1. Bienvenida

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Estaba sentada en el suelo de, lo que sería ahora, mi antigua habitación. Cada vez que miraba a alguna parte del cuarto recordaba todo lo que había vivido en esta casa, desde mi llegada a mis cinco años hasta mi partida a los diecisiete, pasando por el divorcio de mis padres y la independización de mi hermano. Ahora tendría que empezar desde cero.
Recogí la última maleta que quedaba encima de mi escritorio y me dirigí a la puerta. Antes de salir, mi mirada se paró en mi rostro reflejado en el espejo. Tenía la piel más pálida de lo normal por lo cual, mis ojos verdes oscuros resaltaban. Mi pelo castaño claro caía por mis hombros y decidí recogerlo en una trenza no muy perfecta. Mientras terminaba de peinarme, el reflejo de otra persona se sumó al espejo. Me giré y vi a mi madre mirándome con ternura.
- Tengo que ir aunque no quiera, ¿verdad? - le pregunté con una pequeña sonrisa.
- Piensa que es una oportunidad de conocer otra ciudad y hacer nuevos amigos. - me dijo mi madre mientras acariciaba mi hombro. - Además, estarás con tu hermano y quién sabe, a lo mejor conoces a un chico.
Suelto una carcajada. Mi madre siempre ha estado ahí conmigo y ahora me dejaba ir. Tenía que comprenderlo, ella había encontrado un nuevo amor y yo era demasiado mayor como para entrar en sus planes.
- Estaré en el coche. No tardes mucho. - comenta mi madre mientras se aleja de mí y desaparece de la habitación. Sabía que ella estaba un poco nerviosa, al igual que yo.
- Tengo que ser fuerte, por mí y por ella. - me digo a mí misma mientras miro mi reflejo en el espejo. Solté de nuevo mi pelo y cogí de mí maleta un poco de maquillaje para hacerme parecer la chica decidida que se encontraba dormida en mi interior.
Cogí las últimas maletas y bajé para encontrarme con mi madre y despedirme para siempre de esta casa.
Me monté en el coche y miré fijamente al cartel de "se vende" clavado en el jardín.
- Estoy lista, supongo. - comenté mientras el motor del coche se encendía y nos alejábamos de nuestro hogar, para siempre.

Después de una hora de viaje, llegamos al aeropuerto y me encontraba en el punto donde mi madre y yo nos separamos.
- Cuídate mucho y no hagas locuras con tu hermano. - me dijo mi madre acariciándome la mejilla.
- Tranquila mamá, lo mantendré a raya.
Una voz avisó sobre mi vuelo y con un fuerte abrazo me separé de ella.
Pasé por todos los controles hasta que llegué a la puerta de embarque. Me puse en la cola y saque el pasaporte. Cuando llegó mi turno le enseñé mis documentos a la azafata y me indicó que entrara al avión.
Llegué al avión. Cuando me senté en mi respectivo asiento, saqué todas las cosas que llevaba para distraerme. Pensaba que me iba pasar el resto del viaje sin compañero pero en los últimos minutos se sentó un chico más o menos de mi edad. Tenía el pelo negro y unos ojos azules intensos, era bastante atractivo.
- Hola. - me saludó mientras se sentaba en el asiento contiguo al mío.
- Hola. - le respondí con una pequeña sonrisa.
- Soy Scott. - me dijo el chico extendiendo una mano.
- Madison. - respondí tomando su mano.

El viaje se me pasó medianamente rápido, gracias a las siestas y las charlas que mantuve con Scott. Él era un buen chico y resulta que tenía el mismo destino que yo, Forest Hill, una pequeña ciudad situada cerca de uno de los bosques más frondosos de toda California.
Al aterrizar salimos del avión y fuimos a recoger las maletas.
- Un placer conocerte - me dijo Scott cuando íbamos hacia la puerta de salida.
- Igualmente, espero verte algún otro día.
- Oye, ¿sabes en qué parte de Forest Hill vas a quedarte?
- Ni idea, - dije cuando cruzamos la puerta. - vine aquí para vivir con mi hermano.
En la sala había varias personas con los típico carteles de bienvenida y algunos chófers con apellidos escritos en folios.
- Que curioso un am... - comenzó a decir Scott cuando vi a mi hermano viniendo hacia nosotros.
Dios, había cambiado una barbaridad. Estaba más guapo, alto, musculoso y ya no tenía ese aspecto de adolescente infantil. Ahora él y yo compartíamos sólo los padres.
- ¿Madi? - me preguntó mi hermano.
- Hola hermanito. - le dije con una amplia sonrisa.
- ¿Hermanita? - preguntó Scott. - Dallas esta es la nueva inquilina ¿verdad?
- Bueno, sí. Se me olvidó comentar que viajaríais en el mismo vuelo - dijo mientras se tocaba la nuca.
- Vaya pues me alegro, nos hicimos amigos en el avión. - comentó Scott.
- Vamos a casa, los demás te están esperando - me dijo mi hermano.
- ¿Cuánta gente vive allí? - pregunté.
- Somos, contigo, seis. Pero la hermana de Scott también vive allí.
Me sentí un poco más aliviada, por lo menos no era la única chica. De todas formas ellos eran mayores que yo y, quiera o no, tendré que hacer compañeros en el instituto si no quería estar sola.
Salimos fuera del aeropuerto y nos montamos en el coche de mi hermano para ponernos en camino a la ciudad que será ahora mi nuevo hogar.

Después de una hora hablando con mi hermano en el coche sobre el instituto y la ciudad, llegamos a un edificio bastante alto y moderno. Nos metimos en el garaje y Dallas aparcó el coche en una de las plazas. Nos bajamos del coche y cogí mi maleta. Nos metimos en el ascensor y mi hermano pulsó el número del piso.
- Presiento, por lo que te conozco que mi hermana te caerá muy bien. - comentó Scott.
- Si es igual que tú, seguro que es simpática.
Segundos más tarde, el ascensor se paró en el piso correspondiente y se abrieron las puertas. Nos encontrábamos en una sala con una puerta blanca. Mi hermano se acercó a la puerta y la abrió, dejándome pasar a mi primero.
El piso era bastante grande, decorado al estilo retro y moderno. Entré y mi hermano encendió la luz y me encontré a tres personas más sujetando un cartel que decía ''BIENVENIDA".
- Sorpresa - gritaron todos a la vez.
Me quedé parada en la puerta, ¿por qué hacían esto? No los conocía y parece como si fuera una reina.
- Vaya, gracias. No os tendríais que haber molestado.
- ¡Qué dices! Eres mi salvación. - me dijo la chica. - Me llamo Samantha pero llámame Sam.
Miré a la chica y era una copia exacta de Scott. Tenía los mismos ojos azules y el mismo color negro en el pelo.
- ¿Sois mellizos verdad? - pregunté.
Los dos soltaron unas carcajadas.
- Claro, somos dos gotas de agua - me contestó Sam mientras le despeinaba el pelo de su hermano.
- Madison, este son los dos petardos que faltan - me indicó Scott mientras se acercaban los chicos.
- Y llegó el comentario gracioso. - dijo uno de ellos. - Hola Madison yo soy Edward, llámame Ed me gusta más.
Miré al chico, tenía el pelo castaño claro y unos ojos marrón chocolate pero, como todos los chicos, su altura sobrepasaba la mía por varios centímetros. Lo que más me intrigaba era su mirada misteriosa, como si estuviera ocultando algo.
- Yo soy Jeremy. - me dijo el otro chico regalándome una mirada amistosa
Jeremy tenía el pelo de un tono rubio con mechas doradas y sus ojos eran de un verde esmeralda.
- Bueno encantada de conoceros a todos, sólo os digo que me podéis llamar Madi.
Los inquilinos asistieron con sonrisas y me indicaron mi habitación. Solté las maletas y me dí cuenta de que las cajas con mis cosas ya habían llegado.
Coloqué algunas cosas salí del cuarto para tener la primera cena con mis nuevos compañeros en Forest Hill.

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Capítulo 1 corregido y actualizado :) espero que os guste esta nueva versión.
Gracias por vuestras visitas y votooos <3 :D

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