Lo peor está por llegar

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Al día siguiente me desperté más bien tarde, en torno a las doce. Como a parte de aburrirme no tenía nada que hacer, decidí ir de compras.

Me aseé, me vestí con una camiseta lila de tirantes, pantalones cortos y mis sandalias de tacón, metí todo lo que había sacado otra vez en la maleta (asegurando me que esta vez los libros iban en la mochila), y bajé al hall.

Tenía que dejar la habitación, pero la chica del mostrador no mostró ningún reparo en guardarme la maleta en lo que buscaba a mis tíos. Y dicho esto, me dispuse a perderme por aquella nueva y maravillosa ciudad.

Unas horas más tarde (y unas cuantas tiendas y un restaurante, todo pagado con el dinero de mis tíos, digamos que era su "regalo" de cumpleaños) me dispuse a saber qué era lo que había pasado para que al final acabase en un hotel.

Y, después de un día, la voz ronca tan característica de mi tío sonó por el auricular. Obviamente me dijo que se le había pasado completamente, que habían estado preparando la fiesta para Charlotte y justo aquél día habían ido a comprar unos móviles nuevos. Sí, ya me lo esperaba.

Así que al final acordamos que vendrá a buscarme al hotel. No es que ahora mismo me apetezca verlos (si, soy un poquito rencorosa), pero por lo menos ya he saldado mi cuenta (literalmente).

Recojo la maleta, le doy las gracias a la recepcionista y salgo a recibir a mis tíos.

A los pocos minutos, veo aparecer a lo lejos a una pareja que se dirige hacia donde estoy: ella es rubia, tiene los ojos color miel, la piel dorada y viste un conjunto color crema. Él va con traje, el pelo castaño revuelto, unos ojos azules que miran a su mujer con cariño y la piel bronceada. Mis tíos: James y Eugenia.

En cuanto me ven, corren a abrazarme y llenarme la cara de besos. Yo los saludo alegremente. No puedo estar enfadada con ellos, sería una tortura. Y los quiero demasiado.

Ellos insisten en llevar mi maleta, puesto que la casa no queda lejos. Y nos encaminamos charlando alegremente hacia lo que será mi "hogar" hasta que encuentren a mis padres. Y paramos...en frente de la iglesia. Una iglesia enana, medio derruida y gris.

-Es broma, ¿no?

Ellos me miran con cariño y niegan con la cabeza. Yo los miro como si estuvieran locos, y ellos suspiran y avanzan hacia la puerta de metal que encabeza la verja que rodea la iglesia. En lo alto hay unas letras, pero no logro leerlas, pues mis tíos ya la han pasado y están prácticamente en la puerta de la iglesia, y tengo que correr para alcanzarlos.

Al parecer no se habían dado cuenta de que me había quedado atrás (que raro...) y mi tía estaba colocando su mano en la puerta, como si le apoyase la mano en el pecho a alguien para ver si su corazón late. A instante se oyó un chasquido, y la puerta se abrió como por arte de magia. Yo seguí a mis tíos al interior, pasmada. ¿Qué acababa de pasar?

Pero me quedé más asombrada si cabe en cuanto vi el interior: al entrar, había que subir unas escaleras; pero después se habría un enorme espacio adornado por cuadros, retratos y enormes tapices que adornaban las paredes. Una enorme alfombra, de esas antiguas, cubría el suelo por completo, y millones de puertas, pasillos y escaleras se disputaban su espacio en las paredes.

Pero lo que más me llamó la atención fue que en la mayoría de cuadros y tapices había una escena que se repetía: la de un ángel saliendo de un lago, empuñando una espada en una mano y en la otra sosteniendo una copa.

-Eleanor, por favor, ¿sería tan amable de llevar la maleta de Sophie a su habitación?-Gritó mi tío.

En ese momento, por una de las escaleras apareció una mujer. No tendría más de treinta años, incluso puede que un poco menos. Era alta, en mi opinión demasiado delgada. Vestía un vestido negro, como si fuese una bibliotecaria (vamos, totalmente liso y súper ceñido, aunque casi parecía una monja excepto por ese detalle), unas medias grises, unos zapatos negros horrorosos y el pelo rubio teñido apretado en un moño. Tenía la piel cenicienta, como si llevara años sin ver la luz del sol, y sus ojos castaños no conseguían alegrar su expresión, que era entre asco, enfado y superioridad.

La caja metálica-(Cazadores de sombras) (LCM #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora