Capítulo único

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Suspiré mirando hacía el cielo fijamente, acariciando mis muñecas por sobre la tela de mi suéter.

Temblaba de manera leve, sentía espasmos en mi cuerpo. Una leve brisa acariciaba mi rostro como si estuviera pidiéndome paz.

Y eso estaba haciendo, buscando la paz y tranquilidad que hasta el momento parecía imposible de encontrar.

Me quité los zapatos junto a los calcetines blancos que llevaba en esos momentos, los dejé a un lado bien acomodados.

Quité la corbata de mi cuello y desprendí unos botones de mi camisa, sintiendo un poco de libertad.

Dejé mis gafas a un costado, un tanto cerca de mis zapatos.

Me voltee dejando mis pies cerca de ese borde, las nubes se movían con lentitud y se decoraban de colores cálidos en la terraza de ese edificio.

Décimo piso, calle no tan transitada.

Sólo estaba a unos pasos de encontrar la absoluta felicidad, no fui alguien nefasto en esta vida, pero si cause algún mal esperó un perdón lo pueda arreglar.

Porque viene de lo más profundo que puedo sentir, viene de mi último pensar, de mi última palabra sin llorar.

Solté mi largo cabello dejando que este flamee por momentos, separé mis labios pegados y rotos por estar tan secos, cerré y abrí mis ojos cubiertos por mis largas pestañas.

Miré el cielo una última vez antes de retroceder hasta que mis talones no tuvieron lugar en el cual mantenerse.

Comencé a caer, el viento era mucho más fuerte, como si intentará vencer la fuerza de la gravedad y asegurarse que nada malo me pasará. Pero era imposible, estaba cayendo; con la vista más hermosa que siempre admiré y quise tocar.

De la que siempre quise volverme parte y ahora estaba cumpliendo mi deseo, una mariposa pasó por delante de mis ojos como si estuviera alarmada, al mismo tiempo daba giros perfectos como si estuviera diciendo adiós.

Cerré mis ojos.

(...)

La muchacha abrió sus párpados dejando ver sus orbes grises.

Tenía cubiertos en sus manos, un plato frente a ella y a sus lados sentados en sillas de madera; gente conocida.

Francia a su derecha tomando su mano con dulzura, Polonia a su izquierda cruzado de brazos y finalmente frente a ella, en la punta de la mesa; Argentina, lleno de grietas y con una copa de vino en su mano.

────── Esperamos mucho para verte acá, princesa.

────── Yo igual quería verlos, vater. Aunque no sé si en este sitio.

Miró a su alrededor notando el sitio donde se encontraban, el teatro Colón, la mirada satisfecha de su "padre" lo hacía resaltar y conocía ese lugar.

Recordaba los telediarios avisar la catástrofe totalmente espantados y sin saber por donde empezar.

────── ¡Tonterías, niña! Éste lugar es magnífico. ──────Habló entusiasmada Francia.

Fijó su mirada en ella sonriendo al verla tan activa como de costumbre, llevaba puesto un largo y brillante vestido negro.

────── ¿Vos qué decís, Pol?

Las miradas fueron a parar hacia el bicolor, quien dedicó una mirada oscura, levantó y bajó los hombros. Sin siquiera decir algo pequeño.

 𝑺𝒆𝒏𝒕𝒆𝒏𝒄𝒊𝒂 • 𝑨𝒍𝒆𝒎𝒂𝒏𝒊𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora