En un pequeño pueblo de una pequeña ciudad vivía en una pequeña casa un pobre joven. A pesar de que era blanco como la nieve, su vestimenta era siempre oscura, luto. Su negra y larga cabellera le llegaba hasta sus hombros. El joven acostumbraba a caminar por un sendero de piedra que lo conducía a un viejo pozo de agua, vacío y desolado, el único camino que recorrer. Nunca había estado acompañado por nadie, pero tampoco tan solo, desde la vez en que su familia...
En su rutina diaria hablaba consigo mismo y se cuestionaba sobre el significado de la vida. "La vida es simplemente una comedia para los ojos de los que no sufren": decía. Luego murmuraba consigo mismo de que él creía que estaba enamorado de la soledad, pero eso solo era un chiste del cual él solo se reía y nadie más. El joven acostumbraba a estar solo, hablar, reír y a dedicarse hermosas melodías de piano.
En el pueblo le llamaban, "el Cuervo" por la razón que ya se conoce. No era alguien que todos rechazaban, pero tampoco era alguien que todos amaban. Diariamente escribía cartas a la soledad y a sí mismo. A pesar de que jamás (por ninguna circunstancia) miraba el pozo de agua, todas sus cartas las arrojaba por aquel desolado y seco pozo. Se acercaba con una mano puesta en sus ojos y así mismo cerrados, dejaba caer las cartas dedicadas a la soledad y otras para él mismo. "Gracias por siempre estar a mi lado, aún cuando estoy más solo que tú", así decía una de sus cartas que dejó caer en algún tiempo en el pozo sin fondo. Realmente la soledad es lo peor del mundo y nadie jamás sabrá el tipo de soledad que sintió este joven.
El Cuervo le dedicaba cartas a la soledad. Le dejaba saber lo solo y acompañado que se sentía al mismo tiempo. Nadie puede estar lo suficientemente loco, para sentirse lo suficientemente solo. Ancianos y niños murmuraban sobre que el Cuervo era un chiflado porque siempre se vestía de negro y se reía consigo mismo. ¿Qué sabe la gente del interior de las personas para juzgar de esta manera? Un joven solitario que solo iba y venía para comprar pan y agua, ningún joven se le acercaba y ninguna alma en casa lo esperaba. Solo era un alma trasparente que nadie visitaba, ni se preocupaba por él. Lo único que todos conocían era que vivía cerca de un viejo y seco pozo.
Los comentarios de los pueblerinos y de los forasteros siempre eran los mismos, aunque un padre católico comentó una vez: -Joven, pobre joven. Alma, pobre alma.- Al escucharlo, el Cuervo intentó encontrar el significado de esas palabras, pero su chiste (el mismo de siempre) ocupó su mente y olvidó por completo el comentario del Padre.
Ese mismo día cuando estaba comprando pan y agua, sacó su pequeño cuaderno y una pluma más vieja que el mismísimo pueblo y escribió una carta, esta vez con una pregunta hacia la soledad: -¿Puedo yo escuchar tu cántico?- luego añadió otra pregunta. -¿Puedo escuchar tú llanto? - Luego de escribir esas dos preguntas igual de vacías que él, se dirige a su oculto hogar. Dejó caer la carta y se marchó. Mientras caminaba recuerda a su familia y una lágrima sale de su profundo abismo de soledad.
Al caer la noche mientras el joven pensaba acerca de la soledad decidió ir al pozo. Habría que estar loco para dirigirse a un lugar tan perturbador como ese. Era una hermosa noche de Luna llena. El Cuervo no pensaba quedarse en casa. Caminó hacia el pozo porque por alguna razón, allí, se sentía acompañado. Miró a su alrededor y pensó que era una hermosa noche como para observar el vacío y oscuro pozo, ya que según él, le recordaba el sentir de su interior.
Se arrodilló a mirar la oscuridad del pozo y un conjunto de lágrimas cayeron sobre su rostro mientras decía las palabras más vacías que puede decir un ser humano: -Te amo...- Y en la fría y cortante noche, se escuchó una hermosa melodía de piano acompañado de un hermoso violín y una hermosa voz que venía de lo más profundo del pozo, pero el Cuervo se quedó dormido pensando que solo era su imaginación y nada más.
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Eterno Dolor de Las Memorias
NouvellesComo un alma eternamente encadenada no se atrevía a mirar al pozo en donde él arrojaba sus cartas, las cartas que caían al vacío infinito. Él siempre ha estado solo. Un corazón perdido lejos de la realidad para proteger su corazón de la culpa. Las p...