Estrés y fetiches ψMarkhyuckψ

꒰ ˗ˏˋ único ˎˊ˗ ꒱

Era una mañana para nada tranquila en la casa de los Lee, Mark había estado toda la noche preparando la presentación para su trabajo y apenas tuvo tiempo de dormir; tenía suerte de que su pequeño esposo le acompañó durante todo ese tiempo.

El mayor estaba dándose una ducha rápida pues su alarma sonó más de una vez y ninguno de los dos la escuchó hasta hace unos minutos, Donghyuck se encontraba en la planta baja preparando un desayuno rápido para su pareja en lo que se terminaba de arreglar.

—¡Lee Mark! ¡Si no te apuras llegarás tarde!— le gritó el menor, no quería que el desvelo de ambos fuera en vano.

—¡Ya voy!— gritó de vuelta —Que desesperado mi bebé— se dijo a sí mismo.

En fin, Mark no tuvo de otra que apurarse sino quería que su bebé viniera y lo sacará dándole jalones de cabello como la última vez.

En seis minutos el canadiense estuvo listo y bajó a la cocina, donde Donghyuck lo esperaba ya con su desayuno listo para llevar y su papeleo en la mesa junto con otras cosas más que necesitaría.

—Gracias cariño, eres el mejor— le dio un piquito a esos labios que tanto le encantaban y fue por su sándwich de mermelada.

—Para la próxima déjame ayudarte con el trabajo para acabar más rápido, ¿Okay?— le extendió su termo con café.

—Okay Hyuckie— tomó el termo y volvió a darle otro besito más, Donghyuck sonrió.

Ambos se dirigieron a la puerta de la casa, Mark repasaba seguido lo que tanto había practicado horas antes; Donghyuck acomodaba la corbata de su traje, el pelinegro nunca sabía ponerse ésta correctamente.

—¿Sabes Makku? Con traje te ves muchoooo más atractivo— pasó lentamente sus manos por el pecho del mayor, terminando en su abdomen; Mark carraspeó, no era el momento para que Donghyuck se pusiera lujurioso —Te amo— dijo con una gran sonrisa, poniéndose un poco de puntillas para darle un cálido beso —Suerte en tu presentación.

—Gracias mi amor, te amo mucho más. Adiós— devolvió el gesto y se fue.

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Mark llegó a su casa luego de un día agotador de presentaciones, gritos, peleas, reclamaciones y más; tan sólo al cerrar la puerta se sacó el saco del traje mientras suspiraba pesadamente. Estaba estresado por completo, tantos gritos y voces reclamando y preguntando al mismo tiempo hizo que su cabeza doliera por unas horas y ahora sentía tanta tensión en sus hombros; como le hubiera gustado gritarle a todos sus compañeros irresponsables de trabajo.

Se adentró aún más a su casa con pasos apresurados, escuchando al menor correr a él desde el segundo piso.

—¡Makku, regresaste!— Donghyuck se lanzó a los brazos de su esposo cuando estuvo en el segundo escalón; Mark tuvo que poner todas sus fuerzas en las piernas y brazos para no dejar caer a su pequeño —¿Cómo te fue?