Hacienda Gavilán

Parte 2: A primera vista

Rosendo gira sobre sus talones y se marcha dando un sonoro portazo, casi puedo ver el humo salir por sus orejas, la tensión se palpa en el ambiente, Felipe se marcha detrás con varios documentos en las manos, el bicolor mira al pelirrojo y luego de una leve sonrisa se marcha con las manos en los bolsillos, su gesto es resignado, este ultimo se gira hacia mi y me observa por varios minutos antes de hablar.

--- Bienvenida a esta casa de locos --- me sonríe y me tiende la mano --- Miguel

--- Lidia, un gusto

--- Por tu cara no lo parece... aunque no me extraña, no has venido en la mejor de las ocasiones Lidia... --- hace una mueca y luego se ríe --- Aunque nunca es buen momento en esta hacienda --- concuerdo pero no digo nada --- ¿Te han enseñado la casa?

--- Algo así... él... emm... el hombre del sombrero... mmm ¿Rosendo? me ha enseñado la planta baja

--- Te ha confundido con servicio ¿verdad? --- asiento --- Bien, acompáñame, te enseñare los pisos de arriba, da igual lo que digan mis hermanos, eres una invitada de la casa y no puedes dormir con los criados

Miguel anda a grandes zancadas por las escaleras subiéndolas de dos en dos y aprieto el paso con mi bulto en la mano para seguirle el ritmo, llegamos al final de la escalera de dos tramos y paramos, me dice que en el primer piso solo duermen él su hermano mas pequeño Ivan y Hernan, otro tramo de escaleras y llegamos al segundo piso donde están las habitaciones de Felipe y Rosendo, además de la mía, la otra puerta es una habitacion de invitados, en el tercer piso la única habitación que hay es la del hermano mayor, Oscar. Bajamos al segundo piso y entramos en la habitacion que dice me corresponde al final del pasillo esta escondida tras una esquina, el aire viciado de estar todo cerrado me hace arrugar la nariz, todo tiene una fina capa de polvo y la persiana esta rota, una de las ventanas esta literalmente tapiada.

--- No es la gran cosa... ahora --- dice Miguel --- No solemos tener invitados permanentes --- abre la ventana que no esta tapiada y tose por el polvo que levanta --- Te dejo que te instales

Cuando Miguel sale y cierra tras de él me siento tan vacía y desamparada que las ganas de llorar se cogen a mi garganta, el señor Gavilán no mentía cuando me dijo que necesitaría tener una actitud abierta y fuerte para lidiar con sus hijos, aquí hay trabajo, no sé si llegare a enamorarme de alguno pero esta claro que en esta casa hace falta mas cariño y respeto, son familia pero solo de apellido.

Bajo a la cocina donde me encuentro con un amable señor que se me presenta como Tito, es el amo de llaves de la casa, me comenta que en esta hacienda no hay mujeres y que las pocas que entran solo vienen de vez en cuando para intercambiar o comprar productos y no se quedan mas de tres horas, el resto de las visitas femeninas se van con el amanecer y un frío adiós de alguno de los hermanos. La comida de Tito es realmente deliciosa, me pongo bajo sus ordenes pidiéndole por favor que me entregue cualquier trabajo que se le ocurra que no quiero estar aquí de mano sobre mano, que limpiare las cuadras si es necesario que quiero trabajar y accede, al menos siento que tengo un aliado en esta casa, el hombre no se ve muy mayor pero sé que podre contar con él como un padre en caso de necesitarlo.

Me encuentro limpiando la habitación, he descubierto la cama de polvo, aireado el colchón y he quitado el polvo de los muebles y las ventanas, el aire corre por la estancia libre y limpio ya no me siento ahogada y es un avance, al menos esta noche podre dormir. Estoy limpiando el suelo a base de estropajo y agua con jabón para quitar bien el polvo incrustado en este cuando la puerta se abre, Felipe me observa con una ceja en alto y luego frunce el ceño, revisa a su alrededor y luego a mi, estoy toda despeinada y descompuesta, sudorosa del esfuerzo y con las manos rojas.