No podía creer que me habían convencido de hacerlo. Sabía muy bien que traería problemas, y de todos modos lo acepté. Supongo que en una situación como esa, fue fácil que se debilitara mi fuerza de voluntad; era una oportunidad única en la vida de ver a mi banda favorita en concierto. En su momento, pareció una buena idea, pero el hecho de que me había escapado de mi casa aún me estresaba, encima salteándome una noche de estudio. Yo definitivamente no era así.
Caminaba detrás de mi hermano mayor y sus amigos, todavía preguntándome de dónde habrán sacado ellos tanto poder de persuasión. Uno de ellos se giró hacia mí.
– ¿Listo para la noche de tu vida? –pregunta, con una sonrisa tan amplia que, puedo jurar, casi llega a la altura de sus expansores en ambas orejas.
– Eh, sí, claro… –respondo, sin haber prestado demasiada atención. Seguía preocupado, después de todo.
– Sabía que se acobardaría –se mete otro de los integrantes del grupo, riéndose burlonamente, para luego ser golpeado por mi hermano en el brazo.
Me hacía sentir muy afortunado tenerlo conmigo. Suele ser ciertamente sobreprotector, pero siempre y cuando no cruzara la línea, no podía hacer más que estar agradecido por todo lo que ha hecho por mí.
Llegamos al fin al lugar del evento. No hay demasiada gente, ya que la banda no es del todo conocida. Siendo tan buena y teniendo incluso temas originales realmente geniales, me parece una pena. Aunque viéndolo desde mi punto de vista introvertido, también me alivia la poca cantidad de personas presentes. En un intento de cobrar confianza, me ajusto bien la chaqueta de cuero que traigo puesta, esperando que no me quedara muy ridícula. Sigo a mi hermano y a su grupo de cerca, pues tenía miedo de perderlos, y nos acercamos al escenario, donde todos se estaban reuniendo.
El tiempo pasa, y estaba resultando ser una noche increíble. Si su música ya me encantaba escuchándolos en mi celular, el sentimiento que me provocaba se intensifica en persona. En cierto momento, miro alrededor, notando no muy lejos de mí a una chica que, sorprendentemente, está usando la misma chaqueta que yo. La de ella, sin embargo, tiene una personalización que encuentro interesante; un parche grande de una rosa azul en la espalda. Algo sobre eso me parece extrañamente familiar, y cuando ella casualmente voltea en dirección a mí, entiendo por qué, pues la reconozco enseguida. Era la alumna más tímida de mi clase, Ellie. Sabía que le gustaban mucho las rosas azules.
Al encontrarse nuestras miradas, Ellie se asusta, viéndose como si pudiese morir de la vergüenza. Comienza a correr lo más rápido que le permiten sus piernas, lejos de mí, y pienso en seguirla… pero pronto concluyo en que eso no sería correcto, sólo conseguiría agobiarla más. La observo irse, sin dejar de estar asombrado por lo que acababa de presenciar. Tenía muchas preguntas que hacer, necesitaba las respuestas. Tal vez se las pediría en la escuela mañana.
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Historias cortas de azul
Fiction généraleEn este libro se hayan relatos, diferentes los unos de los otros, pero con un objeto en común. Aquellas que conectan estas historias remotas son rosas azules.