"Sospecho una tragedia"
A
lfredo tiene una historia bastante pesada con sus viejos. El viejo cuenta ochenta y seis años y es un déspota que a toda costa pretendió someter siempre a su hijo unigénito a sus caprichos; desvalorizándolo ante todo aquel que lo escuchara, ante su madre y ante él mismo —y diciendo "él mismo" me refiero a los dos, a Alfredo y al viejo—. La madre tiene ochenta y dos años. El que conoce al viejo por primera vez se admira de lo jovial y bien predispuesto que se muestra, pero, en realidad, es una araña culona que teje su red para atrapar al escucha de turno y hacerlo aliado en su desgracia: la de que Alfredo no viva con ellos.
Llegó a un punto tal en que, para rebajarlo aún más, desde que nació nuestra amistad se podría decir, Alfredo comenzó a ver esos manejos especulativos del viejo y se le retobó, entonces, a todo el mundo decía que tanto María y yo, lo llevábamos de las narices, que era un pelotudo, que no pensaba por él mismo, sino en función de lo que nosotros le decíamos.
Siempre intentó que Alfredo basara su vida en la de ellos. No importaban los deseos de Alfredo. Desde muy pequeñito lo coaccionó con la culpa y ejerció sobre él una verdadera violencia psicológica. Es, en realidad, "un viejo de mierda" —¡y no lo juzgo!—.
Como no logró someterlo —hasta el momento—, comenzó a hacer un juego psicopateándolo para que se hiciera cargo de ellos, que estaban viejitos y achacosos y solos —¡solos porque nadie los soportaba dado que siempre, al final, todos veían lo que realmente era ese pobre ancianito!—.
Llegó a proponerle que si no se podían manejar por sí mismos se irían a internar en un geriátrico; ¡por supuesto, esperando que Alfredo dijera —"¡¡Nooo!! ¡¿Cómo van a hacer eso?! ¡Yo vengo a vivir aquí y dejo mi vida a un lado!"— Eso esperaba el viejo, que Alfredo cumpliera con las obligaciones del buen hijo (aunque los viejos sean detestables y jodidos). Cuando Alfredo le dijo que los ayudaría a buscar un buen geriátrico, donde estuvieran cómodos y acorde al arancel que pudieran pagar, ya que cuentan con un muy buen pasar económico, al viejo le salió el tiro por la culata, y entonces, le contestó:
—¡Bueno, eso hay que pensarlo detenidamente! ¡Ya vamos a ver!— sentenció. Y ese "Ya vamos a ver" implicaba varias cosas, conociéndolo al viejo, y que irían desde un aplazamiento de la decisión hasta lo más insólito que a uno se le ocurriera con tal de ganarle en su juego perverso a Alfredo.
Alfredo pasó por la casa de sus padres y el viejo le dijo que llevaría a la madre al hospital porque no la veía bien. La madre, en realidad, es un satélite del viejo, siempre lo fue y siempre apoyó al viejo en sus sometimientos hacia Alfredo ("dime con quién andas..."). Ella, además, posee una enfermedad neurológica que hace que no reconozca a las personas —a veces ni al propio Alfredo— y que repita constantemente las mismas frases. No tiene prácticamente movilidad independiente y Alfredo había aconsejado a su padre contratar los servicios de una persona para ayudarlos, y él mismo se tomó el trabajo de buscarla, y tuvo que hacerlo con demasiada frecuencia , ya que al viejo nadie le venía bien y la cambiaba a los tres días echándolas con soberbia.
Un día Alfredo lo encontró sentado en la cama, inclinado hacia abajo, con los pies separados y el brazo colgando entre las piernas, aparentando el enorme peso que significaba su vida y la de su esposa si Alfredo no se hacía cargo de ellos, y con un revólver en la mano con el caño apuntando hacia abajo. Una nueva psicopateada del viejo hacia Alfredo.
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"Los Cuentos de Guillermo Estévez"
RandomEstos cuentos son anécdotas de mi historia de vida, algunos de ficción y todos, todos para la reflexión y entretenimiento.