Capítulo 32

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Siento el cosquilleo en mi nariz, no hace falta que abra los ojos para saber que es Nick, pero sin embargo abro uno muy a mi pesar. Él está semi acostado en la cama haciéndome caricias en la nariz (o cosquillas, no sé exactamente, estoy muy dormida) con una flor blanca.

—Deja dormir al projimo —me quejo, pero después de estirar mi cuerpo, me siento correctamente, cubriendo mi torso desnudo con la sábana blanca—. Así que desayuno y flores, eh —comento observando la bandeja que ha traído. Es la tercera vez en la semana que me prepara el desayuno y esta es la primera vez que me lo lleva a la cama.

—Tiene todo lo que te gusta.

—Excepto las flores —comento señalando el pequeño ramillete de flores coloridas. Lo tomo y lo huelo, es una mezcla demasiado perfumada que hace que me pique la nariz, no se lo digo. Nick ha estado regalándome toda clase de flores desde el día de su cumpleaños y aunque uno diría que es un gesto tierno, yo sé qué es lo que pretende—. ¿En qué quedó eso de ir paso a paso? —pregunto cuando él se acerca para besar mi cuello. Se frena y me observa el rostro con una fingida expresión de inocencia.

—Bueno... —Toma una tostada y come despacio, es increíble que una simple tostada se convierta en algo erótico con Nick—. Creí que las flores ayudaban a sumar puntos —añade encogiéndose de hombros. Comienzo a desayunar y entonces parece que él quiere continuar con lo que estábamos haciendo anoche, como unas cinco veces. Anoche, luego de terminar nuestra cita número veinte, decidí arriesgarme un poco y por primera vez después de dos meses, tuvimos sexo. Fue una verdadera tortura soportar tanto tiempo con Nick provocándome a cada segundo, insinuando todo tipo de cosas y susurrando a mi oído incluso en público, incluso cerca de su familia.

Nick comienza a besarme el cuello lentamente y sus dientes atrapan mi lóbulo. Trago saliva y me concentro en algo que no sea tener sexo y en lo caliente que se ve Nick las veinticuatro horas los siete días de la semana. Concéntrate Dylan. Tomo mi flor favorita del ramo y esquivo a Nick. Él me observa desconcertado.

—Para que lo tengas en cuenta la próxima que quieras sumar puntos —comento tomando mi café—. Me gustan las rosas rojas y odio las blancas —respondo y le tiendo la flor roja. La comisura de su labio se eleva en un principio de sonrisa. Sé que su mente acaba de tener alguna idea y las ideas de un Nick excitado nunca me favorecen. Bueno sí, pero no ayudan en nada al plan de ir despacio.

—Apuntado —responde para luego robarme un beso rápidamente. Me pongo la bata que hay en el borde la cama y él me observa mientras me visto—. ¿A dónde vas? —pregunta mientras mastica fruta trozada.

—A mi habitación —respondo con total naturalidad.

—¿Y como para qué? —pregunta como si fuera una locura que deba abandonar esta habitación cuando ambos sabemos que no es lo que acordamos. Tuvimos sexo con la única condición de que no se volvería costumbre de todas las noches y que jamás me instalaría en esta habitación otra vez (y por jamás me refiero a que no volveré a dormir junto a él a menos que estemos seguros que queremos una relación en serio).

—Que tenga sexo contigo no significa que dormiré aquí todas las noches...

—Anoche dormiste en esta habitación —contesta con una sonrisa victoriosa. Me cruzo de brazos y lo observo con una ceja enarcada.

—Anoche estaba demasiado... Cansada como para levantarme. —Ni siquiera me di cuenta cuando me dormí. La sonrisa de Nick se ve más pretenciosa cuando me escucha y se relaja en la cama con los brazos detrás de su cabeza—. ¡Ay borra esa sonrisa de pendejo de tu cara! —suelto poniendo los ojos blanco.

—Nací para dejar exhaustas a las mujeres —suelta vanidoso—. Hasta le van a poner mi nombre a un vibrador.

—Contigo nada es serio, de verdad, eres irritante —comento buscando mi ropa interior. ¿Era necesario tirar toda la ropa como salvajes?

Mi problema es amarte #2 [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora