ᴜɴ ᴅɪᴀ 16 ᴅᴇ ᴠᴇʀᴀɴᴏ
[Favor de escuchar junto a la canción]El reloj de los Destinos: Una Historia de Amor y Eternidad
En el vasto teatro del universo, muchos aseguran que el tiempo es un río sereno que sigue su curso inmutable, que lo que empieza en dolor y desesperanza debe perpetuarse con el mismo fervor. "Deja que el tiempo cure", dicen, "la esencia del sufrimiento permanece eterna." Pero, en la realidad del alma, tales palabras son un vil engaño. Porque el verdadero tormento no es solo la duración del sufrimiento, sino la desoladora verdad de que el tiempo se nos escapa, llevándose con él las promesas y las ilusiones de alivio.
**El Amanecer del Destino**
Era un fresco día de verano, un momento en que el sol abrasador derramaba sus dorados rayos sobre la arena, en un contraste cruel con el mar de tonalidades cristalinas. La playa se extendía como un lienzo interminable, donde la arena se colaba entre los dedos, provocando un leve fastidio. Era el día 16 del verano, cuando el destino, con su mano implacable, llevó a Ray a un encuentro que cambiaría su existencia.
Ray, un joven de catorce años, se encontraba en la playa, con el sol inclemente como testigo de su impaciencia. La arena ardía bajo sus pies, y su voz se alzó en un grito de determinación: —¡Ma!—exclamó con una mezcla de aviso y desafío—. Iré a nadar.
Isabella, la madre de Ray, cerraba el coche con una mezcla de aprensión y resignación. Mientras sacaba algunas pertenencias, permitió que su hijo se alejara hacia el mar, aunque con una pizca de desconfianza. Leslie, el padre de Ray, observaba desde la distancia, sin comprender la magnitud del evento que se desarrollaba ante sus ojos.
El destino, caprichoso e impredecible, nunca advierte ni da aviso; simplemente actúa, arrastrándonos en sus corrientes sin que podamos prever el momento exacto de nuestro encuentro con lo ineludible. Y así, en la playa ardiente, Ray se encontró con Emma, una figura de belleza etérea, en medio de la tormenta de arena y agua.
**El Encuentro en la Tormenta**
Ray, en su impetuosa marcha hacia el mar, chocó con Emma, quien estaba en la orilla, recogiendo tesoros del océano. La colisión hizo que ella cayera, y con disgusto exclamó: —¡Oye!—mientras el mar ofrecía sus obsequios insatisfactorios a los mortales curiosos.
Ray, con el trasero adolorido por la caída sobre un pequeño coral, se levantó y la reprendió: —¡Fue tu culpa! ¡Tonta!
Emma, llena de furia, respondió con una tormenta de arena lanzada en dirección a Ray: —¡He! ¡Para ya que se me vuela en los ojos!
La disputa entre ellos no duró mucho, pues una ola gigante, como un monstruo marino de la mitología antigua, los barrió, arrastrándolos con su fuerza indomable. Ambos quedaron empapados en una mezcla de agua salada y arena, mientras el destino jugaba con sus vidas como piezas en un tablero.
Emma, a pesar de la situación, comenzó a reír, una risa que resonó en el crepúsculo como una melodía incierta. Ray, levantándose con dignidad herida, le ofreció la mano en un gesto de presentación: —Parece que no tengo más opción que presentarme en este punto. Soy Ray.
Emma, con un destello de sonrisa en sus labios, miró a Ray y le dijo, mientras giraba para darle la espalda: —¿He? ¿Todavía puedes verme? Eso… eso me alegra mucho.
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Un Día 16 de Verano
FanficTuvo la dicha de verla y conocerla a aquella hada que nunca deja la playa un cálido 16 de verano. •Sin fines de Lucro •Plagiar y/o adaptar sin MI permiso explícito. •One-Shot RayEmma. •Los personajes le pertenecen a su respectiva mangakas.