Jung Yoon Oh se encontraba en su oficina sentado en la gran silla detrás de su escritorio. Había cajas llenas de sus pertenencias por todo el lugar. Rió ante la situación.Haber estudiado tantos años, graduarse con honores, ser reconocido por varios escritores como una de las personas más involucradas y capaces de la literatura hoy en día, dar clase en una universidad reconocida y ganar dinero extra por algo que consideraba como hobby era bastante perfecto para él.
Lo que no tenía en cuenta es que sería despedido por solo un malentendido con el director. Claramente el que terminaría perdiendo sería el director por desperdiciar y arruinar el desempeño de sus alumnos corriendo al pilar de la escuela pero eso no se lo diría.
La situación no era terrible, solo había algo que le molestaba rotundamente.
¿Cómo seguirá viendo a ese pelirosa con sonrisa resplandeciente y ojos grandes?
Él no era un pedófilo ni nada por el estilo. Todos sus alumnos eran mayores de edad y él solo les llevaba unos pocos años de ventaja aunque su madurez y seriedad hacía que pensaran que tenía más de treinta.
Tampoco era un inconsciente y trabajador poco profesional. Sabía que las relaciones interpersonales con alumnos era prohibida y muy mal vista pero esos labios, ese cuerpo, ese joven sacaba al señor Jung de sus casillas. Algo le decía que el chico tenía algo por él ya sea admiración o algo más. Tenía unas notas perfectas, de hecho era el mejor de la clase...¿Por qué preferiría llevarle el almuerzo a su profesor que estar con sus amigos en sus horas libres?
El primer día que ocurrió, Yoon Oh le había dicho que no era necesario. Él comería hasta llegar a casa, lo cual ocasionó la reacción opuesta.
"Mi profesor favorito no puede durar todo el día sin comer."
Él reconocía que eran malos hábitos pero simplemente no tenía tiempo para preparar sus comidas y su horario solo permitía que hiciera la cena en casa.
Intentó negarse, en verdad lo hizo, pero el chico insistió. La verdad este último le interesó desde que llegó tarde el primer día. Ese cabello rosa cerezo estaba empapado junto con toda su ropa. Taeyong había tenido uno de los peores días de su vida y como cereza al pastel, llovió mientras él se transportaba en bicicleta. Todos rieron al ver su aspecto pero para Jung, era un hermoso desastre. Entonces decidió que verlo más de lo habitual junto con comida era más que bien, no haría ningún daño.
Vaya que lo hizo. Lo que empezó como pláticas casuales y normales, se convirtió en pláticas personales y recomendaciones sobre libros. El chico leía un libro por semana y le contaba al mayor su opinión. Nunca en su vida había hablado tanto con alguien sobre libros y definitivamente nunca había sentido tanta gratificación haciéndolo. Lee Taeyong se había metido en su mente y se negaba a irse hasta en los malos momentos como estos.
Un golpe en su puerta hizo que dejara de tamborilear sus dedos en el escritorio.
—Adelante.
Cuando se abrió la puerta no esperaba ver al dueño de sus pensamientos viéndose como si hubiera corrido un maratón.
—Es-es cierto...¿se va?—su respiración era entrecortada y sus ojos brillaban tristemente.
Yoon Oh nunca había sido tan tentado en su vida. Quería besarlo hasta que esa expresión de miedo desapareciera. Dios, quería hacerle tantas cosas que los dedos le dolían.