Mar De Soledad

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Soledad, una palabra que conozco de toda la vida. ¿No se supone que las familias deben ser unidas?... ¿Por qué papá no nos conciente como a las demás niñas?, ¿Por qué mamá no nos asfixia a abrazos como a las demás niñas?, ¿Por qué mis hermanas no son juegan conmigo como las demás niñas?, ¿Por qué yo no soy como las demás niñas? ... No lo sé, simplemente no creo que pueda llegar a entenderlo. Eso pasaba por mi mente todos los días, cuando despertaba acostada en mi cama que flotaba en un mar lleno de esos pensamientos, a veces me es difícil llegar a la orilla de ese mar de soledad y correr a un lugar seguro para sentirme más tranquila.

Mi mar de soledad se acabó cuando escuché el sonido de esa campana, esa campana milagrosa que nos avisa que el desayuno está listo.

Me levanté de la cama con mi cuerpo que como siempre lo sentía muy pesado, talvez sea por lo tarde que duermo. Me gusta estar despierta de noche porque puedo hacer cosas que no puedo hacer en el día, como iluminar mi habitación con los cristales púrpuras y brillantes con la magia que sale de mis palmas. ¿Magia? Sí, es difícil de creer, pero nací con poderes que para algunos eran fenomenales, aunque mis padres dicen que no debo usarlos porque en cierto punto pueden ser peligrosos. A veces quisiera ser como mis hermanas, ellas no tienen poderes, se les facilita la vida, en cambio yo debo ser cuidadosa todo el tiempo y eso me desespera, me agobia.

En fin, salí de mi habitación y bajé al comedor donde toda mi familia sentada en la mesa con los platos de sopa en frente de ellos me esperaban.

–Mei. Ya ven a desayunar, te estábamos esperando, ya siéntate ¿Sí?- Dijo mi madre con su peculiar voz que contagiaba tranquilidad, aunque su rostro no era lo mismo, no tenía expresión-

Me senté en mi lugar donde a la derecha estaba mi hermana mayor, Seijun. Con ella no me llevaba bien, parecía que me odiaba, no sabía porqué pero estaba segura que lo hacía. Del otro lado a la izquierda estaba mi hermana menor, Mercury; ella era bastante dulce, me llevaba bien con ella, sin embargo, nunca fuimos las típicas hermanas unidas y cercanas, sólo éramos amables la una con la otra, nada más. Mi padre como siempre tan serio y callado comiendo la sopa casera de mamá. Y mamá lo mismo, nadie tenía expresión mas que la pequeña Mercury, alegre con su sonrisa tan peculiar, linda y dulce. Y así eran todos lo días, tan callados, tan serios, se sentía tan frios y solos.

Comí un poco de mi sopa y volteé a ver a Mercury, también me miraba con su sonrisa, le sonreí también

–¿Dormiste tarde otra vez Mei? Te veo agotada, mira esas ojeras.. -Rompió el silencio preguntandome aquello-

–Sí, me quedé leyendo hasta tarde.. -Le contesté ocultando lo que realmente había hecho, iluminar mi cuarto con mis cristales-

–Agh.. Mei, ni si quiera eres buena para mentir, de nuevo te quedaste despierta con tus cristalitos de juguete -Me interrumpió Seijun con una voz llena de molestia y burlona al final-

Mi madre de inmediato me miró con su rostro sin expresión
–¿Sí?...-Preguntó con su voz entre tranquila y seria-

–Pues... No..... Bueno, claro, no debo mentir, sí pero ahg.. ¿Qué tiene de malo? Ya sé controlarlos, no son-

–Mei, te lo hemos dicho muchas veces, no debes usarlos ¿Entiendes?, porfavor obedece hija. - Interrumpió mi madre alzando un poco la voz-

–Pero me siento atrapada, yo... Yo no pedí tener poderes ¿Saben?, al menos si voy a tenerlos quiero usarlos -Dije tratando de convencerla-

–Mei, no voy a repetirlo, no los uses y ya

–¿Por qué no? No es que vaya a matarlos a todos por un rayo mágico de cristales o algo así, sólo quiero ver que puedo hacer con ellos

–Mei... Estás empezando a ponerme de malas, sabes muy bien porque los tienes y porque no puedes usarlos,  era eso o estabas muerta, sólo no los uses y ya

Me enojé al escuchar eso y me levanté de golpe de la mesa.
–¿¡Por qué no!? ¡Hubiera querido estar muerta a tener que soportar todo esto!

–Basta -Mi papá dijo con su voz firme- Mei, hija. No tuvimos opción, no queríamos que murieras... Por favor entiende..

Retrocedí y mire a todos empezando por Seijun, Mercury, mi madre y acabando por mi padre, sentí un tensión en mis manos, las miré y estaban brillando, era un brillo púrpura, me empecé a alterar pues sabía que cada vez que me alteraba se descontrolaban.

–M-amá... Pa-pá..... Está pasando de nuevo, a-yuda

Brillaban cada vez más, me alteraba más, mi padre rápidamente se levantó y me tomó de las manos, las presionó con suavidad y después tocó mis hombros

–¡Mei, Mei, tranquila, por favor tranquilízate! No te alteres, tranquila...

Traté de tranquilizarme pero me era inútil, ya que cuando eso pasaba moría de miedo y me era imposible calmarme. Mercury se levantó también y me tomó igualmente de los hombros, se le veía muy preocupada.

–Mei, porfavor cálmate, estoy aquí, tu hermanita está aquí -Dijo con voz temblorosa para después abrazarme por la espalda- Todo va a estar bien, por favor tranquila..

Esas palabras me dejaron paralizada, pues nunca había oído eso, nunca nadie me había dicho algo así, por ese momento me sentí querida, me sentí bien. Mi calma por fin llegó, como si mi hermana hubiera dicho unas palabras mágicas y lo hubiera resuelto todo.

–Mercury.... -Mencioné con una voz temblorosa para después tocar las manos de mi hermana-

–Mei, por favor... -suspiró- ya ve a tu habitación, necesitas calmarte hija, no puedes usarlos si no sabes controlarlos, entiende. - Me dijo papá como si tuviera vergüenza de mi, lo que hizo enojarme más y solamente soltarme de mi hermana e irme corriendo al jardín-

Las personas piensan que tener poderes es genial, pero no, es imposible vivir con ellos. Yo estaba en peligro, mis posibilidades de nacer no eran muchas por lo que mis padres se vieron la obligación de acudir a las cosas de la magia. Hicieron un trato con una mujer poderosa con la condición de que yo naciera con los poderes y así es como los tengo. Hubiera preferido morir a tener que lidiar con ellos.

Al llegar al jardín tan fresco me senté bajo un árbol y recargue mi cabeza en el tronco, la tensión del problema seguía apoderandose de mi cuerpo y mi garganta tenía un nudo doloroso.

Mercury llegó y se acercó a mi, tenía una cara de angustia

–¿Estás bien MeiMei?..

Sonreí al escuchar el apodo que me tenía desde niña y me sentí bien al ver su supuesta preocupación.

–Estoy bien, gracias.. -Le sonreí-

–Espero que puedas sentirte muy bien porque sé que aún estas tensa, tal vez necesites un té, o algo así, puedo traertelo

–No gracias, estoy bien. -Le dije amablemente- Oye.....¿Por qué te preocupas ahora por mi?..

–Bueno, eres mi hermana -Se sentó a lado de mi- quiero llevarme bien contigo, Seijun es muy seria y esperaba que no fuera lo mismo contigo. Quisiera que esta familia fuera más unida.. ¿Me entiendes?

Al escuchar su respuesta por una extraña razón me sentí mejor que nunca, la tranquilidad se apoderó de mi, era justo lo que quería pero lo veía imposible, pero tal vez con mi hermana podía hacerlo posible.

–Te prometo que las cosas van a cambiar..

–Eso quisiera. -Me sonrió-

–Mercury, gracias..

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⏰ Última actualización: Jun 21, 2020 ⏰

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