Santiago.
Quería desahogar en algo con puños. Una actividad que no hacía desde hace rato. El boxeo. Así que fui a mis antiguas clases. A mi madre nunca le había gustado que yo hiciera este tipo de actividades tan "agresivas" o como ella lo miraba.
A mí siempre me gustaban todas las actividades físicas que mi madre me prohibía. Hasta la carrera. Hasta que lo mande todo a la puta. Mis padres ya no tenían dominio sobre mí.
El nombre de "padres", hasta me causaba risa.
Estaba practicando con el saco de boxeo. Me conseguí a Lara en este lugar. Ya me daba lo mismo la cantidad de veces que nos consiguiéramos en el día o las casualidades de encontrarnos en todos lados. Esto sería perfecto para todo lo que planeaba hacer con ella.
No me sorprendió tampoco que boxeara. Se comportaba como un completo machito. Habíamos cruzado palabras en el pasillo del baño. Su cara de desagrado cuando se topó conmigo no fue otra de "te odio". De verdad ella no sabía con quien se había metido.
La vi mientras practicaba con el saco. Tenía un top que mostraba por fin su figura femenina, pero no mucho y un short largo de hombre.
Me acerque. Ella en seguida torció los ojos al percatarse de mi presencia.
–Apostemos. - fue lo primero que se me vino a la cabeza. - Una pelea y el que gane le paga la pintura al otro. - dije.
Sus ojos se abrieron mucho.
–Descarado, sabes que me debes la pintura desde mucho antes. ¿Por cierto, te gusto mi obra de arte? - dijo mientras sonreía.
Quería destruirla. La odiaba más que cualquier otra persona.
–Si, pero te puedo asegurar que la mía quedo mejor. - dije refiriéndome a su moto.
–Eres un idiota, no sabes ni lo mucho que te odio. - dijo.
–Sentimos lo mismo, aceptas la apuesta o no? - le tendí la mano.
–Si quieres perder, perfecto. Acepto. - dijo mientras me aceptaba la mano.
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Aléjate o déjate llevar
Teen FictionLara y Santiago, muy diferentes pero al mismo tiempo tan iguales, con las mismas ganas de comerse al mundo. Lara es una chica fuera de lo común, desde su aspecto hasta su personalidad ruda y fuerte, chocara con Santiago al demostrar de verdad que un...