Permanecías sentada en su cama, él te recoge el pelo con una goma.
Mientras escuchas como si se abriera un pote..
-Mm.. Abraham? No tengo hambre... Creo que debería irme..
-Shhh, relájate mi reina.
-Pero...
Cogió un poco de lubricante, y te hizo saborearlo de sus dedos.
-Abraham, qué es? Qué haces?
-Sólo déjate llevar.
Abraham te empujó suave e inesperadamente y te tumbó en su cama.
Relájate te dijo.
Levantó ese precioso vestido llevabas. Empezó a introducir sus dedos llenos de lubricante fresquito y mojadito en tus bragas mientras las bajaba.
Ibas a decir algo, pero él te tapó la boca.
-Shhh..
Sacó su lengua empapada en saliva, y mientras introducía sus dedos con el lubricante en tu vagina, empezó a chupar tu clítoris.
Clítoris, ese punto g de las chicas, en nuestras partes, con el que nos damos, y en este caso nos dan, placer.
Pues...
Lo chupaba suavemente y lentamente.
Gritabas mucho, muchísimo, eso fue inesperado.
-¡Qué gusto, Abraham, qué gusto!
Abraham cada vez metía sus dedos más rápido, y su lengua hacía cada vez más cosas, su saliva en tu vagina, dios.
-Dame máaaaaaas!!!
Gritaste involuntariamente, flotabas en el cielo.