SDS.

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22/06/20

Buenos Aires, Argentina.

“Bueno, no sé cómo iniciar esto pero acá voy. En un momento de mi vida me volví aficionado por el piano empolvado de mi casa, me volví adicto a deslizar mis dedos por sobre sus teclas blancas como porcelana, a permanecer por horas e incluso días enteros probando notas, escribiendo, borrando, rompiendo y arreglando cada una de las ideas que mi mente emanaba en pequeños retazos de lucidez. Mi felicidad dependió de aquel objeto oscuro, se volvió mi motor, se volvió mi nueva meta de vida pero lamentablemente eso no estaba deparado para mí.

El derecho se volvió una de las cargas más pesadas en estos últimos años, una carrera vacía y careciente de valor para mí pero no para mis padres, quienes no entendían que mi motivación e impulso iban dirigidos hacia otro lugar, hacia una dirección predestinada que no podía modificarse ni omitirse como si nada.

Cada madrugada podía escuchar maldiciones y pasos desde la habitación contigua perteneciente a una edificación diferente y mucho más moderna, se podía decir que las paredes entre cada uno eran muy delgadas pero jamás entendí a qué se debían hasta una madrugada gélida en la que decidí asomarme al balcón para pensar un poco acerca de mi futuro. Mi vecino se había asomado algo abrigado y sudoroso, en silencio, no dijo nada durante unos minutos pero justo antes de entrar agradeció el simple hecho de que hiciera música porque ese lugar dejaba de ser lúgubre.

Con el paso de las noches le fui conociendo, supe su nombre y comenzamos a charlar acerca de banalidades, datos irrelevantes con alguna que otra cosa importante escondidas en ellos. Supe con el tiempo que su color favorito era el salmón, que amaba a los animales, que estudiaba danza desde los diez años y que era un aficionado y perfeccionista. En simples palabras, supe que era una persona increíble pero jamás se lo dije. 

Comenzamos a comunicarnos a través de videollamadas desde nuestras habitaciones a partir de las siete con treinta, cada día, e incluso a juntarnos en la sala de música de su academia. Ese se había convertido en nuestro principal punto de encuentro. Mientras yo palpaba contra las teclas, él generaba movimientos profesionales, completamente embelesadores, atractivos e hipnotizantes. Él embellecía mi música no solo con sus movimientos sino también con su sonrisa y su mirada. Él me demostró que mi don no era en vano.

Descuidé mi carrera, lo que empezó con un final terminó con tres materias recursadas y me arrebataron el piano, sellando así mi felicidad. No quería ser un estorbo, no quería ser una decepción ni mucho menos que el esfuerzo de mis padres se vaya al drenaje tan solo por mí. Era solo un hobbie, un juego, una distracción, ¿verdad? Y aunque realmente conociera la respuesta, decirla en voz alta me hubiese ocasionado una alteración mental.

Continué viéndolo pero su felicidad recurrente comenzó a irritarme y se lo hice notar cuando le conté lo que sucedió y me ofreció postularme para una beca en su academia. Le dije que no pensaba hacerlo pero él insistió en que los materiales no eran caros y que simplemente debía presentar una carta siendo sincero acerca de mi pasión, que lo lograría y no sería problema, además de que pasaríamos tiempo juntos. Recuerdo haberme reído con sarcasmo, él no me entendió en lo absoluto pero le respondí algo que aún me avergüenza: “¿Cómo puede darte la cara? Vas a una academia prestigiosa, tenes las mejores prendas de ropa y vivís en uno de los edificios más completos. Obviamente no te va a generar problemas.”

Semanas más tarde me enteré que consiguió una beca hace unos pocos años y que se había mudado con su tía por ser la única que le ayudaba, y me sentí ridículo, me contó que no durmió por incontables noches y que incluso su alimentación se vio afectada. También me reveló que le hice llorar y confirmé que soy un ser nefasto pero también entendí que sentía algo fuerte por él aunque jamás lo exterioricé.

Aprobé mis materias y como regalo me devolvieron mi instrumento. Recuerdo que me había sido muy raro volver a tocarlo pero sentí una felicidad inmensurable que también sintió mí querido Jimin porque lo oí celebrar desde su habitación golpeando la pared que nos dividía con efusividad, accionar que correspondí a los segundos entre risas. Mi vida tenía color, nuestras rutinas habían vuelto y con ello la terminación de la canción principal que solía tocar todas las noches desde que le conocí.

A la semana nos juntamos en su academia y me pidió que toque aquella pieza, que él también tenía algo que mostrarme. Fue así como descubrí la alegría y el sentimiento que mi composición generaba, fue así como mis lágrimas salieron disparadas sin ningún filtro, dándome mil indicios de que ese era mi lugar, con él. Fue como una muestra de amor mutua, él supo que aquella creación fue para él y yo supe que aquella demostración fue su respuesta, correspondiendo a mi sentimiento. Jimin fue la única persona que entendió mi música pero jamás se lo dije.

Esa noche me comentó acerca de su cierre de materia y de que necesitaba presentar una coreografía. En simples palabras, quería utilizar mi canción pero quería que vaya yo mismo a tocarla, que me presente junto a él porque se sentía seguro estando conmigo. Me negué rotundamente por miedo. Sus ojos mostraron una decepción que aún recuerdo cada vez que cierro los míos antes de dormir, no me insistió, no me dijo más nada, simplemente asintió dejándome ir. 

No fui a su presentación, esa tarde tuve un parcial de derecho penal, había recibido un mensaje suyo en la mañana pero no lo había abierto, ni siquiera había tenido el tupé de desearle suerte.

Esa noche no oí nada, ni la siguiente ni ninguna. Un mes después me enteré que Jimin jamás llegó a la presentación debido a un choque a unas calles cercanas donde perdió su vida o eso tuve entendido. El dolor que aprisionó mi corazón me hizo llorar por horas, días e incluso meses. Aunque el dolor y el luto no se pueden medir ¿verdad? Dejé todo en manos del tiempo pero aún así sigo sin sanar.

El día en que me enteré de aquella noticia abrí su mensaje el cual decía con detalladas palabras: “No hay rencor por lo de la noche pasada ni porque no te presentes conmigo hoy, simplemente no dejes de hacer música porque eso no te lo perdonaría jamás.” 

¿Cómo le iba a decir que no podía continuar si él fue mi motivación? Aquel piano no era tocado hace siete meses. Él se convirtió en mi musa, la canción fue titulada con su nombre y no la puedo reproducir porque su danza y su sonrisa me atacan volviéndome vulnerable, haciéndome perder la cordura y no, no son palabras al viento, yo lo intenté, realmente lo hice pero todo terminó en una abolladura en la pared y teclas destrozadas. 

Mis padres siguen sin entenderme, en un mundo entre tantas personas, Jimin fue mi luz, me guió y me hizo encontrar la felicidad, me hizo entender que la música crea lazos inquebrantables, lazos que jamás van a ser rotos porque los planos en la vida son como ese pedazo de material que nos separaba, fino e insulso. 

A pesar de todo, estoy feliz de haber conocido a alguien que me apoyó de forma incondicional pero le fallé y eso no me lo va a perdonar jamás.

De todas formas, mi enamoramiento más severo no se debió a las incesantes horas delante del piano ni tampoco para molestar a mis progenitores, se debió a una persona en particular, una persona que le dio vida a mis notas. Se trataba de Park Jimin.”

El hombre canoso delante de mí se quitó los anteojos para limpiar sus ojos con un pañuelo rojizo, ni siquiera había tenido el valor de releer aquella carta pero según el criterio de mi único y nuevo amigo, Taehyung, había estado nostálgica y hermosa.  

Luego de un carraspeo y un arreglo de los papeles en sus manos procedió a hablar. 

—Esto es increíble, conocí a Park, tuve el honor y era un gran estudiante —aseguró con un deje de dolor mientras sonreía —. Estoy seguro de que estaría muy feliz y le agradezco de haber tomado el camino correcto. Bienvenido a la academia de música, joven Min. La beca es suya. 

Ambos estrechamos nuestras manos luego de ello. Ya estaba pactado.

 Después de un año y dos meses me animé a tocar la canción por primera vez en tanto tiempo para presentarla en tu honor, no lo volveré a hacer jamás, no lo dudo, pero pude dejar lo que realmente me impulsó y fuiste mi amuleto. 

Desearía haberte conocido mucho antes y haber coincidido por mucho más tiempo, Jimin.

La sonata va quedar en silencio pero estoy seguro de que en algún momento nos volveremos a reunir y volveremos a oírla juntos.

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⏰ Última actualización: Jun 25, 2020 ⏰

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❛❅Sonate de silence | Yoonmin (OS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora