Capítulo 3.

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2 años después...

Evan.

Miraba el reloj de mi muñeca una y otra vez, joder. Estaba haciéndose tardé, sabía que Bastián iba a matarme a penas mi pie tocará el suelo de la galería.

El tráfico estaba patético a estas horas. Las calles un tanto llenas, personas en el constante vaivén de sus monótonos días pasaban por las calles sumergidos cada uno en una atmósfera totalmente diferente.
Nada que me sorprendiera de esta ciudad.

El teléfono comenzó a pitar con mensajes de Bastián preguntando su típico "¿donde cojones estas?" seguido a un "comienzan a preguntar por ti, haz acto de presencia imbecil"
Bufé, tomé el celular dispuesto a responder, cuando el tráfico comenzó a avanzar, y finalmente pude retomar el camino, mientras la melodía de alguna canción desconocida resonaba por todo el vehículo.

Por fin, luego de un arduo esfuerzo, estrenaría mi nueva colección de pinturas, había estado trabajando duro por esto, mejorando y perfeccionando los más mínimos detalles; Mientras Bastián se había encargado del lugar, de las invitaciones y bocetos, las bebidas y aperitivos y de un par de "invitados especiales".
En cuanto al tema había estado más emocionado que yo al respecto, ya que en parte estaría inaugurando la galería que le había heredado su padre.

Salí de mis pensamientos cuando el celular comenzó a reproducir el tan familiar tono de llamada personalizado que él mismo se había encargado de colocarse. Rodé los ojos. Con una mano al volante y a un par de locales de llegar, atendí mientras a su vez buscaba algún lugar para estacionar.

—Más te vale que estés camino hacia acá Evan, o juro que... — lo corte
—Muchísimo mejor, ya estoy aquí, estoy estacionando.— coloqué el altavoz mientras buscaba en la parte trasera mi cazadora.
—Mas te vale no estarme jodiendo, creo que no tengo que recordarte lo sucedido en nuestras "vacaciones" a cancún —rodé los ojos aunque sabía no podía verme.
—Se que algún día me agradecerás el haberte dejado en compañía de Melanie en ese viaje, solo que aún no vas a admitirlo. Porqué ninguno de los dos se da cuenta.
—¿De qué demonios me hablas evan?. —Gruño, sabía que éste tema no era de su agrado.

Al encontrar la chaqueta y colocarmela, notaba como por el otro lado de la línea éste seguía esperaba una respuesta de mi parte, que claramente no obtendría, sería como hablarle a una pared, y hoy no estoy para decirle las miles de razones obvias entre ambos. En algún momento notarán que hay más amor entre ellos que el mismo "odio" que dicen tenerse, solo necesitan ver los pequeños detalles y las miraditas que se dan.

—Ya lo verás por ti mismo hermanito, te dejo, estoy bajando para entrar —sin esperar alguna contestación de su parte. Colgué la línea dando por acabada la llamada. Y una vez ya estacionado, y con los seguros del auto puestos. Comencé a caminar por la calle en dirección a la galería con una sonrisa cínica en cara y el teléfono en mano.

Bastián detesta que le cuelguen sin terminar de decir por lo mínimo el "adiós".

Al mirar la entrada, podías ver cómo ya había personas en el lugar que salían o entraban al local. Respiré profundo y con confianza en cada paso que daba, me acerque a la entrada saludando a algunos conocidos que se encontraban fuera dándole una calada a sus cigarrillos, más que pensativos.

Ni siquiera había terminado de entrar cuando ya melanie caminaba enfundada en su vestido ciruela al cuerpo con paso apresurado hacia mí. Lo veía venir.

—¿Te has vuelto loco o qué?, ¿debo recordarte acaso quién es el artista aquí?. Porque es más que obvio que eres tú Evan, no yo, ni tu odioso hermano —refunfuño mientras acomoda a mi chaqueta —comencé a pensar que habías recaído como ayer y no vendrías. — Decía con su ceño fruncido mientras me tendía una copa de champagne

—Calmate, ya estoy acá; es decir... Se que vivir sin mi presencia, es complicado. Pero aquí estoy melsita.—Toqué la punta de su nariz, mientras esta me fulminaba con su mirada. Reí, molestarla era realmente entretenido.

—Quita esa cara mel, te arrugaras más rápido mujer. Ten —tendí la copa a su dirección y está la miró con una ceja alzada —creo que necesitas de esta copa más que yo —guiñe, para luego darle un sorbo antes de que la tomará, logrando que frunciera su ceño.

—Cierra la boca Joyce, ¿cada día estas más insoportable o qué?. Además, comparado a tu hermano estoy calmada, tarado. — Rodó los ojos y tomo una copa de la mesa de bebidas y aperitivos, y luego de un pequeño choque entre estas se marchó hacia un mínimo grupo de personas que miraban el cuadro "Bajo la luz de la luna".

Comencé a caminar por estos, dándole un vistazo a cada uno, y escuchando las críticas sobre algunos.

Bastián, charlaba tranquilamente respecto a las obras con invitados. Al acercarme a su dirección y el presentarme como el artista. Recibí felicitaciones, alagos de éstos y algunas preguntas sobre el cuadro "una mirada y su sonrisa celestial" Inspirados en ella, en aquella mujer que no salía de mi cabeza.
Las personas sonreían enternecidos cuando les hablaba sobre esa obra, me deseaban suerte, éxitos futuros por mi talento y con la chica que tenía al gran Joyce fascinado hasta ese punto.

—Les gusta tu trabajo Evan, verdaderamente estoy orgulloso de ti. Hemos vendido al menos diez de tus cuadros, que ya mañana serán despachados.

—Tian, sabes mejor que nadie que desde hace años no hacía esto —mire nostálgico los cuadros que se encontraban colgado en las paredes de la galería. Deje de pintar desde lo que pasó aquella noche, ya no tenía la inspiración, ya nada era igual y no quería ni tocar los pinceles. Incluso había roto varias de mis anteriores obras en un arranque de ira.

—Estos dos años lo has retomado y es lo que importa, extrañabas hacer esto, se que sí. Incluso tuviste el valor de mostrarlas al ojo público y ve...—Señaló a las personas a su alrededor que bebían, probaban bocados de los aperitivos, charlaban y luego las que se quedaban de pie observando las obras. —¡han quedado fascinados!. Bendita sea esa chica que trajo consigo la inspiración de nuevo hacia ti, aquella que tú misma dabas por perdida —dio un par de palmadas en mi espalda y se marchó.

Quería negar el hecho de que había vuelto a pintar por ella, pero ni yo mismo podía mentirme de esa manera. No cuando luego de aquel encuentro en la cafetería regresé al departamento con una bolsa en manos llenas de cosas necesarias para comenzar a retomar lo que había dejado años atrás. No cuando esa misma noche frente al ventanal con vista a la nublada ciudad; comencé a trazar cada pincelada con seguridad junto al cuadro en blanco frente a mi, en donde sin notarlo su rostro era lo único que yacía pintado, le dí vida a los recuerdos que tuve de esa misma tarde y me sentí vivo luego de terminarla.

****

Un tanto aburrido de saludar y sonreír. Decidí caminar hacia su sección, una la cual era única entre todas, esta separaba sus obras de las otras, hacia había pedido. Empujé la puerta de vidrio para pasar notando como este espacio no estaba vacío, alguien más estaba allí.

Anonadado detuve mi andar, cerrando la puerta tras de mí, y solo de pie, observando frente a mí a la mujer que me daba la espalda, la cual no parecía notar mi presencia ahí.

Esto no podía creérmelo, esto no podía estar pasando.

Esto debía ser un jodido sueño.
Ella estaba ahí, frente a uno de sus mejores cuadros, ella estaba ahí, de espaldas a mi, ella estaba simplemente estaba.

La chica de los auriculares violetas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora