CAPÍTULO 2 - "Sexy Demonio"

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– ¿Puedes dejar de comer ese banano y responderme? – Que Diego esté irritado y que me acusé me estaba enojando.

Debía admitir que no podía apartar mi mirada de su cuerpo. La tentación era demasiada.

Gracias al cielo la puerta se abrió dando paso a la persona que podría resolver las dudas. – Diego, haz el favor de vestirte. Tengo una invitada.

– ¿Ella… – Dijo señalándome con un dedo. – es tú invitada?

– Lo es, así que agradecería que tengas un poco más de decoro. –  David pasó por mi lado depositando un beso en mi frente. Fue a la cocina donde depositó una bolsa con las cosas que seguramente había comprado. – Ahora regreso, solo tomaré un baño. – Y se encerró en su habitación.

– ¿Te comió la lengua el ratón? – Preguntó Diego aun mirándome inquisitivamente.

Mi respuesta fue: llevar el banano a mi boca. Por algún buen motivo lo hice demasiadamente lento.

Su mirada fue directo a mi boca y al movimiento que hacía con ella y con la bendita fruta. Quizás eran imaginaciones mías pero juraría que su mirada brilló con lujuria.

– No deberías comer esa fruta con tanta lentitud, y mucho menos frente a un hombre cuando recién despierta.

– ¿Por qué? Es mi problema la manera en la que quiero masticar.

– Así que hablas… – Sonrío cínicamente. – Si no hubieras hablado conmigo en clases hubiera puesto mis manos al fuego en asegurar que eras muda.

Algo en su actitud me molestaba.

Volví a morder mi fruta lo que al parecer lo irritó. – Deja de hacer eso, no puedes hacer eso frente a un chico.

– No voy a dejar de hacerlo porque un extraño me lo dice. Por lo menos deberías darme una buena razón.

Se paseó por un momento indeciso. – Vale. Seré directo. – Se recostó en la pared. – Como sabes los chicos somos más sensibles a ciertos… estímulos y sabes que solemos tener erecciones mañaneras. Entonces, me despierto con una gran erección de la que tuve que encargarme yo mismo, luego me encuentro con una chica que me mira como si fuera un bocadillo.

– Oye. Yo no te miré así. – Me defendí. Aunque si era sincera, realmente si lo mire como algo comestible.

– Lo hiciste, no te avergüences, suelo provocar eso. – Ok, era un engreído. – La cosa es que está chica mete un banano en su boca de una manera tan lenta, como si disfrutara totalmente el movimiento lo que obviamente llevó a mi subconsciente relacionar tu banano con mi polla y a ti haciéndome una mamada. – Sentí el sonrojo empezar a subir por mi cuello. – Lo que conlleva a una erección totalmente incómoda de la que no pienso ocuparme con mi mano porque estoy seguro de que si me masturbo más de una vez al día terminaré con síndrome del túnel carpiano[1].

Señalo con ambos dedos a su entrepierna lo que obviamente hizo dirigir mi mirada a ese lugar. Había un gran bulto en él, como si algo quisiera escapar de su ropa interior.

No entendía, no comprendía, no imaginaba como este chico podía hablarme sobre sus… órganos masculinos y su fisiología sin una pizca de vergüenza.

– Lo sé, es grande. – Tomó todo de mí apartar la mirada para dirigirla a su rostro. El calor quemaba en mi rostro.

– He visto mejores. – Algo dentro de mí hizo que le llevara la contra.

Lo peor era que nunca había estado cerca de un… ashhhh, ni siquiera podía decir su nombre y acababa de mentirle que había tenido la oportunidad de tratar con varios… de esos.

Un segundo antes y uno después de conocerte..Donde viven las historias. Descúbrelo ahora