XX

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—Recuerdas cuando éramos pequeñas y correteábamos una tras otra, nos tropezábamos pero nos levantábamos; recuerdas las veces que cantábamos junto a mamá, la dulce melodía era perfecta para animarnos. La vida es así, un infinito de tropiezos pero es la voluntad que debemos tener para levantarnos, son las armoniosas notas positivas del alma que nos ayudará a recuperarnos. Enfrenta tus problemas diciendo, sí puedo no me vas a doblegar más.

Empecé a inundarme en una memoria de añejos momentos que ahora se despiertan para alentarme, me hacen nacer y salir del hondo hueco que cada vez se hacia imposible ver la luz. Ahora miro a mi alrededor y pienso que no es el modo de vencer a los problemas, la manera correcta es dándole la cara y haciendo de lo imposible algo posible.

Empecé a encogerme del dolor, escuchaba tocar el piano a mi hermana, mientras mi padre me cargaba entre sus brazos a mi cama. Ella cantaba la canción de Natalia Giménez "Creo en mí" y la dulzura de las notas poco a poco me hacían descansar en sueño profundo.

Las horas pasaban y la tarde se avecinaba y pronto despertaría. Dormir se había transformando en mi parte favorita porque me olvidaba de todo, ya no tenía pesadillas. Era el mejor modo de viajar al olvido.

Con un intenso suspiro por fin abrí los ojos y fue una gran sorpresa tener en frente a Mattias.

—Kath, perdóname por entrar sin avisar y contemplar cuando duermes. —Sinceró sus palabras.
—.Me encanta verte dormir.

Me incomode un poco y caminé hasta la salida.

—Por favor, lárgate de mi habitación.
—Le ordené con furia.

—Kathleen, sé que es difícil para ti aceptar la realidad y soltar tú pasado. Es como si te obligarán a cortarte un brazo o una pierna, sabiendo que el dolor te hundirá en una nostalgia hasta llevarte agonizar. Sé que es increíble que esa persona que antes te decía que te ama, te haya lastimado con sus palabras. Sé que también recordarás con nostalgia y rabia cada mentira que te ha dicho, cuando te decía que nunca te haría daño. Soltar es difícil, porque te sentirás sola; pero tienes que verlo como una oportunidad.

—Por favor, Mattias que estupideces dices. —Me sonroje, fue como si me estuviese estado leyendo la mente.

—Perdóname, pero quiero verte feliz, ver esa linda sonrisa que te identifica.
Sé que es difícil. —Prosiguió —.pero no hay nada imposible cuando se decide hacer algo. Cuando ya no quieres sufrir, sé que se puede. En alguna parte del mundo hay alguien que realmente te está esperando y lucha por encontrarte y lo que menos quiere es lastimarte, seca tus lágrimas y empieza a sonreír como lo hacías.
Ese es un secreto de la felicidad, suelta lo que te hace daño.

Me quedé muy dolida al oír esas crudas palabras, sentía que fallecía y al mismo tiempo estaba comenzando a resurgir. Las lágrimas se me habían secado, qué me está pasando me cuestionaba ¿Cómo unas palabras te pueden sacar de las casillas a un lugar mejor?.

Mattias tenía razón es difícil, pero no imposible. Como será mirar a esa persona y volver a decir que no sientes nada, si tú interior grita que lo amas. Es difícil cuando tú mente es incapaz de adaptarse a los cambios, cuando sigues creyendo que esa persona todavía siente amor por ti; pero valorarte más eso es lo que puede cambiar tú vida.

Vaya, como es que vine a esta cafetería. Amo el olor del café, posiblemente eso es lo que me trajo hasta aquí. Reaccioné después de llegar a una de las caferias que estuvo tan cerca de casa, pero nunca me percaté. Amo la música de Morzart, es como me guiara a un mundo lleno de felicidad, amo cerrar los ojos y que escucharla dejar que ese sonido congele mis recuerdos.

Estoy tomando un café en compañía de la música. Cuando abro mis ojos y escucho con delicadez esas palabras que provenían de algún lado. Parece un poema muy bonito, algo que he oído en alguna parte. Dónde, trato de buscar entre mis recuerdos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que la tengo.
Sentir que la he perdido.

Oir la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como pasto al rocío.

Qué importa qué mi amor no pudiera guardarla. La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Me regreso para observar la persona que está leyendo. Traía puesta unas lujosas sandalias beige, un pantalón rosa palo y una blusa con manga tul color beige.

—Hola. —Alargué mi mano para saludar. —Valentina, mucho gusto.
—Extendió su mano, se notaba a leguas que era una excelente persona, su carisma y su sonrisa lo decían todo.
—Kathleen, pero me puedes decir Kath. Qué bonito nombre.
—Exclamé. —.Qué lees, pregunté muy curiosa dando una ojeada al libro.
—Pablo Neruda, amo la poesía. —Cerró el libro para entregarme.

Cuando leía esas páginas recordé que ese era el libro que Mattias me leía cuando estaba en coma. ¿Cómo debería disculparme después de tratarlo tan indiferente?

La Magia de Haberme Encontrado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora