Nada es lo que parece

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Y ahí estaba otra vez, sentado en la jardinera esperando a sus amigos, mientras el trataba —de verdad trataba — de disimular fijar su vista en él.

Para los ojos de Richie, Eddie era un chico como ningún otro, lo encontraba atractivo de pies a cabeza:

Su altura, sus ojos, su sonrisa, sus pecas en las mejillas, la ternura que irradiaba al tener esos pequeños ataques de coraje cuando Richie lo molestaba… si, eso sonaba mal para muchos, pero para él, el hecho de tener la total atención de Eddie, era algo hermoso y único, si le preguntabas qué tipo de parecido con la ternura tenía el verlo enojado, su respuesta era sencilla: “la forma en la que hace pucheros y se pone rojo de la cara es inigualable”.

Pero sin mencionar aquel “capricho”, Eddie era de verdad encantador.

Una de las cosas que más amaba de él, era su forma de ser, tan accesible y con un pensar como ningún otro, al ser un chico inteligente de una u otra manera, se volvía inalcanzable para el azabache —o al menos así lo sentía él—pues, para muchos el de lentes, era solo considerado como el gracioso del salón, pero Eddie…

Eddie era un chico bastante inteligente y centrado en sus gustos por aprender y conocer. Sabía que podría pedirle asesorías sin problemas, salir, divertirse y quién sabe… quizá posteriormente si bien le iba, avanzar y poder conseguir aclarar sus sentimientos, pero…había un pequeño problema…Eddie gustaba de chicas, además, uno de los más grandes defectos —y uno que odiaba a muerte — es que Richie es una persona insegura, que, aunque no lo pareciera, lo es. En cada intento por pedirle una “asesoría” simplemente desperdiciaba sus oportunidades al tener todo tipo de pensamientos:

“¿Y si digo algo que no debo?” “¿Y si me delato?” “Quizá piense que soy raro al inviatarlo a salir” “o quizá me deje de hablar”.

Porque vamos, vivir en el pueblo de Derry en el año de 1988 no era nada fácil, mucho menos si a un chico le gustaba otro chico, en especial si ese chico tenía una madre sobre protectora y algo…intensa en algunos casos. Lo único que lo hacía aferrarse a Eddie era su pequeño grupo de amigos, “Los Perdedores”, y el seguir teniendo pequeñas peleas con el castaño.

Eddie se había convertido en esa persona “especial”, el chico por el que suspiraba; ese que ocupaba el 100% de sus pensamientos, porque no solo era amor, para Richie, el  de pecas era digno de admirar, pues veía en él, seguridad, quizá una persona algo paranoica, pero sin miedo a enfrentar sus temores, quizá de lejos parece alguien callado, sin embargo, en realidad era sociable y agradable…

Pero regresando a la realidad, es que a pesar de molestarlo y hacerle bromas un tanto pesadas a su amigo, el de pecas no notaba como suspiraba al verlo acercarse; no era testigo de como se arrepentía cada día de no poder aclarar sus sentimientos, quizá Eddie ya pensaba que era un tanto odioso, y si confesaba sus sentimientos, se pondría peor la cosa para él, aún así, Richie era feliz con verlo sonreír, escucharlo hablar e incluso ver distintas facetas de él. Así le dijeran lo peor del chico de sus sueños, para el pensar de Richie, Eddie lo valía todo, a pesar de que el contrario no supiera sobre sus sentimientos, tenía una pizca de esperanza en el que quizá —solo quizá —podría ser correspondido en algún momento de su vida.


.        .        .

El joven de lentes cerró su libro de Biología y suspiró sobando su sien. Por un breve momento se perdió en sus pensamientos acerca de su amor no correspondido.

Hizo su libro a un lado y frotó sus ojos con estrés, tenía hambre, pero bastante pereza de salir de la biblioteca a buscar comida, y probablemente, perder su lugar. Como si le estuviesen leyendo la mente, un sándwich cayó frente a él:

—Gracias Dios.

—Prefiero Eddie, gracias —dijo rodando los ojos —jamás creí verte en la biblioteca… a ti.

—Lo sé, normalmente estaría con tu-

BeepBeep Richie… ahórrate tus chistes —mencionó su amigo con cierto fastidio —mejor dime qué haces aquí.

Richie sonrió de lado mientras desenvolvía su alimento, el contrario se sentó frente a él, y le explicó acerca del próximo examen que debía pasar, amenos que quisiera pasar sus vacaciones en la escuela:

—No sé porqué te alarmas tanto, vas bien… y sabes que puedo ayudarte en cualquier duda.

—Si, lo sé. Gracias.

Ambos chicos se sumieron en un silencio un poco incómodo, así que el de lentes decidió intentar retomar su lectura.

—Richie…

—Dime.

—Yo… bueno solo quiero que sepas que no me gustaría- ¡nos! No nos gustaría que te sobreesfuerces, eres un chico muy inteligente y Uh, yo te admiro.

El mencionado alzó su vista y sonrió:
—¿Quién eres y qué le hiciste a Eddie?

—Idiota, estoy hablando enserio.

—Ya ya... —dijo acomodándose sus lentes — ¿de verdad?

—Más de lo que crees.

—Gracias Eddie… realmente lo aprecio ¿sabes? No soy mucho de decir esto pero… te…te quiero ¿sabes? A pesar de que peleemos y todo… bueno, ya sabes.

—Si…Uhm, debo ir a casa, mamá me espera. Sigue estudiando.

Una vez dicho esto, el joven de pecas tomó sus cosas para partir a casa, comenzó a caminar, pero interrumpió sus pasos y se giró de nuevo hacia Richie, el cual alzó la mirada nuevamente, esta vez con curiosidad.

—Uhm Richie.

—Mm…

—Yo…yo igual te quiero.

—¿De verdad?

Eddie solo asintió con la cabeza y continuó con su camino, su amigo sonrió, esta vez retomando su lectura con más ánimos.

Una vez que salió de la biblioteca, Eddie detuvo nuevamente sus pasos y miró hacia la entrada, donde su mejor amigo seguía repasando:

—Más de lo que crees Richie…

Suspiró nuevamente y se dirigió hacia Stanley, que lo esperaba sentado en la jardinera de enfrente para ir juntos a casa.

Nada es lo que parece { Reddie } - ONE SHOT -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora