🅒🅐🅟🅘🅣🅤🅛🅞 12

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Giró el picaporte, y abrió la puerta. Miró con un fuerte sonrojo a Wooyoung, No pudo ni fijarse en la ropa del castaño, solo en su rostro, sus ojos color miel, brillando y su cabello bien peinado, moviéndose ligeramente  con la fría briza de invierno.

Le sonrió, y su tan fuerte sonrojo, de apoco se hizo uno muy leve, hasta un simple rubor. Salió de la casa, y cerró la puerta con llave. De tan emocionado que estaba, había olvidado avisarle a su madre que saldría. De todas formas, Lia no estaba en casa, había salido con Chae.

Los dos jóvenes comenzaron a caminar por las calles, sin ningún rumbo especifico. Solo caminaban, gozando la compañía  del otro. Se querían mucho, el uno al otro, pero ninguno se animaba a decirlo.

Wooyoung no quería asustar al otro. Sabía que era correspondido, pero de todas formas sabía que, los pensamientos, jugaban con San, haciéndole daño todo el tiempo. Él no sería la causa de ese daño. Por otra parte el Pelirosado, y su orgullo, no le dirían nada, jamás. Haría cualquier cosa antes de confesar sus sentimientos.

Sin darse cuenta de cómo sus manos terminaron juntas,y la bufanda que Woo llevaba, en el cuello del otro. Pero no les importaba, iban riendo,llamando la atención de todas las personas de la calle.

Estaban en una bonita plaza, con varios bancos, tan blancos que parecían recién pintados; arboles pelados, y algún que otro árbol de media estación , que aún conservaba sus hojas y flores; un par de juegos para niños, de colores llamativos; y solo una abuela arrojando  migas de pan a las palomas.

Choi San, y todo su niño interior, corrieron hacia un subibaja, color verde, que había entre los juegos. El castaño no hizo más que seguirlo, y verlo reírse como un niño, pequeño e inocente. Según SeongHwa le había contado, el Oji-Grisaseo siempre era así; Algunas veces era tan infantil que causaba vergüenza ajena, pero eso no le importaba ni un poco.

Se sentó en uno de los extremos del subibaja,esperando que WooYoung se sentara del otro, y ansioso comenzó a golpetear con las manos sobre aquel juego. Haciéndole caso, se sentó frente a  él,  en aquel lado de la atracción para niños.

Comenzaron a subir y bajar, en un vaivén, Woo pesaba más que el pelirosado, por eso este tenía que impulsarse con más fuerza para subir y bajar, pero no le importaba, se estaba divirtiendo mucho con su... con Wooyoung.

La anciana, aún sentada en la banca, los miraba con una sonrisa, y seguía arrojando migajas de pan, para las palomas, que desde hace rato la rodeaba, en gran cantidad.

Estuvieron en todos los juegos; desde las hamacas, los toboganes, y pasamanos. Luego ambos entraron en un kiosco, ya que al menor se le antojaron unos caramelos, o gomitas, o chicles, o algo, solo quería comer algo dulce.

En cuanto vio hacia el refrigerador, que allí había, con bebidas de todo tipo (Gaseosas,Aguas gasificadas y minerales, alcohólicas, energéticas,etc) supo que lo quería. Un jugo 𝐵𝑎𝑔𝑔𝑖𝑜, Siempre le habían fascinado.

Fue hacia donde estaban, y sacó tres con sabor multifruta y uno de sabor durazno;así hubiese sacado quince, sabía que se los tomaría. Los puso sobre el mostrador, y esperó a que le dijeran cuanto era lo que debía pagar.

Woo puso un paquete de doce, de cigarrillos y el kiosquero dijo cuanto debían pagar. Pero el castaño no lo dejo pagar a San. Aunque el pelirosado hubiese llevado dinero, no le importaba, no lo dejaría pagar, ni en un millón de año.

-Yo pago, San-

-P-pero...- cuestionó el más bajito.

-Pero nada. Dije que yo pago- Afirmó haciendo que el otro agachara la mirada, entre avergonzado y confundido.

Ni bien salieron de la tienda, Choi San, abrió uno de los jugos y comenzó a sorber a través de la bombilla, que venía adherida a la pequeña cajita de la bebida.

-De niños amaba esos jugos...- comentó el mayor.

-Y ahora también-

-Es que, te comportas como cuando eras niño- Rió disimuladamente, dejando ver su hermosa sonrisa.

-¿Me estas diciendo infantil?- Inquirió haciéndose el ofendido.

-Justo es lo que hago-

-¡AH! que fea esa actitud, Señor Jung WooYoung,¡Burlarse del pobre y hermoso Choi San! eso se llama en-vi-dia-

-No creo que sea malo que seas infantil, después de todo, así me gustas-

San dejo de caminar, y su mano soltó el envase. Se quedó sonrojadísimo, mirando al suelo con los ojos muy abiertos. ¿Había escuchado bien? ¿De verdad alguien podía gustarle una persona como él? Seguro era algún tipo de broma que su mente le estaba jugando, no sería  la primera vez que le pasaba.
       

๑Los planes así dan mil años de vida

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๑Los planes así dan mil años de vida.

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