Forastero | Staxxby en Karmaland

Capítulo 11

Así como Auron y Luzu tenían problemas para hallar a Alex, Alex tenía problemas para hallar a Jimmy, luego de desayunar en la cueva, Frank y él salieron a buscar a Jimmy una vez más pero no pudieron dar con su paradero, lo único que encontraron fueron unas plumas amarillas que Alex aseguró que eran de su mascota. La noche comenzó a caer para ellos y regresaron a la cueva para dormir una noche más ahí. A la mañana siguiente se despertaron temprano y volvieron a salir, Alex se llevó las plumas de Jimmy en la mano, como una corazonada.

Ya había caminado un largo tramo, hasta toparse con el río, allí descansaron un minuto. Frank se refrescó el rostro con el agua del río y se secó con el borde de su playera, sin embargo, cuando volvió a levantar la cabeza Alex no estaba a su lado.

-¡Jimmy! –Escuchó a Alex gritar, llamando a su mascota.

Él se alarmó y rápidamente corrió hacia el lugar de donde el grito provenía. Y es que Alex estaba impacientándose, así que decidió trepar una colina que le permitía ver más alto que los árboles y gritó el nombre de su mascota lo más fuerte que sus pulmones le permitieron, esperando ver algo moverse.

Pero de repente llegó Frank corriendo, lo tumbó en el suelo, lo apegó a su cuerpo y le cubrió la boca.

-¡Silencio! ¡No hables! –Susurró, luego guardó silencio.

Se levantó un poco e intentó ver entre las hojas de los árboles, fue cuando vio una figura negra a lo lejos, acercarse con velocidad.

-Vámonos de aquí, no hagas ruido –Dijo en voz baja, y tomó la mano de Alex para luego correr rápidamente.

-Frank ¿Qué pasa? –Intentó preguntar, pero Frank no respondió, sólo siguió corriendo.

Llegaron a la cueva de la noche anterior, Frank lo introdujo rápidamente y cerró la entrada. Ambos se tomaron unos segundos para recuperar el aliento.

-¿Qué fue eso, tío? ¿Estás loco? –Exclamó Alex.

-Alex, aquí no puedes gritar así tío, no tienes idea de lo que hay ahí fuera.

-¿Como qué?

-Mejor que no sepas.

Alex decidió no preguntar más, quién sabe qué haya sido aquello de lo que corrían. Lo bueno era que, al parecer, ya estaban a salvo.