eso es muy dulce de tu parte, esa persona es muy afortunada.—comentó Jungwoo sonriendo, enseñando sus adorables dientes.

Esa vez, Doyoung no se perdió precisamente en Jungwoo, sino en sus palabras.

¿De verdad Sooyoung era afortunada de tenerlo?

¿A él?

Él siempre le estaba cumpliendo sus caprichos, hacía todo lo que le pedía, la consentía, le dejaba pasar sus dramas, e incluso aguantaba todos los insultos que le ha dedicado en los últimos meses que habían estado llenos de discusiones.

¿Debía de seguir soportando aquello porque la amaba?

¿De verdad la amaba?

—¿Doyoung?— llamó Jungwoo.

—¿Eh?

—¿Es normal que te pierdas siempre en tus pensamientos?— acercó su rostro al de Doyoung, invadiendo su espacio personal.

—Y-Yo...sólo pensaba...que eres muy lindo...— soltó.

Ambos se miraron fijamente, intentando procesar el momento, y cuando al fin lo hicieron, Jungwoo se puso color rojo y bajó la mirada, mientras que Doyoung parecía una exposición de tonos de rojo.

—¡Ah, te traje algo!— exclamó Doyoung, tratando de romper ese incómodo momento.

—¿Qué es?

El pelinegro sacó de la bolsa de plástico que traía cargando desde la cafetería, un envase de unisel con el pastel dentro y se lo pasó a Jungwoo. Hizo lo mismo con el vaso de malteada.

—¡¿Comida?!— dijo sorprendido y emocionado.

—Sí, me alegra que te guste. Admito que tenía miedo de que no te gustara el sabor del pastel o la malteada.

—Yo amo toda la comida sin importar qué sea.

A Jungwoo le brillaban los ojos, lo que llenó de vida a Doyoung por saber que el era el causante de eso. Poco después el pelinaranja se encontraba comiendo todo con deleite, y Doyoung por su parte lo admiraba con cariño. No creía lo encariñado que estaba con el pelinaranja.

O eso creía él, porque eso no era sólo cariño.

—¿Rico?

—¡Mucho!— respondió Jungwoo con alegría, abrazando al más bajo por los hombros y riendo como un niño pequeño. —En la mañana no había podido desayunar, así que tenía que esperar a que terminara mi turno, pero el hambre me atacó.

—¿No desayunaste?, ¿te sientes bien?—cuestionó Doyoung con una genuina preocupación. —Debí de traerte algo más saludable, si hubiera sabido...

Jungwoo se sentía muy confundido por el comportamiento del pelinegro. Nunca había conocido a alguien que se preocupara a tal grado por él, excluyendo a su madre, además de que con esa sólo eran dos ocasiones de haberse visto. Aún así, le era inevitable no sentirse cálido y protegido al lado del de cara de conejo.

—Está bien, de verdad gracias por haberme traído ese delicioso pastel Hyung.— al momento de decir la última palabra, por acto reflejó se cubrió la boca con ambas manos, casi arrepintiéndose de haber llamado a Dooyung de aquella manera.

El más bajo igualmente se sorprendió, más no le molestó, al contrario, le hizo sumamente feliz ser llamado así por el lindo pelinaranja de la tienda de animales.

—Jungwoo, ¿puedes volver a llamarme así?

—¿H-Hyung...?

En ese momento los dos sintieron una fuerte conexión en sus corazones, como si se conocieran desde hace años y se reencontraran recién. Los ojos del contrario eran una hermosa e infinita galaxia en la cual ambos se perdían, y así el tiempo para los dos se detuvo.

—Jungwoo...creo que...me gustas...

Una Oportunidad De Amar   ♡NCT Dowoo♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora