Capítulo 1

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Bienvenido al infierno, niño

Donghae se sentía mareado e intentaba no mirar demasiado por la ventanilla del barco. Se reacomodo en el banquillo, sintiendo todo su cuerpo entumecido y un terrible ardor en las muñecas y los tobillos, a causa de las esposas.

En ningún momento del camino los dos guardias que le custodiaban le habían quitado la mirada de encima.

Optó por ignorarlos y miró el mar, ya que sentía que sería la última vez que lo vería en mucho tiempo y quería disfrutarlo. Era lo único que no lo hacía sentir tan solo. Le recordaba a los pocos momentos juntos que tuvo junto a su mamá y su hermano cuando era un niño.

No podía creer hasta qué punto había llegado la obsesión de Jessica. Ellos habían sido amigos desde hace tiempo, ella era mayor que él por cinco años, y cuando él cumplió diecisiete, Jessica le había confesado que estaba enamorada de él, pero la rechazó. No es que fuera fea o algo así, simplemente no sentía nada más por ella que no fuera cariño fraternal. Ella se obsesionó al punto de que lo acosó por tres años, tampoco lo dejaba salir con nadie, provocando que se distanciara de su mejor amiga, Yoona. Hace dos meses Jessica le había dicho que se casarían, que quería casarse con él. Así que harto le dijo de manera firme que no, y que lo dejara en paz, que había soportado por tantos años su locura porque era mujer, y no podría tratarla mal, pero que estaba cansado. Ella herida por el duro rechazo le gritó que pagaría por eso, que se vengaría.

Y vaya que lo hizo.

Una hora después el barco se detuvo, sacándolo de sus pensamientos, y desapareciendo el hermoso color azul del mar para dar paso al deprimente color gris.

Lo condujeron por varios pasillos. Caminaba en medio de dos enormes guardias, quienes lo tenían cada uno sujeto bruscamente de sus bíceps. Él miraba todo a su alrededor con una mueca de tristeza; varios hombres armados custodiaban el lugar y los colores predominantes eran grisáceos, negros y opacos blancos.

Podía irse despidiendo de los vividos colores, la deliciosa comida y sus amigos, pues sabía que era prácticamente imposible que pudiera salir antes de tiempo; aquella chica había tendido su trampa a la perfección, aunque aún no se explicaba cómo era que lo había hecho.

Fue conducido al interior de la construcción, caminando por varios pasillos hasta que llegaron a una pequeña oficina. Su tiempo ahí pasó más rápido de lo que hubiera deseado, sólo tomaron sus huellas digitales y anotaron un par de cosas.

Después lo despojaron de sus pertenencias, y le entregaron su uniforme de interno, el cual consistía en una playera sin mangas blanca, un pantalón y una camisa de color gris oscuro y unas botas negras. Al terminar de vestirse, el guardia le colocó una especie de brazalete que servía como identificación, le entregó una pequeña almohada y una manta y lo guió a su celda mientras los demás reos gritaban y golpeaban los barrotes de sus celdas.

"¡Hey princesita, que lindo cuerpo!"

"¡Ese lindo cabello lo podría ver más de cerca mientras me chupas la polla, amorcito!"

"¡Oye, puta! ¿Quieres jugar un rato?"

Donghae simplemente siguió caminando intentando ignorar las vulgares propuestas y ofensas, pero eran tantas y tan fuertes los gritos que se sintió mareado por un segundo.

En cuanto el guardia lo llevó a su celda, se escucharon gritos de protesta. Él suspiró aliviado, al menos ahí no le molestarían; miró su celda, una habitación pequeña cuya decoración constaba de blasfemias escritas en la pared y su equipamiento no era más que una litera y un excusado conectado a un lavabo, y encima de él, un pequeño espejo.

Consume me | Eunhae | AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora