Cigarros compartidos - Jackstabo (Intenabo)

Cigarros compartidos

Necesitaba fumarse un cigarrillo.

Era lo único que pasaba en la mente de Gustabo en estos momentos. El estar patrullando por toda la ciudad unas horas ya lo tenía bastante estresado. Primero por su "gran" compañero que no dejaba de adularse a sí mismo después de cada atraco exitoso o las diferentes excusas que daba cuando algo había salido mal. Vale, se sabe que él le quiere o tal vez lo estima, algo cercano a eso pensaba, pero otra cosa muy distinta es que tuviera que aguantar la tanda de estupideces que salía por su boca, sinceramente, ya lo tenía cansado. Segundo, la radio, la bendita y tan necesaria radio, nótese el sarcasmo. Lo sacaba de sus casillas, nadie dejaba de hablar, no sabía cuál era el afán de contar su puta vida en la radio. Supuestamente era para momentos críticos o para órdenes inmediatas, no para escuchar a un gilipollas contando lo que había comido ayer o para felicitar a un compañero. Que no estamos en el puto colegio como para andar dándonos estrellitas por cada cosa bien hecha. Y sí, podía ser un poco cínico de su parte pensar ello, pero ¿quién dijo que él no lo era? Sólo se rio internamente ante ese hecho.

Finalmente había llegado a su destino, dejó la patrulla en el estacionamiento privado de comisaría y lo primero que hizo fue apagar la radio, incluso antes de apagar el motor. Miró a su compañero de al lado que se había quedado dormido, suponía que el trabajo también le había agotado y con justa razón, habían estado horas trabajando, tantas que ya se podía ver como el cielo se iba oscureciendo. Con la delicadeza mínima que tenía, lo movió un poco, posando su mano en el hombro contrario. Este de a poco se fue despertando hasta que abrió los ojos completamente.

- ¿Me quedé dormido mucho tiempo? – Preguntó Horacio aún somnoliento

- No tanto, un par de minutos tal vez, sólo estábamos a 8 kilómetros. – Respondió alzándose de hombros, restándole importancia al asunto.

- Joder, debí estar cansado si me dormí en tan poca distancia – rio – supongo que ya nos salimos de servicio, ¿no? Paso de seguir en atracos la verdad, estoy reventadísimo.

- Sí, también iré a casa, supongo.

El silencio reinó sobre los dos de nuevo, se desabrocharon el cinturón y bajaron de la patrulla. Caminaron hasta la armería, dejaron sus respectivas armas oficiales y luego se dirigieron al vestuario con la misma rutina de siempre, cambiándose en la comisaría del norte y finalmente saliendo de servicio.

- ¿Quieres que te lleve a casa? – Preguntó Horacio mientras dejaba su placa oficial en uno de los cajones destinados en la recepción.

- No, paso, me arrepentí, creo que buscaré algo que hacer aquí. Tengo ganas de beber algo o sólo perderme. – vio como Horacio lo miraba con preocupación y sólo suspiró. – No pasa nada, vete tranquilo, tampoco es como si fuera a matar a alguien o dejar que me maten. Sólo quiero respirar un poco de aire fuera de la ciudad. Aquí no te reconoce ni Dios, es lo único bueno el norte. -terminó, saliendo de la comisaría, quitándose por fin el pasamontaña que lo tenía al punto de la asfixia.

Horacio lo siguió y repitió la acción del otro quitándose también el pasamontaña, pensando que por fin podía volver a ser solo Horacio y nadie más. Se sintió libre.

- Entonces nos vemos mañana – caminó lentamente con dirección al garaje que estaba a unos metros – Y ya sabes, cualquier cosa me avisas – dio un último giro mirando a su amigo, le sonrió y agitó su mano despidiéndose.

Gustabo sólo le sonrió de vuelta, sin contestarle. Lo vio alejarse para finalmente soltar otro suspiro. Miró al cielo por un breve momento, buscando algo, pero ni quiera sabía el qué. Caminó alejándose de comisaría hasta llegar a un callejón y se adentró un poco en él. Sacó una cajetilla de su bolsillo trasero y extrajo un cigarro de ahí para después guardar la caja en el mismo sitio. Se apoyó en la pared de detrás y sacó su mechero, encendiéndolo, para luego darle la primera calada.