Capitulo 4: El trabajo sucio del club

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-Maxim, ¿Pero qué estás haciendo?- La pregunta viene acompañada de una brillante sonrisa, unos labios rojos e hinchados muestra de nuestra reciente pasión- Deberías regresar a la cama, se está enfriando sin ti- Mi hermosa caperucita hace las sabanas a un lado dejando su cuerpo desnudo al descubierto sin pudor mientras me hace señas con la mano.

Y yo soy el hombre más débil del mundo cuando apago el cigarro que estaba fumando a lado de la ventana para poder regresar con ella, la primera luz del día calienta la piel de mi espalda mientras me acerco.

-Creí que seguirías dormida después de anoche, parece que deberé esforzarme más de ahora en adelante si puedes pararte con tanta facilidad-. Declaro al tiempo que me coloco encima de ella con cuidado de no aplastarla.

Es tan pequeña, tan frágil.

Sus mejillas se colorean y me da un sonrisa traviesa que hace que sus ojos brillen juguetones.

-Siempre haces que caiga rendida, pero deberías saber que no puedo dormir si no estas conmigo, así que dime que nunca te irás de mi lado-.

Mientras ella habla mis manos atrapa sus muñecas dejándolas inmóviles a ambos lados de su cabeza, mi rostro desciende y dejo varios besos en su cara, su cuello, sus pechos.

Un suspiro se le escapa y se revuelve inquieta, mi hambre por ella solo crece cada día que pasamos juntos, quiero más, mucho más, quiero todo. No puedo dejar que se escape, que se me escurra entre los dedos, es tan hermosa y buena.

Y es toda mía.

La protegeré con mi vida.

Es lo que pienso mientras devoró los hermosos labios que me tientan desde la primera vez que pose mis ojos sobre ellos.

-¿Maxim?-. Pide con voz trémula.

-Mmhmm-. Respondo no queriendo detenerme.

-Promételo, promete que nunca me dejarás sola-.

Me separo de su piel que tiene un deguste salado por todo el ejercicio que hicimos y me concentro en sus brillantes ojos azules.

Azules como el mar, como el cielo, como los zafiros.

Me podría perder en ellos si los veo fijamente mucho tiempo, pero mi chica necesita que le prometa algo, y yo le daré la galaxia si me lo pide. Así que dejo un beso casto ignorando su puchero y resistiendo las ganas de profundizarlo.

En cambio llevo su mano a mi pecho, justo a la altura de mi corazón y presiono su palma con las mías.

-Yo, Maxim Martinez, prometo que te amaré hasta que el océano se seque, las estrellas se acaben, el sol se apague para no brillar jamás, hasta que el tiempo se pare y de marcha atrás, incluso después de que mi alma ya no este más en este mundo, te esperaré para seguirte a cualquier futuro que se aproxime y nunca te dejaré- Lágrimas sin derramar destellan en sus pupilas haciendo que su hermoso brillo se intensifique, su mano escapa de entre las mías y me toma del cuello para atraerme a un beso- Siempre estaremos juntos nena, te lo juró-.

Ella me vuelve a besar como respuesta.

Y pasamos toda la mañana besándonos, tocándonos, explorándonos, haciendo el amor, estaba seguro de que ella era la mujer de mi vida.

¿Cómo las cosas pudieron torcerse tan mal?





(...)





Suave, muy suave, como un malvavisco, también es caliente, ¿Qué es esto?

Paso la mano arriba y abajo, acariciando, es tela, pero hay algo más que no logro reconocer, aprieto lo que sea que tengo en la palma y de nuevo me impresiona la forma junto con la firmeza.

Te Reto a DescifrarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora